Por: Gabriela Montoya
“Mi hermano me trajo a la ciudad, su mujer estaba enferma y según venía a cuidarla, tenía doce años y a esa edad me metieron a trabajar. Cuando llegué lloraba mucho porque extrañaba a mis papás. No conocía a nadie, no sabía qué hacer, en el pueblo estaba a diario con ellos y no sabía cómo regresarme. Por más que les decía: -no quiero estar aquí, me quiero ir-, ellos no quisieron. Me tuve que quedar aquí con mi hermano. Su mujer era bien canija, ni modo, me tuve que acostumbrar. Extrañaba todo lo de mi pueblo allá uno es libre y aquí no” testimonio de Virginia Alonso Magdaleno en el libro Entre Muros (2010).
Los muros no sólo son de tabique y concreto, sino también aquellos construidos por la “sociedad moderna”: muros de la estructura de clases sociales, la violación de los derechos laborales, acoso sexual, golpes, insultos, desvalorización, muros que han detenido a muchas mujeres indígenas en la búsqueda de una mejor calidad de vida, a sacar a su familia adelante, y hoy quiero hablarles de los muros que se les ha creado a las mujeres indígenas como empleadas del hogar dentro de una ciudad.
Las mujeres indígenas han llegado a la ciudad por muchas situaciones, porque las trajeron a la fuerza, porque son madres solteras que han decidido dejar su hogar para buscar un ingreso económico que sustente las necesidades de lxs hijxs, porque el campo apenas les proporciona alimentación, o han decidido valerse por sí misma por los malos tratos que reciben por parte de sus padres, hay muchas razones por la cual la mujer indígena a tratado de probar suerte en la ciudad.
¿Qué pasa realmente cuando la mujer indígena llega a la ciudad? El miedo es el primer sentimiento que se expresa, a lo desconocido, a lo aterrador de una ciudad, de no tener ningún familiar o amigos con quién contar, donde empezar a buscar trabajo y ¿Qué voy a hacer si no consigo? ¡¿Cómo me comunico con las otras personas?, hay muchas mujeres que llegan a la ciudad por primera vez que lo único que saben hablar es su lengua materna y les es difícil entablar una conversación, es ahí donde comienza a notarse aún más la discriminación hacia ellas.
¿Por qué trabajar como empleada del hogar y no en establecimientos públicos? en muchos de los establecimientos públicos, lxs empleadorxs rechazan a las mujeres indígenas porque tendrían que estar en constante contacto con la “gente moderna” si ellas hablan poco o no hablan castellano y utilizan traje regional no les es útil, al menos que tengan que estar en un lugar en donde no tengan que hablar y mostrarse. ¿Cuántas mujeres indígenas has visto trabajando en establecimientos públicos con su traje regional? solo en aquellas donde son utilizadas meramente como medio de atracción turística. En cambio como empleada del hogar es más fácil ser contratada porque “es lo que sabe hacer”, la mujer indígena puede conseguir trabajo pero realmente no se le trata como se merece.
¿Qué pasa realmente con la mujer indígena como empleada del hogar? La discriminación está en todas partes y en los hogares no es la excepción, “los factores que influyen para que esta situación se presente, entre otros, es la insuficiente remuneración a su trabajo, el no reconocimiento de los derechos laborales que les corresponde, ya que la mayor parte de las mujeres indígenas empleadas del hogar no gozan de prestaciones laborales ni seguridad social.
Así mismo, es frecuente que los o las empleadoras crean arbitrariamente el “derecho” de controlar todo lo que ellas hacen, por lo tanto lxs patronxs fijan el sueldo, los horarios, las actividades, los descuentos, el tipo de alimento y las raciones, los servicios y las prestaciones laborales a las que pueden tener acceso, sus salidas, las frecuencias y las fechas de visitas a sus pueblos”. (Entre Muros, 2010).
A las mujeres se les ha creado cientos de muros que las han detenido para sobresalir en esta sociedad machista, el punto ciego de este tema es que verdaderamente a la mujer indígena, no se le trata como la merecen, se trata como un objeto de explotación y no como ser humana, ellas sienten, piensan, conocen, aman, se desenvuelven más allá de la tarea asignada, son las madres sustitutas de infantes que prácticamente ellas crían solas, estableciendo relaciones afectivas, ellas son el calor del hogar, que han dejado a su familia en segundo lugar para darles una mejor calidad de vida. Rompamos los muros que ha creado la sociedad y abramos ventanas para ver lo que pasa dentro de la vida de una empleada del hogar, la explotación laboral es el ingrediente que más combina con la discriminación en todas las historias.
Que ellas miren a través de ellas el exterior y se abran las puertas para que salgan a ejercer su derecho como mujer, mujer indígena, madre, y deje de ser la empleada del hogar sin derechos laborales. Cada pregunta se puede responder a criterio de lxs lectorxs, este es mi punto de vista y mi vivencia dentro de la ciudad de San Cristóbal de Las casas.
* Gutiérrez, Lorenza y Rosa, Marcela. (2010). “4 Testimonios de Mujeres Indígenas en la Ciudad” ENTRE MUROS. Primera edición. Editorial. Expresión Cultural Mixe Xaam. México.