Está costando mucho abordar el debate sobre la regularización de la maternidad subrogada desde los feminismos. Las firmantes del manifiesto contrario a esta práctica, #nosomosvasijas, ven en ella una vulneración de los derechos humanos de las mujeres y la equiparan a la explotación.
Es un tema espinoso y corremos el peligro de encontrarnos en un “o conmigo o contra mí” que no trae nada bueno. Puede que entre las dudas y los matices encontremos puntos de entendimiento o, al menos, huecos para el debate constructivo. Partamos de la base de que todas las feministas estamos, lógicamente, en contra de la explotación o la negación de derechos a cualquier mujer en cualquier lugar del mundo.
Este debate recuerda mucho a otro: el sempiterno debate sobre la prostitución, en el que también se mezclan cuestiones tan complejas como la libertad individual y el contexto social. La prostitución ha sido probablemente el tema que más ha dividido a las feministas, entre las abolicionistas, que creen que es una forma de violencia hacia las mujeres, y las feministas que llaman a distinguir prostitución libre de trata y a reconocer la capacidad de decisión de las prostitutas. No es casualidad, por tanto, que las firmantes del manifiesto contra la maternidad subrogada sean reconocidas abolicionistas. Su discurso me suscita muchas preguntas, sin fácil respuesta:
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