Cimacnoticias | España.- 03/11/2015
Pues sí, en apenas una semana nos vemos en Madrid, en la Marcha Estatal contra las Violencias de Género.
Va a ser algo histórico puesto que el movimiento feminista en su conjunto se ha volcado en esta convocatoria y, además, los partidos políticos de izquierdas y los sindicatos apoyan la marcha. También han sido innumerables los ayuntamientos que han mostrado su apoyo a la movilización.
Cuando explicas los motivos a algunas personas, al menos a mí me ha ocurrido en varias ocasiones, no entienden el plural de la convocatoria: violencias.
Es entonces cuando la explicación ha de ser pedagógica. A veces ocurre que se tiene asociado el término violencia de género con asesinatos de mujeres. Y así es, también.
Las violencias que se ejercen contra las mujeres tienen que ver directamente con la más invisible de ellas: la estructural, que, como consecuencia de su naturalización, se convierte en prácticamente invisible.
Los micromachismos que cotidianamente emanan de ella se convierten en elementos de poder que el patriarcado utiliza contra las mujeres. Y a través de la socialización se naturalizan de forma que se incorporan a nuestro día a día sin más, como algo normal. Pero son violencias.
El hecho de perforar las orejas de las niñas recién nacidas es, en sí mismo, un acto violento que causa dolor a la bebé pero parece no importar a nadie puesto que es normal marcar a esa persona como niña antes de que sea consciente del dolor que esa condición produce. Es un ejemplo. Pero hay más.
Es también violencia contra las mujeres y las niñas el hecho normalizado del miedo a caminar solas por las calles poco frecuentadas o de noche. Los espacios, a priori, están para ser ocupados por mujeres y hombres. Pero sabemos que no es así.
Sabemos que en esos espacios públicos el patriarcado ha impuesto su ley y los ha ocupado como espacios públicos que son. Y en esa ocupación simbólica y al tiempo real ocupa también lo que por allí se mueve, es decir los cuerpos de las mujeres aunque para ello necesite una cierta intimidad que le procura la noche o la soledad.
Se nos educa desde pequeñas a no salir solas por la noche, a que si salimos, alguien nos acompañe a casa, etcétera. Y esta falta de libertad para movernos por los espacios también es violencia naturalizada.
Tenemos también asumido que para las ocasiones especiales y/o las fiestas hemos de llevar taconazos porque nos han hecho creer que estilizan y se nos ve más bellas…
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