Por: Anayeli García Martínez
Cimacnoticias | Ciudad de México.- 10/06/2016La semilla de esperanza que la hondureña Berta Cáceres sembró en los pueblos de la etnia lenca dio frutos en Ana Mirian Romero, mujer de 29 años de edad, esposa y madre de cinco hijos, que desde hace siete años dedica su vida a la defensa del río Chinacla, en Honduras.
Con su hija recién nacida en brazos, por primera vez Ana Mirian salió del país centroamericano para viajar a Dublín, la capital de Irlanda, donde hoy recibió el premio que anualmente otorga la organización internacional Front Line Defenders a activistas por los Derechos Humanos (DH) en riesgo.
En entrevista con Cimacnoticias, Ana Mirian, integrante del Movimiento Indígena Lenca de La Paz en Honduras (Milpah) y del Consejo Indígena de San Isidro Labrador, dijo que el asesinato de una dirigente hace que los defensores unan fuerzas porque una persona sola no puede hacer nada.
El legado de Berta Cáceres, asesinada el pasado 3 de marzo en su casa, en el municipio de La Esperanza, en el departamento (estado) de Intibucá, muy cerca del departamento de La Paz, donde vive Ana Mirian, dejó huella en la defensa de la tierra y el territorio.
“Bertita, ella nos explicó, nos dijo qué era bueno y qué era malo. Ahora ya no existe, pero nos dejó muchos ejemplos para continuar”, explica.
Ana Mirian consideró que desde el golpe de Estado en Honduras el 28 de junio de 2009 cuando se derrocó al entonces presidente Manuel Zelaya, las hidroeléctricas tuvieron paso libre en el país y a la par Berta emprendió una lucha por la defensa de la tierra.
“En 2009 nosotros nos declaramos defensores de Derechos Humanos en Honduras. Defender el río y el territorio porque la problemática que está pasando Honduras es muy grave, y por eso nosotros nos hemos opuesto a las hidroeléctricas”, sostuvo la activista indígena.
En el largo peregrinar que Berta realizó por las comunidades indígenas en Honduras, ella alertó de la intención de construir la presa “Los Encinos”. Así fue como la gente se dio cuenta de que las hidroeléctricas no generan bienestar.
Cuando el pueblo conoció del proyecto en su territorio, se organizó para analizar cuál sería su postura y descubrieron que entre San José y Marcala, dos municipios en el departamento hondureño de La Paz, se había construido una presa.
“Investigamos lo que estaba pasando. (El beneficio) era un engaño, una mentira y nos propusimos un ‘no’ a la represa. Nosotros no dimos chance ni al estudio de factibilidad, analizamos antes y nos propusimos defender y no dar lugar al estudio porque si lo hacíamos, entonces el río ya era de ellos”.
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