Abzurdah, con más de medio millón de espectadores a dos semanas de su estreno, volvió a tematizar la anorexia, la bulimia, el amor adolescente en medios y redes con un efecto esperable. En este ensayo, la especialista Carolina Duek analiza lecturas imprevistas para entender qué pasa en la película con los ideales de belleza, delgadez y amor más allá de cómo se venda la historia. Además, explica cómo se construyen operaciones de identificación que invisibilizan procesos cruciales de la enfermedad. ¿Es inocente creer que el suyo es sólo un relato que no va a tener impacto alguno? ¿Es la historia de una recuperada? ¿O una justificación de que, como dice su slogan, “el amor duele”?
Carolina Duek | Revista Anfibia
@revistaanfibia
Cielo quiere morirse. Pide a una psiquiatra pastillas para dormir. Finge perder la receta y obtiene otra caja. Quiere suicidarse. Toma alcohol, ingiere las pastillas, se corta, sangra. Antes de eso dejó cartas para quienes la quieren (pero no la entienden). En una foto de su ex, Alejo, dejó asentado que era su culpa, que por él estaba muriendo. Pero se salva, cómo no. Se salva y escribe un best seller y sobre él se filma una película exitosa.
Vende cientos de miles de ejemplares y de entradas en pocos días.
¿Qué atractivo hay en ese relato para que medio millón de personas pague la entrada para verla? ¿Es, acaso, la historia de una “rescatada”? ¿De una arrepentida? ¿Como se da la identificación? Una anoréxica camino a controlar su trastorno alimenticio cuenta su historia en primera persona. Expone sus dudas, sus angustias y su primer gran amor y desamor. Múltiples espacios de identificación -potencial- se suman a una película con un guión sólido y con productores y distribuidores que saben lo que quieren vender. ¿Una historia de amor? ¿La historia de una recuperación? Un relato en primera persona, “basado en un hecho real”, nos promete situaciones “fuertes”.
Nos preguntamos por los riesgos, los límites y las potencialidades de un producto masivo que aborda temáticas complejas. Para responder a la pregunta, construimos un texto que, desde el análisis del libro y de la película como “productos” nos lleva al diálogo con especialistas y con espectadores y lectores que nos van a contar sus experiencias y miradas sobre Abzurdah.
Así trataremos de entender cómo se reciben ambos textos.
II-
En el libro Abzurdah, sobre el que se basa la película, Cielo se presenta a sí misma como una chica “de clase media alta”. Vivía en La Plata y nunca se sintió “normal”. La historia nos ubica en el complejo universo de los trastornos alimenticios, las relaciones amorosas adolescentes, la incomprensión de los padres y los problemas para establecer vínculos consistentes y duraderos con amigos: “Por el momento, sólo diré que no es un libro fácil. Es un libro ‘jodido’. Y si no estás dispuesto a leer cosas jodidas, andá a la librería, cambialo y que seas feliz con Charles Perrault. Yo no soy Cenicienta, ni Hansel, ni Gretel. Soy más bien el lobo. Un lobo confundido, ultrajado y autodestructivo”
Este tono, esta advertencia un poco soberbia aparece también en la película. La relación entre el libro y la película es próxima en algunos puntos y lejana en otros. Entre ambos componen “Abzurdah” como producto mediático.
La historia del personaje “confundido, ultrajado y autodestructivo” despega luego de que una amiga le “robara”, a los doce años, a un chico, Cocol, con el que la protagonista estaba obsesionada (la obsesión será una de las llaves para todo en esta historia). En un chat grupal, al que se conectaba mediante dial-up (la película muestra muy bien los ruidos inolvidables que algunos hemos escuchado mientras las computadoras intentaban conectarse a la red), conoce a “Hogweed” [Alejo en la película, Alejandro en el libro], diez años mayor que ella. Se proponen ser “hermanitos” pero no lo pueden sostener: Cielo tiene 14 años y Alejo 24 y un departamento propio al que van la primera vez que salen solos.
De ahí en más aparece un desajuste severo entre las expectativas de la protagonista y la de Alejo: él no quiere una “relación de novios normal” y ella sólo lo quiere a él, todo el tiempo, sin pausas ni grietas. Una obsesión: los días de Cielo se ordenan en torno de sus planes con él, de los intercambios por chat y de los proyectos. Imprime las charlas que tienen online, las guarda, atesora, lee y relee. Está segura de que “lo ama con todo su cuerpo”.
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