La primera mujer escritora latinoamericana en recibir un Premio Nobel de Letras fue Gabriela Mistral (1945), por el cual fue reconocida su labor literaria y diplomática; aunque fue propuesta en 1942 por la Guerra Mundial no se le concedió sino hasta el fin de esta.
Sin embargo, su vida no sólo estuvo llena de éxitos sino también de episodios que la marcaron y la forjaron a tener ese carácter fuerte que la caracterizó. Desde muy pequeña sufrió la acusación de “ladrona” cuando cursaba la educación básica, la cual la marcó al grado de dejar el aula escolar y recibir clases a cargo de su media hermana materna Emelina Molina de Barraza (maestra rural); así como la impresión que le provocó el suicido de un ferrocarrilero con quien mantuvo una relación amorosa.
El no haberse casado, ni tener hijos fueron decisiones que la caracterizaron por vivir en una época en la que era normal la maternidad en las mujeres, aunque «cumplió» con ser madre al adoptar a su sobrino Juan Miguel Godoy “Yin Yin” –quien tuvo como madre a Gabriela Mistral y a la profesora mexicana Palma Guillén-, hijo de su medio hermano por parte de su padre; sin embargo la muerte de Yin Yin, a la edad de 17 años (1943) en Petrópolis, Brasil fue un hecho que le marcó dolorosamente. Luchar por los derechos las mujeres fue su constante labor a lo largo de toda su vida.
Y aunque no se declaró abiertamente lesbiana, esta personaje que nació en una época en que no habían muchas condiciones para ser mujer, mantuvo una relación con la norteamericana Doris Dana, a quien conoció después de ofrecer una conferencia en la Universidad de Columbia. Se tiene fechada como primera correspondencia con ella en marzo de 1948, donde Mistral le responde:
“Su bella carta cordial me ha conmovido, yo no merezco ese cariño suyo y menos esa admiración, pero a los viejos profesores nos gusta ser queridos por los jóvenes… téngame por usted amiga suya” (sic).
Seguidamente se dan un intercambio de cartas y telegramas, hasta el grado de viajar juntas a Nápoles.
Lucía Godoy Alcayaga, quien comenzó a firmar como Gabriela Mistral (1913) nació el 7 de abril de 1889, en la Provincia de Coquimbo (Chile). Fue hija del maestro Jerónimo Godoy Villanueva (quien se alejó de este núcleo familiar a la que pertenecía la escritora) y de Petronila Alcayaga. Mistral consideró a Monte Grande, el Valle de Elqui, como su tierra natal, así lo da a conocer Palma Guillén en los datos biográficos del libro de poemas de la premio Nobel publicado en 1981 por Editorial Porrúa, donde el lector puede conocer sobre Desolación (1922); Tala (1938); -dedicado a Palma Guillén y cedió los derechos de autor a lxs niñxs víctimas de la Guerra Civil Española-; y Lagar (1938-1954).
En este libro, la profesora mexicana también añade que “es una cosa muy difícil escribir sobre una persona a la que ha conocido muy de cerca”.
A los 59 años del fallecimiento de la chilena, ya que murió el 10 de enero de 1957 a causa de un cáncer en el páncreas, sigue vigente su prosa y poesía, su visión universal de las letras, así como las rondas infantiles que escribió como método didáctico para el aprendizaje de sus alumnxs.
En 1914 obtuvo la Flor en los Juegos Florales organizados por la Sociedad de Escritores de Chile, en Santiago. Antes de firmar como Gabriela Mistral usaba los seudónimos Alma, Soledad, Alguien…
La docente, pese a no haberse formado en un aula escolar fue en 1903 cuando “presentó sus exámenes a título de suficiencia para ser admitida como alumna en la Escuela Normal de La Serena. Fue aprobada en ellos, no obstante no fue aceptada porque el Capellán de la Escuela quien la rechazó considerándola un ‘elemento subversivo’ a causa de sus textos publicados en los diarios que hoy serían socialistas».
Fue el gobernador de la Provincia quien le dio su primer puesto de docente rural de La Compañía, donde se mantuvo en algún tiempo y después se trasladó a La Cantera y permaneció en ese sitio de 1906 a 1908.
¿Qué la hace interesante?
-Ser la primera mujer en ocupar un puesto diplomático.
-Ser la primera escritora latinoamericana en recibir un Premio Nobel.
-Haber participado en la Reforma Educativa, debido a la comisión que le otorgó el gobierno de Chile, y la invitación ofrecida por la República Mexicana, dada mediante el presidente en turno General Obregón, para trabajar como José Vasconcelos, Ministro de Educación Pública (1922).
-Escribir a favor de los derechos de la mujer, en el artículo titulado «La instrucción de la mujer» -20 de abril 1905, dice:
«Instruir a la mujer es hacerla digna y levantarla. La mujer instruída deja de ser esa fánatica ridícula, esa esposa monótona que para mantener el amor conyugal no cuenta más con su belleza física» (sic).
-Dejarse ver en sus temas poéticos, donde aborda sobre el amor, la pasión, ilusión y la muerte tan marcada, sobre todo cuando se suicidó Yin Yin, poesía que se deja ver en los versos del poema Interrogaciones:
¿Cómo quedan, señor, durmiendo los suicidas?
¿Un cuajo entre la boca, las dos sienes vaciladas,
las lunas de los ojos albas y engrandecidas,
hacia un ancla invisible en las manos orientadas?
Y el amor lo deja ver en el poema Besos:
Hay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.
Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.
Y la melancolía en Íntima:
“Tú no oprimas mis manos.
Llegará el duradero
tiempo de reposar con mucho polvo
y sombra, en los entretejidos dedos”.
Y poesía infantil en “El Aire”
Esto que pasa y se queda,
esto es el Aire, esto es el Aire,
y sin boca, que tú lo veas
te toma y besa, padre amante”.
Mistral, al quedar sin familiares, fue Doris Dana la heredera de sus creaciones y pertenencias (cartas, telegramas, libros, fotografías…) que por mucho tiempo, después de la muerte de la poeta, se dedicó a organizar esto con el fin de publicar, acción que nunca realizó.