Las mujeres esperamos 12 meses el aguinaldo y con él, la esperanza de atender situaciones que postergamos durante todo el año como ir a visitar a nuestra familia que vive lejos, adquirir algún insumo necesario para la labor doméstica, atenderse la muela del juicio que nos viene molestando, darle un bonito regalo a nuestrxs hijxs, o simplemente salir con ellxs a comer a ese restaurante que durante el año no se puede.
Casi siempre lo destinamos para lxs otrxs, o para la casa, pero es un recurso con el que sabemos que contamos porque la ley nos ampara y nos retribuye al trabajar para el Estado durante un año. Y no es para menos. El estrés cotidiano para llegar a tiempo y checar en ese reloj espantoso, padecer el acoso del jefe, de los compañeros, el robo de ideas, entre otras degradantes situaciones, es el pan diario de la vida laboral de muchas mujeres en este país. Le agreguemos la falta de una ley que proteja a las que somos madres en los primeros dos años que son los fundamentales en la crianza.
Pero si además, para llegar a nuestro lugar de trabajo tuvimos que caminar con un bastón como guía, lidiar con gente grosera e insensible que pasa a traerlo, y ya en tu espacio laboral trabajas con los pocos recursos que cuenta tu área porque no hay mucho interés del jefe o jefa en darle todos los insumos debidos, el trabajo se hace más difícil. Si al final del año, esperas el aguinaldo y el encargado de pagarte te dice: disculpe usted, se nos olvidó decirle que no va a recibir aguinaldo porque acá está por contrato.
La situación laboral por la que pasa la sicóloga y terapeuta Elizabeth Patricia Pérez, por desgracia es la situación que vivimos millones de trabajadorxs en México. Se trabaja por contrato periodos cada vez más cortos y con ello se nos absuelve de los derechos y garantías laborales básicos que tenemos como mexicanxs, entre ellos el aguinaldo. El estado de indefensión en el que trabajamos las y los mexicanos es cada vez más sensible.
En el caso de Elizabeth Patricia, maestra en inteligencia emocional, terapeuta, sicóloga, co fundadora del Grupo Visión, presidenta de Amor sin fronteras, activista a favor de los derechos de las personas con discapacidad, articulista de esta revista y el semanario Mirada Sur, las autoridades municipales no sólo le están violentando sus derechos como mexicana sino también están omitiendo la Ley para las personas con discapacidad del estado de Chiapas, publicada en el Diario Oficial el 2015 ya que, entre otras cosas, mandata a las instancias municipales la apertura de espacios públicos para el desarrollo y educación de las personas con discapacidad.
Al despreciar la labor de una maestra que enseña uno de los actos más bellos humanos que es leer, a personas cuyos ojos no tienen la luz que muchos sí poseemos, sólo muestra que los verdaderos ciegos son ellos y ellas: las autoridades. La directora y la presidenta del DIF son personas ciegas de espíritu y de inteligencia, caminan a tientas en su labor pública.
Al subestimar su trabajo, también están despreciando a lxs estudiantes, niños y niñas, mujeres y hombres que cada semana, entusiasmadxs llegan a aprender lo que Eli les enseña y les está negando el derecho que las personas con discapacidad de saber a leer y aprender.
Tendrían que ver la sonrisa de ese pequeño cuando desliza sus dedos, guiados por las manos de Eli, sobre el libro en braille. Quién sabe cuántas cosas ve el niño en su cabecita al cruzar ese hermoso puente llamado lectura. Pero no, ellas, las autoridades nunca podrán verlo porque a pesar de tener ojos, no ven, porque su discapacidad la tienen en el alma.
Lanzaré un deseo al Universo para que en el 2017, las labores como las que hace Eli, y como las que hace mucha mucha gente en México, a favor de las y los niños, de las mujeres, de las personas con discapacidad, de las personas ancianas, todo lo que se hace por la cultura, el deporte, las artes, la ciencia, deje de ser menospreciada por las autoridades insensibles, ignorantes, ciegas; y que ellas y ellos, esas personas incansables, congruentes y tercas como Eli se sigan multiplicando y nunca dejen de compartir su luz.