Se llama José de Jesús (N) y durante los tres años de la secundaria se sentó en la segunda fila y primera silla. Su lugar siempre era hasta adelante. No firmó un acuerdo o minuta, sin embargo, todxs lxs compañerxs del aula escolar sabíamos que él merecía ocuparlo, ya que tenía deficiencia auditiva.
Siempre llegaba temprano, además portaba el uniforme bien faldado y lucía el cabello a la moda, al estilo “mango chupado”. Competía cada bimestre para estar en los primeros lugares del cuadro de honor. No hablaba bien el español y debido a su capacidad diferente le costaba articular las palabras, y le daba un tonito largo al último fonema de la oración.
“Mi-nom-breeeeeeee-es-Jo-Séeeeee, de- Je-Suuuuuuuus”, dijo el primer día de clases, que aún recuerdo por haber sido lluvioso. Todos los compañeros comenzaron a reírse de él, primero porque no escuchaba bien y segundo por tener rasgos indígenas, creo que es de la comunidad tzotzil.
Posteriormente, los compañeros le decían “puto” cuando pasaban al lado de él, pero en algunas ocasiones José no los alcanzaba a escuchar, ellos incrementaban las carcajadas.
Esta historia la he recordado porque una ocasión la columnista Karla Barajas, me comentó sobre cómo la exageración de decibeles afecta nuestros tímpanos, ya que ella ha estado compartiendo información al respecto en esta revista.
He observado cómo adultxs mayores utilizan el aparato auditivo para escuchar bien, y me he preguntado si estoy cuidando bien a éste, uno de mis cinco sentidos.
En una ocasión, asistí a cubrir a la Escuela de Educación Especial, USAER 21, donde el ponente Eduardo Raymundo Rincón ejemplificó algunas de las características de la discapacidad auditiva “pérdida parcial o total de la posibilidad de oír”, donde existe una escala de niveles de audición, en el cual de 41 a 95 decibeles existe una pérdida moderada, y de 91 en adelante una pérdida profunda.
Ilustración Karla Barajas
En la página de Salud Crónica se indica que “la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que entre uno y dos de cada mil bebés llegan al mundo siendo sordos profundos o severos. En el año 2001, un estudio también realizado por la OMS estimó que en el mundo hay 250 millones de personas con discapacidad auditiva; en la actualidad rebasan los 300. En México, de acuerdo al XIII Censo General de Población y Vivienda 2010, existen un total de 498 mil 640 personas sordas, siendo 273 mil 216 hombres y 225 mil 424 mujeres”.
Hoy en día podemos encontrar la contaminación sonora en casi todos los comercios del centro de la ciudad, quienes no sólo compiten por vender más, sino por quién tiene la mejor “rola” y a qué tan alto volumen. Sin embargo, el ruido no sólo viene de afuera, sino que también los usuarios de dispositivos móviles y portátiles son los responsables de deteriorar su sentido auditivo, ya que usan audífonos para escuchar música pero a todo volumen.
Ilustración Karla Barajas
“La proliferación de dispositivos portátiles para escuchar música en todo momento, mientras se viaja, se trabaja o estudia, han generado un aumento de consultas por problemas auditivos y permiten pronosticar, salvo que se haga una intensa prevención, una epidemia de sordera prematura en los próximos años”, se menciona en la página, www.infobae.com/2012/09/21/671845-los-oidos-pueden-sufrir-danos-irreversibles-efecto-los-ruidos/.
Por ello, debemos integrar a las personas que sufren alguna discapacidad, como en su caso a José y otros más sólo reciben burlas y desprecios. Además, uniéndonos a la campaña de Karla Barajas, cuando entremos a una tienda, digamos: sí compraremos, pero sin tantos decibeles.
Si tú también conoces a alguien que tenga esta discapacidad, y quieres comunicarte con él o ella, puedes aprender algunas señas en http://www.conapred.org.mx/documentos_cedoc/DiccioSenas_ManosVoz_ACCSS.pdf