El 27 de mayo se llevó acabo el Foro “Políticas Públicas de Igualdad de Género que incluya a los Hombres”, en la ciudad de Querétaro, donde especialistas en el tema de género con hombres o de las llamadas masculinidades expusieron el panorama de los hombres, las violencias y las políticas públicas. ¿Cómo pensar a los hombres en las políticas de igualdad de género? ¿Cómo involucrar a los hombres en procesos de cambio, hacia una cultura de paz, democrática, justa y libre de violencia, donde somos los responsables directos de la existencia de las injusticias y desigualdades y violencia de género? Estas y otras interrogantes abrieron paso a las reflexiones orientadas a construir alternativas de cambio en los hombres, partiendo de las experiencias de atención a hombres en grupos de re-aprendizajes que ya existen en México y Latinoamérica y que, a marcha forzadas y con muchas resistencias masculinas, van caminando sumándose aliados –principalmente aliadas- en este caminar por erradicar los códigos culturales y mandatos sociales que son parte de nuestra sociedad machista y patriarcal.
Las desigualdades y violencia de género tienen su origen en este sistema patriarcal y quienes más nos beneficiamos de que esto se mantenga tal cual, somos los hombres, dado que los privilegios y el uso de poder garantizan en todos los espacios vitales el triunfo de nuestra masculinidad, la cual no se está dispuesta a “perder”, pues en las lógicas y normas masculinas que hemos construido, quienes pierden son las mujeres.
Identificar las causas estructurales que mantienen este sistema de normas sexista y misógino es quizá el punto de partida; decir que todos los hombres somos violentos y posibles feminicidas, no es una pregunta que esté en el aire, pues la realidad revela que al menos en el estado de Chiapas (según datos del Grupo de Mujeres de San Cristóbal de Las Casas, 2016), ocho de cada diez mujeres asesinadas ha sido por parte de su pareja, expareja, familiar o conocido, es decir un hombre. Estamos asesinando a las mujeres. Hemos construido una cultura de la violencia donde los parámetros de la igualdad o equidad es actuar bajo códigos masculinos, violentamente. Hemos construido ordenes estructurales a través de las instituciones que se encargan de respaldar esta cultura de la violencia, puesta en marcha por un orden subjetivo que nos hace pensar que somos superiores y todo aquel o aquella que atente a esta superioridad, se le puede violentar, desaparecer, asesinar. Existe una estrecha relación entre nuestro comportamiento individual y las lógicas opresoras que el Estado o, en su justa dimensión, el Sistema reproduce.
La cultura de violencia de género y feminicida (como lo señalaba una de las especialistas del foro, la doctora Isabella Esquivel Ventura), está manifestada en acciones cotidianas y lamentablemente naturalizadas como es el acoso; desde los ocho años una niña, una mujer ha vivido acoso, y quienes son los principales responsables somos nosotros los hombres. Lejos de ver el acoso como un acto violento, lo invisivilizamos, lo justificamos y reproducimos el victimismo sobre las mujeres y en nosotros por no haber aprendido otra manera de ser hombre. Culpabilizamos a un sistema, el cual hemos construido y reproducimos según el momento histórico, político, económico, cultural que mejor convenga.
Bajo el panorama de que los hombres estamos viviendo y reproduciendo identidades toxicas en nuestras relaciones personales, familiares, y laborales, cómo hacer cambios estructurales que nos incluyan en pro de transformar nuestra comunidad, nuestra sociedad; cómo salir del cautiverio o del estado de confort del “así soy y qué”, del “no pasa nada”, “las mujeres se lo buscan”, las feministas son extremistas”, cómo salir de este orden que nos mantiene con el poder latente, pensando que todo está a nuestra disposición, que todo gira a nuestro alrededor y que somos los únicos que podemos tomar decisiones.
Es urgente no sólo identificar las causas coyunturales y estructurales que este sistema machista y patriarcal reproduce y que está asesinando a mujeres y matándonos en diferentes situaciones con tal de demostrar el poder y el deber ser. Es necesario el establecimiento de redes que involucren a los hombres orientada a desprendernos de nuestros privilegios y del uso y abuso de poder; de ver a las mujeres como personas y no como cosas, de ver a los otros hombres no como el posible asesino o violentador, sino como el que renuncia a esa situación y condición de género. Cómo crear el mundo donde el cuidado nos pertenezca, donde el cuidado no sólo sea el espacio inmediato, sino el cuidado colectivo, comunitario o social.
¿Son necesarios los foros sobre políticas públicas que nos incluyan a los hombres? Sí. Es parte de los retos y desafíos que tenemos en este largo caminar. Existe al menos en México una Red llamada Cómplices por la Equidad (parte de una red más continental llamada Menengage), donde se suman voluntades, esfuerzos, investigaciones, trabajo de campo, activismo, con el objetivo en común de no naturalizar este sistema hegemónico de masculinidad, de desaprender lo aprendido sin reproducir la cultura dela violación, de la violencia y las desigualdades de género.
*Alfredo Rasgado Molina es fundador e integrante del Colectivo La Puerta Negra.
Foto: retomada del FB de Hombres Anti – Patriarcales.