La cárcel era un mito para quienes nos encontrábamos encerrados en el mundo del todo está bien, no pasa nada.
Hoy pensamos diferentes las que hemos comprendido que la cárcel tiene muchos momentos de dolor y pérdida pero también es una oportunidad para cambiar y reflexionar en las pérdidas físicas, los sueños, de manera distinta a como lo concebíamos antes.
Este tiempo nos puede servir para hacer un alto a una vida desordenada, porque desde afuera podemos cambiar, no esperemos que la vida nos corrija con la mayor prueba de fortaleza: La cárcel.
Reflexionemos qué queremos, a donde vamos y cómo lograrlo con un cambio positivo para crecer individualmente y para regresar a los nuestros siendo mujeres guerreras.