Hace aproximadamente año y medio en un taller de psicología con el tema “Padres Asertivos” comentaba el psicólogo que le gustaba trabajar con personas difíciles; terminando el taller le pregunté a que se refería al denominarnos así, a lo que me contestó: “no les gusta escuchar, hay que ser contantes (sic) para que respondan y participen, llega un momento en que se aíslan y no quieren nada, ustedes son personas difíciles con quienes he comprendido mucho, sobre todo comprenderlas y tener mucha paciencia…..”.
Fue aquí donde comencé mi búsqueda si en realidad somos difíciles o nos complicábamos la existencia… llevo 2 años 8 meses en la cárcel y apenas hace cuatro meses comprendí a lo que se refería el psicólogo. Es difícil lograr consensos entre nosotras como mujeres privadas de la libertad que es lo más común que hay entre nosotras porque tenemos historias de vidas particulares muy diversas, caracteres y situaciones diversas y sólo algo común: estar en la cárcel y anhelar desesperadamente el día de nuestra libertad.
Al transcurso de los días, años, es más pesada la espera, y he visto que ni por el bien común en materia de derechos, condiciones dignas en el penal, entre otras cosas, podemos lograr la unificación de las mujeres internas del penal.
Si en el amor, la rutina acaba con las relaciones de pareja, en la cárcel la división acaba con las relaciones intra personales e intragrupales, lo ideal para el sistema … ¿Continuará así?
foto: retomada de Internet