Personas cyberconocidas postearon una serie de mensajes sarcásticos y con la reduplicación “… no quiero sus pinches…” o la anáfora pinche al inicio y final de sus frases. Luego de leer “Pinche pasa por mi casa, voto de mi corazón…” en el muro del licenciado Ernesto Gómez deduje algún político mexicano dio el resbalón verbal acostumbrado, que lleva a la realidad a ser inverosímil, o lo inverosímil a ser real.
Recordé el libro Cuatro novelas y otro cuento, de Francisco Hinojosa, Editorial Aldus, CONACULTA; quien presenta: Informe negro, Nunca en domingo, La averiada vida de un hombre muerto, La vida es compleja y A los pinche chamacos.
Los primeros cuatro cuentos están redactados en cien líneas a manera de escaleta para desarrollar una novela, cuentan con dirección, economía del lenguaje, precisión e intensidad, se evitan pausas descriptivas. No se utilizan frases doxales, a excepción del cuento; La Vida es compleja, donde es necesario utilizar frases como: “La vida es compleja.” ¡Cómo no lo será la muerte!.. “Daría la vida por no morir”, “¿Qué es el destino?, preguntó uno. “Dicen que es la muerte que tenías asignada desde el día en que naciste”. La velocidad narrativa en ellos es notoria, en un solo párrafo se cuentan tres acciones importantes dentro de la historia.
Ninguna palabra se desperdicia, la economía del lenguaje es tan cuidada que al leer el inicio de A los pinches chamacos: “Soy un pinche chamaco. Lo sé porque todos lo saben. Ya deja, pinche chamaco. Deja allí, pinche chamaco. Qué haces, pinche chamaco. Son cosas que oigo todos los días. No importa quién las diga. Y es que las cosas que hago en verdad, son las que haría cualquier pinche chamaco. Si bien que lo sé.”
Tomas la misión lectora de averiguar cuál es el significado o cuál es la finalidad del escritor al repetir pinche chamaco dentro de la historia; como título orgánico, como denominador común de los personajes principales Mariana, Rodrigo y el narrador.
Al avanzar en la lectura caes en la cuenta que a través del lenguaje violento y continuo empleado por el narrador, se crea un representación moral del trato que la clase media baja adulta proporciona a niños y niñas, cómo está violencia sin ser canalizada detona una serie de homicidios y feminicidios realizados por los personajes principales (menores de edad).
Dos niños y una niña realizaban “travesuras” que iban desde robar un gatito bebé y meterlo en el microondas vivo, en respuesta, las personas adultas los trataban de pinches, y cuando hacían alguna travesura les pegaban e insultaban, jamás les explicaron por qué estaba bien o mal lo que hacían, lo cual se resumen en el párrafo:
“Pero la verdad es que eran una molestia. Lo decía mi mamá: pinches moscas. Lo dijo mi papá: pinche calor: no aguanto a las moscas: pinche vida. Hasta que dije yo: voy a matarlas. Nadie dijo que no lo hiciera”.
De igual manera nadie dijo que matar a personas que te faltaran al respeto, menospreciaran o que representaran al grupo quien te menospreciara, estuviera mal. Lo intuían pero nadie les enseñó, así que con un arma descargan el resentimiento acumulado por años de maltratos, y violencia.
Es una lectura interesante que recomendaría a toda persona que pretenda dar discursos frente a quienes históricamente vivimos violencia estructural, económica, de género y que estamos hartos y hartas de ser tratados como pinches chamacos y pinches chamacas.