Por: Gabriela Montoya
San Cristóbal de Las Casas. En el mundo existen personas a las que les gusta interactuar con otras muchas personas, también existen aquellas que se engentan, hay también personas a las que les da miedo estar con demasiadas personas y otras a las que les da miedo estar con muy pocas así como también hay quienes huyen de las personas y otras que esperan ser llamadxs, en fin personas hay muchas en este mundo material.
Pero existe alguien que aunque no queramos acercarnos, siempre lo terminamos haciendo, muchxs huyen, otros no se dan cuenta que llevan tiempo viviendo juntxs y otros como yo en ocasiones la buscamos, ese alguien se llama soledad. Por mucho tiempo y desde pequeñxs nos enseñan que la soledad es mala, que nunca debemos caer en sus redes y peor aún que nunca y jamás de los jamases debemos ser amigxs, pero lo que no saben es que ella es la única que, estemos del peor humor del mundo, siempre nos acompaña o al menos que para mí siempre ha estado en los momentos de cambios y de reflexión.
Soledad ha sido por mucho tiempo confundida con la desolación que es cuando una persona cae profundamente en un agujero de depresión y se termina sintiendo completamente sola aunque esté rodeada de mares de personas; soledad es el momento de poder enfrentarnos a nosotrxs mismos, de perdernos para poder encontrarnos, platicar con nuestro yo interno y hacer un repaso de nuestros errores para poder planear un futuro; soledad es platicar en silencio y escucharnos por primera vez.
¿Por qué satanizan a la soledad? ¿Por qué las mujeres debemos de tener miedo a la soledad? La sociedad machista en la que vivimos nos ha hecho que tengamos miedo a estar solas y nos dice que nuestro ciclo de vida es nacer, crecer, casarnos, embarazarnos y morir, nos dice que las mujeres que no cumplen con este rol son mujeres tristes y vacías sólo por el hecho de no tener un esposo al cual atender o un hijo al cual criar, nos hacen creer que debemos de estar siempre atendiendo a alguien más para poder estar rezogantes de felicidad de lo contrario solo servimos para vestir santos, nos niegan a sentir amor propio, a decidir qué es lo que nos hace ser felices.
Transgiversan el significado de las palabras y nos inventan que la soledad es mala cuando en realidad puede tratarse de sentir amor propio o encontrar un desfogue de emociones, soledad es ser libre, es esa sensación de tranquilidad al llegar a tu casa y quitarte el sostén que durante todo el día estuvo oprimiendo tu pecho.
La soledad nos permite tener tiempo propio, tiempo que se nos ha negado, robado, despojado y nos han llamado seres egoístas, sin alma y corazón por intentar reencontrarnos con aquella joven que quería viajar, bailar, o tatuarse aquel poema que por mucho tiempo guardó en su corazón.