Las muñequitas artesanales que venden en la plaza Santo Domingo de San Cristóbal de Las Casas, ejercen la crianza con apego, algunas portan a su bebé en rebozo, otras lo amamantan bajo la falda; mientras las Barbies, Brendas y versiones menos costosas meten a sus hijxs en la cuna, la andadera, les dan mamila, una visión occidental de crianza.
En la esquina del Mercado Díaz Ordaz, vi una muñequita embarazada, le toqué la panza y me explicaron que venía por separado e incluía un bebé adentro. A mi dedo índice le gusta picar juguetes.
César vive en una comunidad de Venustiano Carranza, juega con vacas y gallinas, un día le regalaron un Max Still, lo quedó viendo y lo dejó tirado. ¡A César le gustan los toros! En otra ocasión mi hijo lo invitó a jugar carritos, César agarró uno, lo jugó como si fuera un torito.
Antes de que los juguetes se conviertan en un símbolo de estatus (quien tiene el juguete más posicionado en la televisión), antes de reforzar un comportamiento e identidad sexual, lxs niñxs juegan con cualquier cosa, piedras cajas, botellas y les dan un significado cercano a ellxs.
Los juguetes conllevan cargas ideológicas y habría que aprovecharlas. Los juguetes no tienen género, algunos como escobitas y trapeadores inculcan el concepto de limpieza, hombres o mujeres queremos vivir en un hogar limpio ¿no?; con cepillos y peines, hábitos de higiene.
Los juguetes artesanales permite al niñx disfrutar de la diversidad de colores en la piel, hay muñequitxs morenitxs clarxs, oscurxs, amarillxs, blancxs. Su vestimenta corresponde a la de diversas regiones de nuestro estado. Los cuerpos aparentan mayor índice de masa corporal, algo más realista que el de la Barbie, si ella fuera una persona, según el Hospital Universitario Central de Helsinki, Finlandia tendría anorexia y no menstruaría.
Me preguntaba si en algún mundo alterno existían los muñecxs con capacidades diferentes. En 1997, Mattel introdujo “Compartir una sonrisa con Becky”, una muñeca que venía en silla de ruedas, pero no la he visto, ni a ningún superhéroe con aparatos auditivos, muletitas, bastón y perro, sería lindo verlos conviviendo con el resto de juguetes. Sería ideológicamente incluyente.
Después de los tres años, reconozco, lxs niñxs han sido alcanzadxs por el consumismo y la batalla ideológica parece perdida, quiero el Max Still, la Nerf, el Monopoly tal…
Antes de que la televisión imponga estereotipos de belleza, de que los adultos les enseñen que el mejor juguete se compra en Liverpool, antes de arrancarles la capacidad creativa hasta llegar a la uniformidad, es bueno regalarles juguetes que promuevan la diversidad racial, la creatividad y la igualdad de género.