-¿Qué color te gusta más?- Le pregunté.
Aquel que imagino cubrirá el planeta cuando no haya más guerras y el maltrato a la mujer y los niños desaparezca- respondió Olga.
Olga Gutiérrez tenía diez años cuando su padre le regaló un telescopio y al mirar las estrellas y planetas hacia mil hipótesis científicas e imaginaba historias. Hoy esa mujer hermosa, ojos oscuros, cabellos dorados hasta los hombros, elegante; porta en cada plática una sonrisa de las más joviales que vi. Sigue mirando estrellas, describiéndolas e imaginándolas.
Es poeta, conocida como Enriketta Luissi, ha presentado en varias ocasiones el libro San Diego Poetry Annual, el cual forma parte permanente de la colección de cada escuela y biblioteca universitaria del Sistema de Bibliotecas del estado de San Diego, librerías independientes incluidas Carlsband, Oceanside y Escondido. Para Olga, el trabajo de edición, es adentrarse en las palabras del otro y en los vericuetos de la traducción.
Sus viajes son invaluables para mí, a veces me cuenta de Nueva York, vio el trabajo de una mujer pakistaní quien pintó líneas toda su vida, su exhibición estaba en The Met Breuer, The Metropolitan Museum; otras con tristeza, de los tiempos de sufrimiento reflejados en las calles del mundo como Praga, donde encuentras placas doradas con el nombre de judíos asesinados en la Segunda Guerra Mundial. Del Palm Desert, un lugar donde el desierto lo transformaron en miles de campos de golf, albercas; las montañas que lo circundan son un poema al caer el sol, según me cuenta, de Lucerna (luna haciendo síncopa), música y luz, un lago de recuerdos al pie de un siniestro monte Pilatos y montañas difuminadas, que me recuerdan un paisaje chino.
La autora del libro El peso de los ovarios, nació el 31 de agosto de 1951, en Torreón. Torreón es el desierto, el silencio. Tijuana es mar, grito.
Un día le pregunté cuál es el peso de la mujer en la sociedad en México y me respondió: más del que ella tiene conciencia. Emily Dickinson, poeta norteamericana, es su refugio y bálsamo ante la vida.
Mujer madura, sabia, lleva consigo el telescopio que su padre le regaló para ver las estrellas, la poesía, los viajes en los que con asombro sonríe. Leerla es poseer por un momento fragmentos del lente con que ve y vive.