ENTONCES, ESCRIBO
Por Damaris Disner
Soñé con un avestruz. Iba por la calle como si fuera un perro cualquiera. Y mi gata, Matilda, caminaba junto a mí. Cuando lo vio se avalanzó sobre él. Supe que era por defenderme. Él la atacó, yo la defendí. Estoy segura que el sueño lo provocó mi lectura de Un animal sobre la piedra de Daniela Tarazona. Leí su novela una madrugada antes cuando el sueño desaparece como lo hacen las estrellas fugaces.
Irma es una mujer que pierde a su madre y se dirige a la playa para transmutar su dolor. En su recorrido conoce a un hombre, al que luego le llama compañero, y a su oso hormiguero, Lisandro, que pasea con correa por las calles. Pensarás que entre un oso hormiguero y un avestruz hay muchas diferencias. Los primeros son nativos de América y los segundos de África. Aunque no se puede negar que ver cualquiera de ellos en alguna calle de tu ciudad, como si fuera una mascota, provocaría que voltearas dos veces para comprobar si tu visión es correcta.
Aunque lo dudes, hace diez años encontraron un oso hormiguero ´´vagando´´ por la zona turística de Puerto Arista, fue rescatado por inspectores de la Procuraduría Federal de la Protección al Ambiente (Profepa), al final después de proceso de inspección de salud, fue liberado en un paraje de la Reserva de la Biósfera La Sepultura.
Tal vez era Lisandro, el oso hormiguero del compañero de Irma, protagonista de la novela de Tarazona, quien la escribió en el 2008 y el oso fue hallado en el 2010, en una playa. La afirmación puede creerse descabellada porque estoy mezclando ficción con realidad, pero ¿quién puede negar que estamos en constante oscilación entre los dos planos?
Ilustración de Johanna Wright. Tomada de Internet
´´Yo deseo dar mi testimonio porque sé que otros padecen de la misma manera sin que pueda atestiguarlo´´, asegura Irma en la página 29. Cuando absorbemos lo que capta nuestra atención, tenemos la oportunidad de procesarlo para compartirlo.
La escritora originaria de Ciudad de México, confió a la revista Gatopardo en el año 2019 que la fascinación por los libros fue por su abuela, escribía poesía. ´´Comenzó escribiendo de la cotidianidad en sus diarios, a los nueve o diez años de edad, cuando se descubrió como una gran observadora y armó un archivo de imágenes en su cabeza´´. Para ella, la palabra ´´ha sido una necesidad de fuga´´.
Leerlo me trasladó al encuentro de la literatura que vivió Clarice Lispector, desde pequeña. Autora que ha sido gran referente para Tarazona, su tesis se basó en el análisis de la novela La hora de la estrella de Lispector, además de publicar un ensayo con el nombre de la narradora y ensayista, en Nostra Ediciones (2009).
Leer siempre evocará reencuentros, con nuestra memoria e incluso con lo que deseamos extraviar en el camino y se aferra en no dejarnos. Cuando leí el cuento para la niñez, La vida íntima de Laura de la escritora ucraniana-brasileña, encontré en la presentación de la editorial fragmentos que ligo a lo vivido por Tarazona, durante su infancia. Transcribo ´´cuando aprendí a leer, devoraba los libros y pensaba que eran como un árbol, como un bicho, algo que nace. No sabía que había un autor detrás de todo´´. Ella no se cansaba de enviar sus cuentos al Diario de Pernambuco porque los jueves publicaban cuentos infantiles, aunque la misma Clarice compartió en su última entrevista ´´pero nunca los publicaban, y sabía por qué. Porque los otros decían: ´Érase una vez y esto y lo otro…´Y lo mío eran sensaciones´´. Su literatura es difícil de clasificar por el constante vaivén entre la poesía y la prosa.
Tarazona y Lispector. México y Brasil. Sueño y realidad. ¿A dónde nos conduce leer? ¿Qué sensaciones despierta? ¿Oso hormiguero o avestruz? ¿Inventar o que nos inventen?
Encontrarme con la escritora mexicana, gracias a la recomendación de un amigo, ha provocado la posibilidad de romper esquemas, de ampliar la mirada, de ganar certezas, hace dos días fue su cumpleaños 45, por ello creo que las coincidencias son recordatorios de lo que debemos tener presente. Releer a Lispector, me recuerda el compromiso con la escritura desde las sensaciones y emociones. Cuando escribo de mí, estoy segura que también descubro a otras. Cuando escribo de otras, me descubro. Hay una memoria cognitiva y sensitiva que nos permite reencontrarnos. Tal vez sea el sitio exacto de inventar o inventarnos.