¡Enfermos y embrutecidos por el poder! Así se les puede denominar a las personas que sintiéndose arropados por todo un sistema, el patriarcal, asumen un puesto político y abusan de él no sólo para beber de más poder sino para cobijar a quienes también abusan de sus privilegios de hombres-blancos-ricos-heterosexuales, para denostar, acosar, robar a mujeres.
El poder en las manos de las personas equivocadas es terrible para el resto de la humanidad pero sobre todo para las mujeres puesto que el poder ha estado y sigue estando en manos masculinas. Recordemos casos como Hitler, Stalin, Díaz Ordaz, Salinas de Gortari, y una larga lista que no acabaríamos en este espacio. Ellos son tan sólo el ejemplo de que un hombre con poder, casi siempre lo usa para la maldad o para corromper, ultrajar, despojar, robar, matar arropados por el fuero que le da estar protegidos por un sistema que sutil y abiertamente perpetra lo masculino como sinónimo de abuso de poder.
Así ha sido en todas partes del mundo, y en todos los niveles. No ha sido suficiente la declaración de los Derechos Humanos ni los Derechos de la Mujer, ni las guerras civiles ni revoluciones. Simplemente, la estupidez humana sigue vigente y muy por encima de las leyes por más benévolas que parezcan.
Casos hay muchísimos, pero los primeros que me vienen a la mente son el embrutecido por el poder Roberto Domínguez en su carrera por la reelección pese a que sobran los señalamientos de su gris, ineficaz y misógina administración.
Otro es el de Sasil de León y compañía, quienes, en un abuso del discurso de género, han hecho un changarro familiar la Secretaría de Empoderamiento de la Mujer, dejando al frente a su cuñada a quien, dicen los que trabajan de cerca, sigue manipulando. ¿Qué beneficios tenemos las mujeres de tener a estas otras mujeres enfermas de poder en el poder? NINGUNO.
Pero hay uno en particular que llama la atención porque ha traspasado los muros de una institución de educación superior. Se trata del señalamiento que hace una joven menor de edad quien fue despojada de la herencia de su madre fallecida. Nublado por la posición política en la que se encontraba, sintiéndose arropado por familias poderosas, con las manos en la cintura Jorge Antonio Velasco Díaz, hoy secretario particular de la rectoría de la UNICH, le arrebató el dinero a esta joven, en un acto por de más cobarde y que la opinión pública reprueba.
Es grave tener en un espacio de poder, y sobre todo en el terreno educativo, a una persona del material del que está hecho Jorge Antonio, mayormente en un lugar donde se promueve el respeto, la inclusión, la justicia, entre otros valores importantes para la construcción de una educación democrática. Lamentablemente, a pesar de que el caso se ha difundido (y reprobado) públicamente, el acusado en cuestión no ha dado la cara, cerró su cuenta de Facebook, y poco se le ha visto en su centro de trabajo.
No es sano, en una sociedad que se presta de ser democrática, encubrir a personas que cegados por su posición, y agarrados fuertemente a los privilegios que le da el hecho der ser un funcionario público, transiten libremente sin ni siquiera remordimiento de conciencia.
Es más grave aún, cuando se trata de la encarnación de poder patriarcal: hombre, mestizo, clasemediero, (coleto además) lo que se ve reflejado además en el historial de más robos en su tránsito por los cargos de poder que ha tenido.
Quienes están ocupando un cargo en el servicio público deben de entender muy bien esas dos palabras: servicio y público. Su ejercicio es servir, ayudar y promover con sus actos, la justicia, la igualdad y la equidad entre la población a la que sirve. Público, porque su trabajo atañe a la sociedad y a ella se le debe.
No ensucien más a la política, señores en el poder. Tomar dinero que no es de su pertenencia es vil y descarado ROBO. Acosar a mujeres por el hecho de ser sus empleadas es un acto vil y cobarde; encubrir a quienes lo hacen, los hace doblemente viles y cobardes.
Sepan algo: nos quitaron tanto que nos quitaron el miedo.