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López Obrador es sin duda una de las figuras políticas más importantes de la llamada izquierda mexicana del siglo XXI. Su discurso, ha tenido como esencia el nacionalismo y el juarismo que ha servido para unificar diversos sectores sociales, incluyendo a la burguesía, y que en Tuxtla Gutiérrez dejó en claro su efectividad en el mitin reciente.
Su visita a Chiapas dejó muchas sorpresas, una de ellas fue la presencia numerosa de hombres y mujeres que llegaron a mostrarle su simpatía. Había una gran diversidad de mujeres: jóvenas, de pueblos originarios, con sus pequeñxs en brazos o de la mano, gueras, morenas, ancianas, niñas, adolescentes. Ninguna de ellas se vio aludida en el discurso de Andrés Manuel. En su juarismo y nacionalismo no cabemos las mujeres.
Recordemos que el nacionalismo nació como ideología para unificar a un México desestructurado por la revolución y que pretendía homogenizar a una nación bajo la figura del hombre mestizo, blanco, clasemediero, de habla castellana, afuera quedaron las mujeres, las y los indígenas, la clase obrera y el campesinado.
El Juarismo, una de las ideologías políticas liberales se implementó en México gracias a Benito Juárez; basado en el individualismo, el igualitarismo, la república y la separación del Estado y la Iglesia. Ese igualitarismo, que clamaba por la igualdad social, era una igualdad que sólo aludía a los hombres y en el individualismo existía el individuo (así en masculino) que estaba por encima de la Nación.
No es raro: ninguna ideología política, ningún movimiento político, por muy popular, progresivo o de izquierda que sea, tiene entre sus objetivos la reivindicación de los derechos de las mujeres.
La Revolución francesa, considerado un movimiento parteaguas para la Historia Universal por su ideología liberal y humanista, tuvo como fruto la Declaración Universal de los derechos del Hombre y el Ciudadano. Su redacción en masculino no es casual, en realidad se consideraba sólo al hombre como ciudadano con derechos. No fue casual que Olympe de Gouges, al redactar su contraparte, la Declaración Universal de los derechos de la mujer y la ciudadana, fuera condenada a la guillotina.
No es de extrañarse entonces que hoy en pleno siglo XXI, los movimientos progresistas de izquierda en México, tan sólo aspiren al discurso izquierdista de Andrés Manuel, que al ser una herencia de lo más progresista que ha existido en México, como lo es el juarismo y el nacionalismo, no estemos las mujeres reflejadas.
En los 10 puntos de su Proyecto de Nación, atiende a problemáticas como los medios de comunicación y su democratización; combatir los monopolios; crear una nueva economía; el campo y la soberanía alimentaria, entre otras. Las mujeres y los problemas que nos aquejan, nuestros derechos sexuales y reproductivos, la seguridad a una vida sin violencia a la que tenemos derecho, la regularización a los medios sobre los contenidos que refuerzan estereotipos de género, no están en su proyecto.
La enorme lona que acompañó a AMLO en su templete en Tuxtla Gutiérrez fue emblemática porque habla por sí sola: hace referencia a cinco héroes nacionales. Ni una heroína. Se le olvidó, que la historia de México también ha sido escrita por mujeres destacadas: Leona Vicario, Josefa Ortiz, las soldaderas de la revolución, y tantas más invisibilizadas por la Historia escrita por hombres.
Una vez más se comprueba que lo más progresivo de la política en México, por muy amorosa que sea, nos queda a deber a nosotras, la mitad de la población mexicana.