¿Vivir en un país donde el tiempo no avanza? No sé —dijo él, todavía nervioso, y pensó en Luzángela. Ángel Martínez Niubó
¿La evolución necesita del desorden? Me pregunté luego de leer la novela Luzángela del escritor Ángel Martínez Niubó y pensar en las épocas recientes en que desaparecieron instituciones y personas perdieron sus empleos, en que se ha demandado la falta de medicamentos en los hospitales, así como materiales de curación y que enfermeras dejaron de comer para que nuestras demandas fuera escuchadas. Nosotras tenemos desorden pero no evolución, libertad para insultar sin argumentos pero no evolución.
Pensé en mi Chiapas y en sus lágrimas, en el crecimiento económico de los políticos y en el despido de burócratas, en las desapariciones forzadas, en la trata, en las fosas clandestinas y me preguntaba si cambiaría la realidad social, política y económica por vivir en un país como el de Luzángela donde un día las cosas se estancan.
La niña se llama Luzángela, nunca antes había sido hospitalizada y su desarrollo psicomotor es normal. Tiene seis años, no hay antecedentes clínicos en su familia, y todos los estudios presentan valores normales. La doctora Diana es la primera en mostrar incredulidad… La niña no deja de llorar y sus lágrimas no secan, se convierten en una novedad en el campo de la oftalmología pediátrica, son el pretexto para pensar en las sociedades actuales, su crecimiento y movimientos ideológicos, políticos y sociales narrados con tintes de realismo mágico.
En la novela Luzángela, el escritor cubano Ángel Martínez Niubó construye una narración progresiva mediada por un narrador omnisciente que conecta la historia en dos espacios temporales, hay alternancia entre discursos y el llanto es visto como una solución adaptativa, la enfermedad es una solución adaptativa.
La vida como relación, proporción o analogía. El llanto como metáfora, así como la mujer y el hombre representados por Luzángela. El llanto en las mujeres, la tristeza de vivir en un país donde no se permite cuestionar los fundamentos del matrimonio ocasiona una energía que inmoviliza. En la obra, el no permitirse cuestionar los fundamentos de una sociedad es una energía que estanca.
Tú también crees que en la vida hay una energía que nos acelera y otra que nos inmoviliza. Una y otra pueden dominarnos. La enfermedad es un intento de dominio. Si intentas dominarme, enfermo.
Vives en un país donde apenas se permite cuestionar los fundamentos del matrimonio.
En la primera parte de la novela, el narrador está en segunda persona, en la segunda parte el narrador en tercera persona es omnisciente y cuenta la historia en tiempo futuro. Pasaron quince años cuando los personajes Luzángela Márquez de Ávila y Tomás de la Caridad Olazábal se rencuentran por casualidad en un café y hablan acerca de sus lágrimas, estudios y no respuestas otorgadas por los especialistas.
“…es un pueblo pequeño, y eso ayuda. Sólo quería hacerle ver cuánta sujeción. La gente se reprime, se confina, y eso también atenta contra la salud. Es como si las personas estuvieran diseñadas para no ser felices.”
La enfermedad de un país, la enfermedad de las mujeres traducida como depresión como una respuesta. Luzángela llora por una causa personal y sus lágrimas no secan por una causa general; al encontrarse con el mundo.
No sé si el desorden sea necesario para que Chiapas evolucione, pero coincido en que los intentos de dominio social tienen como consecuencias enfermedades en las personas como en las naciones y así nos estancamos en la pobreza e ignorancia, crecemos pero no nos desarrollamos.
Luzángela, una novela ha recibido importantes premios en Cuba y fuera de la isla. Ha participado en varias ferias del libro representando a Cuba. Si desean contactar al escritor Ángel Martínez Niubó, pueden escribirle al correo electrónico [email protected], o hablarle por teléfono celular al: (53) 54127150.