Conforme vamos creciendo, y de niñxs pasamos a la adolescencia, forjamos un mundo de sueños, metas, logros y deseos por cumplir, porque pasa que cuando llegamos a la edad adulta nos preguntamos a dónde se fueron los sueños por cumplir. ¿Por qué nos invade la desilusión?
Hay que saber que mientras estemos vivxs siempre debemos mantener viva la esperanza de ver cumplidas nuestras mayores anhelos y para ello hay que ser guerreras y guerreros todos los días, sentir pasión y amor por la vida, que cada día sea una hazaña al despertar, caminar, sonreír, llorar, regalar un abrazo…etc.
¿Qué nos falta para sentirnos vivos? No importa el lugar. Aquí mismo en la cárcel podemos experimentar la libertad, dejar atrás miedos, rencores y luchar cada día por nuestrxs hijxs, madres, padres, hermanxs, amigxs; por las compañeras en esta cárcel, por nosotras mismas.
Sorprendámonos de lo maravillosa que es la naturaleza, observemos lo que nos rodea, todo es perfecto y tenemos lo necesario para vivir.
Seamos curiosos: preguntémonos el por qué existimos, por qué nuestras condiciones de vida mejoran o empeoran y habiendo hecho un análisis personal de nuestra vida, pensemos para que existimos, cuál es nuestra misión: como madre, como padre, hijo, hija, esposa, etc.
¿Qué puedo hacer? ¿Con qué cuento y cómo he de lograrlo? Comprendamos que la base es la seguridad de hacer las cosas con amor, dedicación y la plena seguridad de que sólo hay una vida en el momento presente. ¡¡VÍVELA!!