Mientras esperaba el turno para entrar a la sesión de Terapia de Lenguaje con Samantha, una señora como de sesenta años tejía rápidamente suelas de zapatos para bebés. Era vendedora ambulante, y no le iba bien en las ventas ni en la salud. Con el entusiasmo adquirido un día antes en la Ciudad del emprendimiento, años previamente con ejemplos de artesanos que con apoyos han mantenido su trabajo, le pregunté:
-¿Ha solicitado apoyos Fonart, o PACMYC para producir más de sus zapatitos y tener un local?
La señora me contó que tejía zapatos para bebés, y era miembro del grupo de artesanas chiapanecas. Durante la presidencia municipal a cargo de Paco Rojas recibieron apoyos económicos para comercializar sus productos en otros estados y venderlos en espacios tuxlecos. Desde su percepción, a la llegada de la presidenta municipal Victoria Rincón, los artesanos y artesanas fueron mandados por un tubo, no hubo más poyos para viajes, ni espacios de venta.
Pero eso no la hizo salirse del sistema. Resultó que los artesanos líderes le pedían cooperación de cincuenta pesos, cien para trámites de papeles y además no vendía muchos zapatos así que aún produce, pero no recibe apoyos.
La señora fue llamada a uno de los consultorios para pesarla y el lugar se ocupó con otra mujer y dos hijos pequeños. La historia de la artesana fue ocupada por otra más triste.
Vive en San José Terán, trabaja en una iglesia, ríe pero se queja en cada frase y una va comprendiendo su desesperación y rabia conforme avanza su historia de madre soltera (sin pensión alimenticia) y con dos hijos con problemas de lenguaje.
-¿Por qué, pue, será que me tocaron así mis hijos, otras ni los quieren los hijos y le sale bien?- me dijo arqueando la ceja y frunciendo el labio derecho.
-No se queje- respondí, porque me molestó la pregunta-. Es un detallito, no habla bien pero escucha, está completo, corre entiende… con el esfuerzo de ambos va a salir adelante.
-¡Un detallito pue, pero cuesta dinero!- me respondió y narró historias.
El niño según mal diagnosticaron las maestras en la escuela era hiperactivo. Mientras esperábamos, él permaneció sentado cinco horas, sin correr o estar hablando. Además en el diagnóstico le pusieron problemas en el lenguaje, eso es cierto. La señora acudió al DIF Estatal y luego de un año y medio de terapia del lenguaje, en donde también recibía apoyo psicológico y estudios neurológicos por la cantidad de cincuenta pesos.
-Eso no me gustó, pagar cincuenta pesos- dijo. No era cuestión de gusto, si no de falta de recurso.
En el Hospital Gilberto de Jesús Gómez Maza la atención que reciben es gratuita. El trabajo de terapia de lenguaje para la casa es a un costo muy bajo (cuaderno, crayolas, plumones, pegamento y recortes de imágenes solicitadas por la Doctora María Rodríguez Faviel), para que los niños trabajen determinados fonemas y ejercicios. Algunas imágenes que no logran encontrar en libros o revistas viejas son buscadas en internet. La señora no sabe usar computadora así que dice le sale caro pagar el servicio de búsqueda e impresión a quince pesos.
-Una vez, no teníamos nada de dinero, y yo patee una piedra, y mi hijo iba a patear, según otra, y que me dice una señora ¡se le cayó su cartera! Había mil pesos en eso que parecía piedra, con eso comimos y le llevamos una caja con aceite, arroz a su abuelita. Así es la vida. Ahora quiere la maestra del chiquito de tres años que lo traiga a terapia del lenguaje, que porque no habla. Ya no me preocupa, porque yo estoy trabajando con el pequeño el mismo cuaderno que trabajo con mi hijo grande. También quiere cincuenta pesos que para un arbolito, ¿y de dónde le voy a dar, si no tengo para la comida?, pero mi hijito me dijo que quiere su arbolito, que sólo él no lo va a tener.
Regresé a casa pensando en la señora quien dijo dará los cincuenta pesos del arbolito, todavía no lo tiene, lo conseguirá.
Con cincuenta pesos de pasaje y algunas estampitas el futuro de un niño está cambiando para acceder a una vida mejor, con cincuenta pesos una maestra hará un árbol, un papá deudor de pensión se toma dos cervezas en una cantina mientras sus hijos pasan hambre… (Cincuenta pesos no es suficiente hace falta la responsabilidad de llevar al niño a la terapia, adquirir las imágenes, poner la cara en la escuela cuando llaman de la dirección. Hace falta estar presente).