En la portada una ilustración de Astrid Breiter, labios abiertos, dedos con uñas largas y pintadas estimulando las comisuras de la lengua, imaginas una lectura placentera. En la primera página encuentras la imagen de una mujer reposando desnuda sobre la cama con un paño entre las piernas, debajo de esta segunda imagen una cita del Cantar de los cantares; “y tu boca, el mejor vino mojándome los labios y dientes… que será bebido por mi amado, escurriéndose sobre labios adormecidos”.
En el libro Corpus Cantus, de Azucena Franco, Editorial La Tinta del Silencio, Colección Minitauro, la autora escribe con los cinco sentidos pero el tacto juega uno de los papeles más importantes, aunque en el entorno se escucha el mar, los gemidos, el ruido de la hamaca: “En silencio las figuras cantan, palabras no inútiles, no alcanzan a decir qué pasa”.
Son 18 minificciones donde la coautora de diversos libros, y ponente del género de minificción en congresos nacionales e internacionales, utiliza al tacto para explorar el cuerpo humano como territorio, zona de placer y así conseguir niveles altos de excitación dentro de los personajes.
“Escribo mi cuerpo en el tuyo, por un momento el trazo es pleno. De seguro se torna inseguro, no sabe por dónde va, aunque intuye la siguiente página.”
El recorrido abarca no sólo zonas erógenas, sino la búsqueda de nuevas franjas de placer, propiciando el juego, la comunicación y el deseo en parejas diversas en donde todas son alumnas. Las caricias son primordiales para la excitación erótica, se puede presidir de otros órganos pero no de la piel como señala a través de personajes con discapacidad auditiva:
“Sordos de nacimiento, con señas y cariños, las manos comunican. No hablan, no hace falta, tampoco escuchan sus gemidos, la chispa igual enciende.”
Corpus Cantus, fue editado y diseñado por Anais Blues y Luis Ramos, los textos son de Azucena Franco y la portada de Astrid Breiter. Es un lugar de caricias soñadas y recordemos que “las caricias soñadas son las mejores”.