ILUSTRACIÓN: KARLA BARAJAS
La mamá de Ángel Cipriano encargó una botella de mistela; Alguien tiene que comprar para que no deje de existir. Cada día menos personas la elaboran. Recordé aquello mientras leía en el menú de la Cocina Tradicional Zoque: “Salvemos nuestras culturas, cada que consumes productos regionales contribuyes a que culturas originales de nuestro hermoso México se mantengan vivas.
“A medida que la modernidad crece, nuestras raíces mueren”.
La globalización no necesariamente es responsable de la evolución de nuestro patrimonio cultural intangible, el Estado, instituciones, sociedad civil contribuyen a que bienes y servicios tradicionales sean fuente de ingreso para las comunidades tuxtlecas y de los demás municipios, brindando condiciones dignas y favorables para su desarrollo económico.
El patrimonio cultural formado por bienes que nos dejaron los antepasados, se encuentra en las canastas con dulces que nos ofrecen las señoras sentadas alrededor del antiguo Mercado Díaz Ordaz, nuégados, preparados a base de harina, azúcar, huevos, manteca y sal, tienen forma de salchichas, espolvoreados con azúcar roja y blanca en la parte de arriba, también con panela derretida van juntos siempre; los suspiros, bolitas de azúcar, yuca, huevos, fécula de maíz y agua; caballito, preparado a base de panela y harina (se dice tiene forma de caballito pero le encuentro más a perritos, cerditos y demás animales); palanqueta de semilla de calabaza y azúcar; turrones, a base de clara de huevo batido con azúcar y canela; turuletes de maíz, mantequilla y azúcar, manteca, panela y huevo.
Al morder un suspiro sientes como se libera el sabor mientras los dientes cortan y el panecito esponjoso intenta recuperar su forma. Me gustan los nuégados, mis hijos los probaron, y a Robert el caballito, regularmente trae a la casa bolsitas con cuatro o cinco caballitos. Imagino niños y niñas tuxtlecas los conocen. Incluso, una de las acciones positivas de la educación formal en Chiapas, fue introducir la cultura inmaterial en los planes de estudio de primaria, por lo que en el libro de segundo grado Mi tierra, mi gente, mi ambiente, encontré una sección recortable con los dulces antes mencionados.
Lo cierto es que desde hace años dejé de ver a señoras, niños y niñas cargando dulces tradicionales, y escuchar a eso de las seis el grito en las calles:
-¡Va a quereec cabaitoo y turule teeeeeé!
¿Se cumplirán las profecías apocalípticas de la doctora Mercedes?, ¿desaparecerá la elaboración de la mistela con el paso del tiempo?, ¿y de ser así, le seguirá el jocote y nanchi curtido?
Como bien dicen sabixs, el reconocimiento y apoyo a nuestra alma chiapaneca, a lo que somos, a los recuerdos y sabores, a nuestros conocimientos tradicionales, memorias y relaciones sociales está en el consumo que tengamos y en la promoción que le demos a nuestros productos, somos embajadores de Nuestro Patrimonio.