Por: Ámbar Barrera
Es el horario estelar para Televisa, o sea, el horario en que el mayor porcentaje de su audiencia está mirando la televisión. En un comercial vemos a una mujer (una súper mamá, como la misma publicidad dice) que es capaz de lavar la ropa y le queda tiempo para hacer la comida y jugar con sus hijos. Ella, además, es joven y hermosa. En la telenovela, la historia de siempre se desarrolla. La protagonista (rubia, de clase social alta, a la moda, católica…), es la dueña y directora de una importante empresa, sin embargo, es el protagonista masculino quien la salvará de la quiebra, de sus potenciales agresores sexuales, y con quien al final se casará y tendrá 3 hijos.
Esa es sólo una muestra del panorama diario para la mujer representada desde los medios de comunicación.
Desde los años 70, mujeres feministas en organizaciones como la Unesco, ya hablaban de como los medios de comunicación contribuían a reforzar la visión estereotipada de las mujeres en la sociedad, al manejar discursos en programas, series y comerciales, donde se refleja a las mujeres en sus papeles de madres y esposas sobre el de cualquier otro.
Esa representación persiste incluso aunque desde 1995 en la Plataforma de Acción aprobada por la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing, se pidió que se potenciara el papel de la mujer mejorando sus conocimientos teóricos y prácticos y su acceso a la tecnología de la información, lo que aumentaría su capacidad de luchar contra las imágenes negativas que de ella se ofrecen en los medios.
El Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), mediante una investigación en 2006, reconoció que si bien desde los 70 la presencia de las mujeres en los medios de comunicación había crecido notablemente, eso no significaba un cambio estructural en los contenidos y el enfoque de las noticias que se transmiten. Es decir, que aunque miremos en la televisión (o cualquier otro medio) a una mujer empresaria, sexualmente más libre, su imagen será explotada siempre y principalmente en términos de su sexualidad y de su apariencia física.
Además, el Inmujeres concluye que aunque en parte ya se representa a las mujeres como más autónomas y libres, eso hace contraste con el aumento de estrés, agotamiento, depresión y otras enfermedades en las mujeres, resultado de la exigencia de convertirse en las “súper mujeres”, la imagen promovida por los medios.
El Inmujeres afirmó que los estereotipos e imágenes que transmiten los medios se arraigan profundamente en la mente de los públicos y perduran en el tiempo, por lo cual es importante entonces atender y cambiar los contenidos que, lejos de coadyuvar a la erradicación de la violencia de género, la perpetúan y estimulan.
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