El trabajo no remunerado es aquel que se realiza sin recibir algún salario o ingreso a cambio. Algunos ejemplos de trabajo no remunerado se pueden encontrar en funciones de cuidado, servicios de salud y educación, realizados por mujeres y niñas hacia familiares y miembros de la comunidad. El valor de este trabajo es enorme, ya que significa una disminución de la carga financiera para el Estado, al eximirle del gasto asociado al cuidado de niños, adolescentes, personas con discapacidad, enfermedad o edad avanzada.
De acuerdo con los estudios del SIG (2014), las mexicanas dedican en promedio 31.3 horas a la semana al trabajo doméstico y de cuidado, mientras los hombres dedican 11.2 horas.
Además, el término «trabajo no remunerado» ha sido central en estudios relacionados con la implementación de acciones de política pública con perspectiva de género, ya que permite hacer visible uno de los principales obstáculos para la plena participación de las mujeres en el ámbito educativo, laboral o político. Asimismo, este trabajo constituye un ahorro para los Estados en gasto social, como demuestra el INEGI al afirmar que el trabajo no remunerado equivale a 23% del PIB.
A pesar del enorme valor que representa el trabajo no remunerado para la sociedad, muchas veces es poco reconocido y subvalorado. Esto resulta en una mayor desigualdad entre hombres y mujeres, puesto que las primeras tienen mayores responsabilidades en el hogar y familia sin recibir ningún tipo de compensación económica. Por ello es importante contar con acciones concretas dirigidas a visibilizar este trabajo e incentivar su reconocimiento.