La Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación (LFPED, 2003) de nuestro país, reconoce a la misoginia como una conducta discriminatoria, en el mismo nivel que la homofobia, la xenofobia, la segregación racial y el antisemitismo. La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV,2006) en el artículo, 5 fracción XI define a la misoginia como: “…conductas de odio hacia la mujer y se manifiesta en actos violentos y crueles contra ella por el hecho de ser mujer”.
La palabra misoginia proviene de dos voces griegas miso y gyne que significan detestar a la mujer. Se usa para referirse a creencias o expresiones emocionales, psicológicas e ideológicas de odio hacia las mujeres y a lo femenino. La misoginia se refleja en culturas o sociedades que consideran a las mujeres inferiores a los hombres y les atribuyen un rol centrado en la reproducción de la especie humana, en el cuidado de hijos/as y en el hogar, lo que resulta en prácticas de subordinación, sometimiento, violencia e incluso crímenes contra las mujeres.
En los últimos tiempos, se han hecho notables esfuerzos por parte de diferentes organismos internacionales para eliminar la discriminación contra las mujeres y prevenir la violencia sexual. Aunque sigue habiendo muchos casos de misoginia en todo el mundo, hay un entendimiento generalizado de que esta forma de discriminación no es aceptable. En este sentido, existen importantes obras escritas por filósofas feministas como Celia Amorós, Amelia Valcárcel, Alda Facio o Marcela Lagarde que profundizan sobre este tema.
Es fundamental concienciar acerca de la misoginia para erradicarla y avanzar hacia un mundo en el que todas las personas sean tratadas con respeto sin importar su género. Asimismo, debemos promover campañas educativas dirigidas al público joven para conseguir un cambio cultural en nuestra sociedad.