La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) define en su artículo 1º la discriminación contra las mujeres como: «Toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga como objetivo o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por parte de la mujer, independientemente de su estado civil, de los derechos humanos y libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural y civil u otras esferas». Esto significa una violación al principio de igualdad de derechos y al respeto a la dignidad humana.
La discriminación de las mujeres puede manifestarse en una variedad de formas y se expresa a través del prejuicio y la estereotipización, la violencia económica, simbólica y física, el acoso sexual y otros tipos de trato desigual en el hogar, el trabajo, el sistema educativo y la vida pública. Las mujeres enfrentan discriminación en todas las esferas de la vida diaria. Por ejemplo, las mujeres tienen menos posibilidades que los hombres para conseguir un empleo remunerado y también sufren discriminación salarial. Además, tienen dificultades para acceder a servicios financieros y a la educación. Estas formas de discriminación tienen un impacto directo en su capacidad para desarrollarse plenamente como individuos y como miembros activos de la sociedad.