Por: Gabriela Montoya/Pavel Carreón Nava
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.- En la comunidad de Corazón de María, municipio de San Cristóbal de Las Casas, existe aún una práctica tradicional, que proviene de la cultura tsotsil, de los Altos de Chiapas: la hechura de la “nagua” prenda representativa de la región. Es una falda, hecha de lana de borrego en color negro y es la vestimenta característica de las mujeres tsotsiles.
Esta práctica tradicional, es parte de un conocimiento experiencial, que se ha dado de generación en generación a través del conocimiento sensible, oral y visual que se va aprendiendo con un procedimiento que inicia desde el pastoreo hasta la forma de vestir. Todo esto la hace una tradición que ha resistido desde la conquista pasando por la Colonia hasta nuestros días manteniéndose como una práctica vigente en la identidad de este pueblo maya que sigue vivo y dinámico. Resiste, resiste y lo seguirá haciendo. La manera en que se mantiene viva se evidencia en su proceso de elaboración, como se describe a continuación.
La crianza del borrego
Desde muy pequeñas las mujeres de la comunidad aprenden la actividad del pastoreo donde ellas, cuidan al borrego, animal que produce la lana, que anteriormente era sagrado para esta comunidad, en el sentido de que no se puede ingerir. Los antepasados de estas comunidades aprendieron a domesticarlo y a explotar a esta especie por medio de la práctica o el conocimiento sensible y experiencial.
El procedimiento que comienza desde la cría hasta la obtención de la lana es transmitido de forma oral y práctica, es un conocimiento tradicional. Cuando el borrego nace lo apartan del rebaño y solo está con la madre para que ésta le dé de comer, cuando la oveja empieza a sostenerse por sí sola se incorpora al rebaño, así lo explicó en entrevista Juana Díaz Méndez.
La obtención de la lana
Cuando seleccionan a la oveja que ya está lista para que se le extraiga la lana, la acuestan en el suelo y comienza el procedimiento para la elaboración de sus prendas. Al empezar a rasurar a la oveja van acumulando la lana hasta que tengan la suficiente, se dirigen a un río a lavarla para quitar todos los rastros de suciedad.
Después la remojan en pozol agrio, este paso no se da en todos los casos. Un conocimiento importante que refleja esta actividad es rasurar al borrego cuando la luna está tierna, es decir, cuando la luna apenas está visible. Pues existe la creencia que hacerlo de esta manera favorece a que el pelo del borrego crezca con más rapidez, según lo reveló Juana Díaz. Una vez teniendo la lana, se lava en el río con un jabón especial llamado Ch’upak, que es una raíz que nace debajo de la tierra, este conocimiento y de otras plantas es aprendido mediante los sentidos y el conocimiento oral.
El hilado
Una vez seca la lana se hace en forma de bolita, este proceso se llama petet que consiste en un hilado grueso, el petet es el que va formando la nagua, en eso radica su importancia, es decir, es el primer tejido para darle forma a la falda de lana nagua. Después la lana hecha en petet, pasa por un hilado más fino que consiste en hacer el hilo más delgado, este proceso se llama K’alax, luego se hace un hilado más fino sobre el primer tejido Petet. Posteriormente, la nagua pasa por un proceso de hilado final llamado jalamt’e. Todos estos pasos le dan forma a la falda de lana, es importante señalar que primero se tiene que tejer la nagua para después teñirla.
El teñido
Juana Díaz Jiménez, habitante de la comunidad quien también elabora las naguas, comenta “Una vez hecha la nagua se prosigue con el teñido de ésta, este proceso dura tres días, para el teñido necesitamos el ik’alum (lodo negro) y el ch’ate (planta amarga), algunas veces no encontramos los materiales aquí y lo conseguimos en San Antonio las Rosas”.
Explicó que el procedimiento para el teñido consiste en poner agua en una tina de metal, con capacidad aproximada de 80 litros, y cuando empieza a hervir, se agrega el ch’ate (planta amarga), después se coloca la nagua y posteriormente se agrega el i’kalum y se deja durante tres días hasta que el color se impregne en la nagua. Todo este proceso tiene que ser en el fuego, y requiere del cuidado de quien está tiñendo la nagua para que no se queme o se acabe el fuego.
La nagua como proceso identitario y medio de resistencia
El proceso de la nagua, es en la práctica, para las mujeres una actividad que aprenden desde niñas, también los niños se ven involucrados, sin embargo, cuando las mujeres son grandes ya tienen el conocimiento necesario para aplicar lo aprendido desde niñas, esto involucra en cómo hacer la nagua pero también cómo ser madre y esposa.
Mas allá de decir que los pueblos originarios son resistencias, se tiene que reconocer la diferencia de los otros, reconocer los saberes pero desde una perspectiva que permita, la desprofesionalización de los que pisaron una escuela para aprender, los que desde un inicio acumulan el conocimiento para compartirlo sin títulos, como dijo alguna vez el Sub Comandante Insurgente Marcos, hoy Galeano.
Entonces el proceso y la reproducción de la cultura de los pueblos indígenas es un ya basta silencioso que se mantiene vigente mediante prácticas como la nagua, el telar, la milpa, la concepción del universo, del cuerpo humano, de la sexualidad, de la maternidad y más elementos. Los pueblos originarios en México son una voz fuerte que está reclamando respeto a la vida misma al territorio, a la naturaleza y a la cosmovisión, y también están dispuestos a unir sus voces con otros pueblos y con otras resistencias para cambiar su realidad.
La nagua es una práctica tradicional en resistencia, y un símbolo de folklor que resalta, la identidad de un pueblo pobre y rico a la vez. Entonces esta práctica se transforma en resistencia, porque es un saber local que ha sido heredado, y conservado durante más de 500 años, esta resistencia a través del tiempo y de los embates del neoliberalismo la hace una lucha identitaria transformante y cambiante, que seguirá resistiendo.