Por Frida Cartas
En los últimos días he tenido la oportunidad de revisar un protocolo-manual sobre prevención de abuso sexual a niñas, niños y adolescentes, que será impreso y destinado a instruir y capacitar a personal institucional en dependencias de gobierno que trabajan por el bienestar de las infancias, así como la procuración de sus derechos humanos. Cosa no menor y punto crucial para atender esta violencia en medio de un mundo adultocéntrico, y un país como México que desprecia a su población infantil.
Pero como es de esperarse les falta un chingo por conocer, informar y nombrar, quiero pensar que es esto, y no que sabiéndolo y teniendo conciencia del abuso, omiten ser parciales por cuidar la diplomacia (que a nadie garantiza derechos) y la tan apabullante equidad de género, que no es nada más que una mera estrategia desde el gobierno para venderse preocupado por el país donde se matan mujeres y niñas a diario, como si fueran cosas.
Antes es relevante aclarar que el abuso sexual forma parte de una pirámide general llamada violencia sexual, dentro de ésta se encuentran la violación, la trata, la explotación sexual, el matrimonio forzado, las relaciones sexuales por presiones o chantajes, el acoso sexual, y por supuesto el abuso sexual.
Una de las cosas que observé en este protocolo-manual, que no diré cuál es ni quién edita ni a dónde va, para no meterme en más problemas, ¡já! Y porque finalmente, justo hago este artículo con el objetivo de mencionar la necesidad y urgencia de nombrar al abuso sexual bien, y nombrarlo por completo.
Es vital cuidar siempre, ya sea en protocolos, manuales, campañas, talleres, diplomados, activismos, feminismos, redes ciudadanas, oenegeísmo, etcétera, no caer en el uso de violencia sexual como sinónimo de abuso sexual o violación, ni mucho menos dar pie a confusiones, las fronteras son muy claras, y la violencia sexual es una sola que se manifiesta de distintas formas. Hasta en las tipificaciones de delito tienen esas separaciones, y así hay que señalar cada cosa.
Entendemos la relevancia que tiene el protocolo en cuestión para prevenir o castigar el delito, sobre todo porque va dirigido a funcionarios, a quienes aplican leyes en los ministerios públicos u orientan en las instituciones o dependencias, pero estoy segura que esto que diré no es poco y debiera irse comprendiendo y quedando muy claro tanto en las instituciones, dependencias, organismos, procuradurías, sociedad, casa, escuelas, la ciudad, el país, la mente de las personas, en todos los espacios…
Primero, la violencia es sexual porque está intrínsecamente relacionada con la sexualidad de las personas, todas las manifestaciones de esa violencia que mencionamos arriba, suceden en el cuerpo de las personas, en este caso cuerpos de niños y niñas, pero los cuerpos son sexuados, es decir, donde crece, fluye, evoluciona, se modifica, la sexualidad… El eje medular de la sexualidad humana es el género, por lo tanto la sexualidad no se reduce sólo al acto sexual, y lo que común y generalmente relacionan con pene, vulva y tener sexo… Este protocolo-manual, así como el resto de la sociedad, las campañas, los talleres, diplomados, las instituciones, el gobierno, y hasta muchos feminismos, se quedan siempre con el abuso sexual cuando hay pene, vulva, tocamientos, exhibición y videos pornos de por medio y ya. Pero el abuso sexual es mucho más, repito, tiene que ver con el hecho de cómo viven y expresan la sexualidad los niños y las niñas con el cuerpo y desde el cuerpo, SU CUERPO, y que al hacerlo hay una persona mayor que está alterando, imponiendo, explotando, engañando, manipulando y sometiendo esas vivencias y expresiones , en ese sentido cuando un adulto, tutor, madre, padre, familiar, quien sea, pone el uso de autoridad, coerción, imposición, manipulación, engaño, sobre un niño o niña está cometiendo un abuso sexual, porque no está dando pié a la libre expresión de la sexualidad, ni el cuerpo, ni el género, ni todo lo que a partir de tales cosas emana, en los niños y las niñas con autonomía propia.
Un adulto que hipersexualiza a una niña está cometiendo un abuso sexual. Un adulto que corta el cabello a fuerza a un niño que no quiere hacerlo, imponiendo estereotipos y mintiendo sobre la condición de vivirse o ser hombre está cometiendo un abuso sexual. Un adulto que incita a un niño o niña a imitar la sexualidad de mayores con el baile, el postureo, los discursos, está cometiendo un abuso sexual. Una familia que por creerse intelectual forza a un niño o niña a memorizar libros, números, en pos de una educación mejor, está cometiendo un abuso sexual. ¿Y pareciera que estas cosas no lo son, cierto? Busque más ejemplos de las expresiones de sexualidad en niños y niñas, y como a diario un adulto interfiere, modifica, engaña e impone, sin necesidad de un video porno, un tocamiento, una erección, una vulva, y todo lo que siempre toman como referentes de abuso sexual.
¿Cuántas veces no damos espacio a niños y niñas de vestirse como ellos y ellas quieren? ¿De usar el cabello, los zapatos, o su propio cuerpo para sentarse, caminar o hacer como ellos y ellas quieren? ¿Cuántas veces no hemos visto a un familiar o padre, o adulto, abrazar a una niña y apretarle la nalga o darle una nalgada como “expresión efusiva de cariño? ¿Cuántas veces no vemos a mamás maquillando niñas, comprándoles jeans o zapatos de jóvenes, y hasta tiñéndoles el cabello? ¿Qué otras formas de abuso sexual le vienen a la cabeza ahora que más o menos estoy escribiendo y comentando aquí que abuso sexual no es sinónimo de sexo, exhibición, videos pornos, penes o vulva?
La forma en que este protocolo-manual, así como la sociedad en general, la casa, la familia, la escuela, los funcionarios, el país, los activismos, etcétera, usan el término abuso sexual como sinónimos de masturbación, miradas lascivas, tocamientos o genitales es demasiada y muy insistente. Y para apoyar o respaldar la idea común tienen a la OMS, la OPS, al Comité de los Derechos del Niño vía la Observación General No. 13, la ADIVAC, la CAINM del IPN, y hasta a Save The Children, que si revisamos no amplían el abuso sexual más allá de todo lo relacionado con pene, vulva, sexo, y lo que puede ocurrir con excitación, tocar, ver, tomar por fuerza.
Nuevamente volvemos a entender que la parcialidad en todo este trabajo y sectores tiene que ver con que manejan un abuso sexual tipificable, que se castiga vía las leyes, la cárcel, las multas económicas, ¿porque cómo castigarías a un adulto que hipersexualiza a su hija, que impone masculinidades tóxicas y hegemónicas a su hijo? ¿Cómo se castigaría a un adulto que sin pene, vulva, sexo, exhibición, porno, de por medio, abusa sexualmente de un niño o niña cuando interfiere e impone en la sexualidad de ellos y ellas con algo tan “simple” con decirle que los hombres no lloran y chulean a las mujeres porque es natural, por ejemplo? ¿Cómo?
Sin embargo, aún cuando no se pueda “castigar”, es necesario pues que si vamos hablar de abuso sexual infantil lo hagamos con más detenimiento y análisis que el moralista discurso y pensamiento de sexo y genitales, porque el abuso sexual no se reduce a ello y está más allá de ello, y porque los niños y las niñas también se masturban, se tocan a sí mismos, y exploran su cuerpo, lejos de la mirada y rectoría de adultos, sépanlo y entérense. Los niños y las niñas tienen sexualidad propia, suya. Si vamos hablar de abuso sexual infantil que sea no sólo en la línea de lo tipificable sino en la generalidad de la cultura, la vida cotidiana, las actividades comunes, la construcción social, y todo lo que no se nombra o no se quiere nombrar, pensando con ello que no es o que no existe.
Por último, hay que diferenciar entre equidad e igualdad, la equidad no es un derecho humano, y la igualdad tampoco se trata de ser iguales, sino de poder ser diferentes (o comprender la diversidad) y poder respetar esas diferencias con las mismas garantías constitucionales y el ejercicio de derechos humanos. Así como con una cultura de la no opresión e imposición. La igualdad sí es un derecho humano universal. Lo mencionamos porque es ofensivo que ahora nos quieran hacer quedar a nosotras las mujeres como violadoras, acosadoras y abusadoras sexuales, en este protocolo, y en la sociedad y mundo también, sólo porque “ya aparecieron unos datos estadísticos” eh. Datos han habido siempre, no son nuevos, pero nosotras, las mujeres y niñas somos deuda histórica, asunto emergente, pendiente y urgente, por priorizar la equidad de género, y querer aplicar un humanismo por encima de feminismo (que no lo es, ni es mera igualdad) estamos siendo insensibles con la deuda histórica, y poniéndonos a nosotras en el mismo tenor de ellos, los hombres, quienes han abusado masiva e históricamente de mujeres y niñas.
Y ya. Nombrarlo bien, nombrarlo por completo, y nombrarlo sin miedo y sin titubear o tibiezas.