Por: Valeria Valencia
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.- Con tan sólo 6 años de edad, Nadine encontró en los colores plasmados en el papel, la manera de crear un mundo propio que la llenaba de fantasía, de mundos no reales, creando personajes imaginarios. Hoy, la creación artística es una búsqueda de ella misma, un puente hacia el subconsciente y una manera de mostrar mejores caminos a la infancia.
A Nadine Schlubach, la enamoró en su juventud el arte clásico, la figura humana, y las raíces de la pintura que encontró en Florencia, Italia; sin embargo, la naturaleza viva, los colores, los olores que descubrió una vez que pisó México, fue algo que la atrapó, porque “va más allá de la teoría y de la Historia, una se llena de todo lo vivo que encuentras aquí”, exclama con un brillo en los ojos.
La creadora, y hoy también pedagoga en la práctica, rememora sus inicios en la creación pictórica y los encuentra en la niñez, cuando su condición de hija única, la hizo refugiarse en la pintura y encontrar en ella un mundo propio. Es una convencida, como Picasso, que “todos nacemos artistas”, por ello su convicción de mostrar la senda del arte a los niños y niñas para que a través de él “se conecten con su mundo interior”.
De Berlín a New York y de ahí a Florencia y luego a México, hoy en día Nadine, que se ha formado en la fotografía, escultura, historia del Arte, diseño, grabado y artes plásticas, ha pasado de la pintura clásica, naturaleza muerta, a la exploración de sus sueños, de los recuerdos que habitan en su mente.
El arte como un puente interior
Cuando sus dos hijos, de 6 y 3 años de edad y su esposo Sergio también pintor, cesan el bullicio y entran al sueño nocturno, Nadine despierta, con cansancio a cuestas, y toma el pincel. Acompañada sólo por la noche, ella se introduce a sus recuerdos, esas voces que le llaman desde lo más inconsciente y busca entonces darles vida en el plano real y consciente.
Hasta el momento, no se ha planteado vivir de la creación artística, la razón principal se la atribuye a su timidez “no soy de exposiciones ni de ventas”, asegura, más bien se ha concentrado en enseñar cómo a través del arte se puede desarrollar la sensibilidad en los niños y las niñas.
A raíz de su experiencia como madre, le preocupa qué tipo de adultos se está formando hoy en día, y ante la omnipresencia de la televisión y de las tecnologías, considera que el pintar le permite a las y los pequeños, “desarrollar el mundo interior y conectarse con él. Al crear, se desarrollan las dos partes del cerebro y la sensibilización porque además los colores son sentimientos, emociones y eso los niños son capaces de desarrollarlo” explica.
Actualmente, Nadine desarrolla esta parte pedagógica en Laterne, Centro formativo de experimentación artística, espacio independiente que de manera gratuita ofrece talleres dirigidos principalmente a la población infantil.
Ella está a cargo del taller de experimentación pictórica y de dibujo, donde acompaña a los niños y niñas a sentir y experimentar en todo su cuerpo la vivencia del dibujo y la pintura que a la larga, se puede convertir en una búsqueda incansable de sí misma, pero también de un mundo real más imaginativo, más colorido y sensible.