“No me llores no, porque si lloras yo peno, en cambio si tú me cantas yo siempre vivo y nunca muero…”, era la melodía del compositor y escritor oaxaqueño Andrés Henestrosa, que ejecutaban músicxs en el Cocoliche, ubicado en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas.
En las ventanas de estas instalaciones el frío quedaba pausado, en la espera de poseer la sombra del transeúnte. Y aunque el clima invernal se esconde en la raíz de los árboles y en las siluetas de las manos recién frotadas, incitaba a que los consumidores equilibraran su temperatura corporal. Algunos bebían vino y emanaban su olor como si se tratara de un mantra.
La cellista Marusia Pola Mayorga quien tiene 35 años, se encontraba sentada frente a la barra de este bar, tenía el cabello sujetado y un suéter negro con la imagen de un búho; antes de verla a los ojos, un delgado cristal te saluda.
Actualmente se encuentra estudiando la maestría en Musicología en Texas Tech University y tiene como mentor al doctor Christopher Smith, musicólogo especialista en diáspora africana y tradiciones vernáculas del mundo.
Ha mezclado su pasión por ejecutar un instrumento con la investigación y el feminismo. De niña tuvo el hábito de la lectura y creció bajo las normas de una familia tradicional. En alguna ocasión pensó en dedicarse a la creación literaria, se inscribió a varios talleres, pero se percató que no era una buena creadora sino una buena lectora. Entre sus autores favoritos se encuentra Haruki Murakami.
Foto: Karla Gómez.
Tampoco compone melodías, sin embargo disfruta canciones de géneros como el jazz, sobre todo música popular y vernácula.
Empezó a tocar el cello a una edad tardía, a los 21 años, debido a que en una ocasión llegó a un concierto de cello en el Teatro de Puebla, y el músico Juan Hermida, le dio la impresión de ser un hombre muy feliz por la forma en que tocaba el instrumento.
Sin embargo, estudió la licenciatura en Música de Cello y al egresar estuvo tocando como suplente en una Sinfónica o de Puebla; fue atrilista de la Orquesta Sinfónica de la Benemérita Universidad de Puebla; y primer cello y atrilista de la Camerata Arias. Posteriormente, cursó la maestría en Cello Performance en la Middle Tennessee State University, Estados Unidos.
Las manos son herramientas indispensables para los músicxs, es un trozo de alma que recorre el cuerpo de los instrumentos, pero si llega a afectarse no permite la movilidad habituada y provoca tendinitis.
Para Marusia padecer esta enfermedad, sobre todo en la mano derecha se vuelve “un tope”, así que en ese tiempo que estuvo sin actividades comenzó a cuestionarse sobre la felicidad que produce tocar un instrumento.
“Como caída del cielo, una maestra de la carrera de musicología, a quien considero mi mentora, la doctora Felicia Miyakawa, musicóloga especialista en Hip-Hop, me dijo que entrara a su clase sobre Historia de la música del siglo XX. Empecé a sentir que de aquí soy, y como vio mi entusiasmo me aconsejó que tomara las demás clases. Yo tenía una buena beca, y eso me permitió tomar muchas clases extras, me inscribí a sus seminarios. Ella me abrió un universo, tomaba todos sus cursos donde hubiera análisis de mujeres… después me llevaba a conferencias”.
El narco corrido en el pueblo de Chiapas
La cellista consiguió la maestría y regresó a la República Mexicana, pero invadida por el gusanito que le provocó las clases de Musicología decidió postularse a ser alumna de esta maestría.
Pese a que viene de una formación de música clásica, disfruta de la música popular ya que a través de ella se puede entender la historia.
“La música clásica es hermosa, yo vengo de una escuela clásica, pero no refleja la realidad del pueblo, porque se mueve en círculos cerrados y responde a distintos privilegios, de clase, raza y economía. Y si quieres irte a la música clásica y analizar la composición mexicana contemporánea, terminarás trabajando con un grupo reducido de gente hiper privilegiada, con estudios en Europa y Estados Unidos y que vienen de familias con un poder económico, no me van a decir nada.
“Es muy bonita, corresponde a otros patrones estéticos, pero me encanta a la música popular porque haces el rastreo histórico, todo tiene una razón de ser, si ahorita el narco corrido que viene del norte del país al sur se ha vuelto viral es por algo”.
La investigadora realizó un trabajo que publicó en el anuario de la universidad, sobre un grupo de narco corrido de esta entidad chiapaneca: Karteles de San Juan, con el nombre del proyecto “100% Chamula!!: Transgressive identities and musical transculturalism in the Mexican south border, que presentó en la reunión anual de la American (Identidades transgresoras y transculturalismo musical en la frontera sur de México) el 10 de Octubre del 2015.
Cuenta que es interesante observar cómo este género musical muta en el camino y cómo del narco corrido norteño que sí es una narración histórica, se convierte en un discurso de identidad, considerados como los trovadores del siglo XXI, “quién sabe si se irá Centroamérica”.
Menciona que en el sur es una forma de empoderamiento, es darle identidad ya que siempre ha estado en la cuerda floja la lucha indígena y siempre va a estar en resistencia porque todavía no vivimos una justicia de clases.
“La identidad tsotsil es muy adaptable porque tiene esa cosmogonía, son tan inteligentes que se apropian de un género que tiene un discurso violento, un empoderamiento que todo mundo lo cacha. Se apropia del género de narco, para conservar su identidad: antes de ser narco, soy chamula”.
Músicas transgresoras
Entre las músicas transgresoras que Marusia Pola Mayorga ha detectado se encuentra la ex integrante del grupo “Ultrasónicas” Jesy Bulbo, quien a través de la música da un discurso transgresivo tiene un control en el escenario.
Foto: archivo.eluniversal.com.mx
Sin olvidar a Lola Beltrán quien estableció normas vocales; Guadalupe Pineda aunque no fue tan conocida; y Chavela Vargas quien rompe con todos esos esquemas del mariachi, ya que al interpretar melodías de José Alfredo Jiménez lo hace de una manera más lento, el fraseo y el tiempo es tan lento e íntimo.
“La lectura es diferente, es una mujer apropiándose de esta tradición de hombre, dándole otra interpretación. Estéticamente tiene un manifiesto, se deshace del mariachi, eso fue un cambio de nivel transgresor”.
Considera la celista que el género ranchero es uno de sus temas favoritos de investigación, lo que la motivó a hacer un pequeño análisis sobre la música de José Alfredo Jiménez, con la versión grabada que lo ubicó en el año de 1956.
Explica que el género del mariachi habla sobre las masculinidades, el modo de comportarse de los hombres que “si sufrió, no se acuerda”, el espacio se da en las cantinas.
Informa la investigadora que este género nace de una identidad nacional oficialista, “es un invento”, ya que sale de una necesidad gubernamental de homogenizar la identidad mexicana.
“Es excluyente, habla del mestizo-indio-español, pero no habla sobre la población afromexicana”.
El mariachi, cuenta la también feminista, era un grupo de músicos nómadas que tocaban muchos géneros, como sones, guapangos, polcas, por citar algunos ejemplos, “se empieza a homogenizar y le ponen trajes e instrumentos de metales, introducen el arpa”.
Resalta que si se pone a investigar música muy comercial, tiene que ser muy consciente que el cantante o autor con el que estás contactando está articulando como discurso artístico y que pasó por un millón de filtros, y no hay libertad artística cuando estás bajo contrato.
Considera la investigadora que la industria comercial marca tendencias, ya que dicta qué genero estará escuchando en los medios de comunicación como la televisión, radio e internet.
“Artistas como Beyoncé, Rihanna, andan en ‘este rollo feminista’. Beyoncé sacó un letrero en un concierto que decía: ‘feminista’. Sus discursos son chafas y excluyentes porque viene desde el privilegio y que al final, a alguien en un país tercermundista no responde a su lucha”.
Añade que no es casualidad que estas artistas famosas estén autonombrándose feministas porque no se les ocurrió a ellas, es una tendencia que la misma industria considera necesaria.
Marusia: música y feminista
Foto: Facebook de la entrevistada.
Considera a la música como algo instintivo, y que está tan pegado a nosotrxs y que es definido por nuestro entorno cultural.
No se definía feminista. Sin embargo, sostiene que el feminismo lleva al autoconocimiento y te enfrenta a tu misma historia y eso incomoda: “Yo creo que el rechazo de muchas mujeres viene de ahí porque no sólo se trata de una ideología externa. Al entrar el feminismo te revisas y te encuentras con tus demonios, es aceptar cosas que haces, que hiciste”.
Marusia, toca en un grupo de grupo de música vernácula anglosajona, inglesa, escocesa, y piensa postularse para el doctorado en musicología.
Ella habla bajo un tono agudo, como si alguien deslizara sus cuerdas vocales, para dar paso al solo de una trompeta. Habla en una forma motivadora, con respiros, como si interpreta su obra musical, una obra contemporánea que incluye el feminismo y la investigación.
Créditos de la foto destacada: Tif Holmes photography.