Fotos: Alcaraván Cultural.
Los domingos, para María, son desde hace muchos años día de labores. Ella camina entre los árboles de primavera, entre el viento que recorre a Tuxtla, y el poco tráfico que se tiene en la ciudad. Camina encontrando historias en las calles y avenidas, instantes que se convertirán en memoria.
Sus ojos color miel, la ubican en esta capital. Se traslada a parques principales: San Roque, San Marcos y el Jardín de la Marimba, por ejemplo. Encuentra en estos espacios públicos a personas que usan el fin de semana para escucharse fuera de casa, para verse fuera de casa y reír. Risas que ella también comparte mientras charla con una gorra puesta y una camisa de manga larga.
Coloca su mano en el carro de fierro que empuja para trasladar dos botes llenos de basura. Envolturas, papeles, botellas de plástico, principalmente, ocupan los recipientes. Mientras, uno de los tambos aguarda una escoba de palma y una pala.
La luz de las 14:00 horas se hace presente. Pausa su andar sobre la sexta poniente y Avenida Central. Está consciente que mañana es 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer. Fecha que no se festeja, dice, sino más bien se visibiliza a la mujer en los diversos espacios que ocupa. Comparte que ella ejerce doble labor: como madre y trabajadora, siendo el primero, una actividad que no es redituable.
La barrendera tiene 48 años de edad, de los cuales 16 años han sido para ejercer este oficio que le permite generar su propio dinero. Empoderarla, y con ello, colaborar con su esposo con los ingresos en su hogar. Tiene tres hijos, el mayor de 12 años y la menor 3 años. Quizás, apunta, no es mucho el sueldo que recibe, pero sí le permite contar con prestaciones y seguro médico, prestaciones que ella considera necesario, sobretodo, en esta época que se vive y en donde el costo de la canasta básica ha aumentado.
Dice la nacida en Tuxtla que ser madre es una etapa muy bonita que ha vivido. Es ver su sangre en otras personas, la continuidad de su árbol genealógico. Ahora que está la pandemia a causa del Covid-19, se siente un poco aliviada, ya que, puede ver a sus hijxs estudiar, sin el temor de que se contagien o que alguien los robe, como los casos que ha escuchado de la vox populi.
Esas son algunas de las preocupaciones que tiene como mujer, de lo demás dice “hay que darle buena cara a la vida”. Por ello, continúa aferrada a la vida, como el sol que gira y gira y sin embargo, produce en sombras.
María lleva la mitad del día trabajando. Inicia a las siete de la mañana y finaliza a las siete de la noche. Le gusta este turno, ya que, confiesa, en la noche es otro el ambiente. Ha encontrado amuletos tirados, o uno que otro apasionado besándose entre el silencio de una ciudad que desconoce lo que ocurre cuando todo queda quieto.
El compañero de María ha avanzado. Ella se despide. Se dirige hacia el lado poniente. Continúa el recorrido que conforma su encomienda, que tiene como objetivo limpiarle el rostro a Tuxtla, para que los demás se busquen o se encuentren; o tan solo caminen.