Por: Karla Gómez
FOTO:MANUEL CRUZ
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.- Las principales calles de la ciudad aún no despertaban. Victoria Sáenz esperaba su primera entrevista en el Parque «Jardín de la Marimba», frente a las palomas sujetaba con su mano derecha el poemario «Las Provincias del Aire» de Jaime García Terrés. Su mirada expresaba las imágenes poéticas en el piso u otro espacio vacío de figuras, después sonreía. Vestía una chamarra azul con botones dorados, de corte gala militar, pantalón oscuro y un par de botas.
Victoria cerró su libro al paso que me acercaba… Después caminamos al diván de los escritores, la cafetería.
SEMILLA
La poeta creció entre las ciudades de Tuxtla Gutiérrez -de donde es oriunda-, San Cristóbal de Las Casas y Chiapa de Corzo, con el aroma de las maderas que salía del taller de carpintería de su abuelo artesano Alberto Robles: «Jugué en el taller, pensando en los aromas y diferentes sonidos que hacía el viento en la galera», dijo.
Recalcó que esa actividad fue un detonante para los escritos que redactó en la adolescencia.
«Hace dos años trabajé varios textos de narrativa a partir de recuerdos de mi infancia y de las experiencias que tuve».
Narró que su niñez la percibe como una «Memoria del vacío», título que lleva su obra inédita de narrativa:
«Dónde he nacido no sé, pero existo a partir de eso y del ruido que deja mi nostalgia. La casa de Juan es vieja y olorosa, curada por sus abuelos hasta en los altos horcones del tejado. Estuvimos sólo un par de veces en invierno. Cuando el viento sopla contrario al río entre los árboles y la creciente baja hasta formar un islote en medio de las aguas. Construimos un puente al pie del único sauce que había en la región, con la madera que sobró de la caña», expresó.
Agregó que los abuelos de Juan fueron cañeros desde 1984, año en que su abuela abandonó los estudios, para dedicarse a escribir un poema al río Lacantún. Juan se sabía de memoria la historia del abuelo, sus años de cañero en el cañaveral de San Ignacio, las largas jornadas a sol junto al trapiche, las pocas horas de sueño atizando el fogón para la miel de caña y el desvelo dulce de la noche que tenía aroma de panela.
Parte de la soledad que tuvo en su niñez la instó a que se acercara a la literatura, a ese lenguaje incomprensible, a esa atmósfera dialogal con un desconocido. «Eran voces que venían a mí y yo dialogaba con ellos, pensamientos que iban aterrizando, memorias de cosas que no podía decir», comentó.
La poeta dijo que escribía un poco incidental en sus cuadernos aunque nunca pensó que sería un ejercicio al que se dedicara enteramente, ya que se desarrolló a través de las habilidades poéticas de la narrativa: «Me percaté que podía hacer algo más concreto y le dediqué tiempo. La mayoría de mis textos de poesía y narrativa son como una especie de híbrido».
-¿Cuándo presentaste tus primeros textos?
-Cuando cursé la preparatoria en el Colegio de Bachilleres de Chiapas plantel 13, en Tuxtla Gutiérrez, mi maestra de Literatura impartió unos talleres sobre creación poética. Varios compañeros asistimos. Llegué porque quería ver cómo era un taller de creación, llevé mis textos y a mi catedrática le interesó mi narrativa. Ella me invitó a una primera lectura en la Casa de la Cultura «Luis Alaminos» en la ciudad, donde se llevó a cabo el Encuentro de Jóvenes Creadores Cobachenses.
«Descubrí que mi escritura tenía una reacción, como la de ser escuchada por otros y hasta cierto punto apreciada; además provocaba una emoción y un recuerdo, o quizás el interés de aprender una palabra.
«Siempre he firmado con un seudónimo, nunca me he presentado como mi nombre real. Me quedé con el nombre de ‘Victoria Sáenz’ y la mayoría de las personas me conocen de esa manera. Esto me permite desligarme de mí misma, tener otras personas dentro de mí.
‘Victoria Sáenz’ es el resultado de mi interés hacia la fonética, la construcción del sonido en una palabra. ‘Victoria’ salió de una novela de Joseph Conrad y ‘Sáenz’, a través del acercamiento que tuve con la poesía del escritor andino Jaime Sáenz».
-Después de tu participación en la Casa de la Cultura «Luis Alaminos», ¿decidiste estudiar Literatura?
-No, la carrera de Literatura no fue una opción de primera instancia, porque yo quería estudiar Historia como mi hermano mayor Horacio. Con él compartimos lecturas y un juego dialógico con teorías filosóficas. Desde pequeña leí sobre Filosofía, Metafísica, textos de corte religioso e indigenista.
«Presenté el examen de admisión en la Facultad de San Cristóbal de Las Casas de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach) y fui admitida. Cursé la licenciatura de Historia por tres meses. Sentía que ese lugar no me correspondía, regresé a la capital e ingresé en la carrera de Lengua y Literatura Hispanoamericana en la Unach».
La poetisa explicó que en el ejercicio para la construcción de una obra literaria no importa si se estudia una carrera afín a la literatura, eso no condiciona a ser escritor ni tampoco la habilidad como creador.
«Ya egresé de la licenciatura y en ella encontré compañeros de viaje con quienes aprendí demasiado, voces en lecturas, ecos generacionales. En mi caso lo que escribo es un poco híbrido, pienso que todos los géneros pueden ser así».
-¿Con quiénes has trabajado tus textos?
-Sólo he estado en un taller formal de narrativa con el escritor Óscar Palacios en 2011, en San Cristóbal de Las Casas. No nos metíamos en cuestiones de poesía, sin embargo, el maestro y mis compañeros del taller calificaban a mis textos como híbridos porque se podían leer como una prosa poética en su mayoría. Me sirvió ya que a veces como escritora asumes una postura o crees que tus textos pueden ser definitivos con una primera escritura y aprendí que la «reescritura de un texto» puede ser infinita. Siempre tenemos la oportunidad de cambiar una parte del texto sin tener que afectar parte de su estructura.
PLANTA
-¿Cuándo publicarás tu primer libro de poesía o narrativa?
-Por el momento no tengo pensado publicar un libro, aunque ya tengo armado el texto «Memorias del Vacío» que habla sobre la infancia y todos esos sucesos que acontecen en la preadolescencia y que se repiten de una forma incuantificable por el resto de nuestra vida. En el caso de la poesía trabajo en un poemario intitulado que parte de las experiencias de vida, con un lenguaje de corte «borgiano».
La publicación de un primer libro es un punto importante para la construcción del creador, estamos trabajando en eso, en la publicación del poemario y empezar a cerrar un círculo formativo de mi creación. También elaboramos un guión cinematográfico en prosa poética, ya que en el cine la poesía es pocas veces señalada como un elemento importante para narrar una historia, sin embargo, citando al poeta Juan Bañuelos la poesía prevalece sobre la sensación visual: «Al movimiento mínimo del ojo el mundo cambia».
-¿Por qué dentro de tus textos expresas mucha afinidad hacia Nicaragua?
-Inicié con Nicaragua porque me acerqué a ese país a través de su fundación Fumdec a favor de la mujer, pero no enfocado a la problemática de género, sino como una totalidad inacabada del universo. Estoy en constante comunicación con el país porque hay féminas que trabajan la radionovela a nivel regional y ellas me invitaron para dar unos talleres de literatura de género, por lo que descubrí otra temática en que puedo abordar mi poesía como este fragmento:
De estos versos
Cuando un tren desciende a Nicaragua
¡Yo insisto!
Centinela gramático es Latinoamérica
Bajo la vieja tilde deshabitada de historia
Regreso a respirar el barro de tu nombre
A desterrar la humedad de las consignas
del que escribe cauto en las paredes
Latinoamérica es caer de boca
con el pájaro de noche
ardiendo entre sus labios
-¿Qué programas le hace falta al estado para impulsar a lxs creadores?
-Creo que haría falta la gestión para coeditar material de las obras y difundir a los artistas a nivel internacional, es decir, incluir un departamento de traducciones a otros idiomas y crear un puente cultural abierto a Centro y Sudamérica, a nuestros países hermanos principalmente, ya que la mayoría de las gestiones son independientes o autogestivas por los mismos creadores.
«En los últimos años en Chiapas han surgido varias editoriales independientes por lo mismo que los jóvenes creadores no tienen el espacio suficiente para publicar y el recurso para pagar sus mediciones. Es difícil entrar a la parte legal de la publicación.
«Falta unión en el círculo cultural en la entidad; existe una lucha ‘tribal’ en las diversas disciplinas artísticas (actores, pintores, escultores, escritores, músicos)», consideró.
Manifestó que en la actualidad no todos están predispuestos a ayudar al prójimo, ya que se mueven con juegos de poder. El día en que se dé un diálogo colectivo y se elabore un proyecto donde todas las áreas artísticas participen cambiarán muchas cosas así como las fallas del sistema, opinó.
EDITORA DE LIBROS
Mencionó que creó junto con tres personas la editorial independiente «Lengua de Colibrí», proyecto que manejará catálogos y libros de artistas del Sur Sureste: «Queremos abrir el espacio para que las obras dialoguen con varias partes del país y Chiapas, porque la mayoría de sus escritores son nacionales».
Los escritores editados «serán una sorpresa» porque las obras son inéditas y parte de esos autores practican otras disciplinas como el teatro. «Son voces que no se deben quedar en el silencio, que no deben anochecer su tinta».
Calificó al internet como parteaguas en la actividad de libro-lector, ya que abrió muchas ventanas hacia el espacio del conocimiento, porque ahora se accede a libros que en el siglo XIII no se podían leer, a pesar de que la imprenta era uno de los puntos fuertes de la literatura.
-Te acercas a un ordenador y escribes el nombre de un libro y del autor y te arroja demasiadas páginas en las que puedes checar biografías hasta obras, es un parapeto para la literatura.
Claro que son pérdidas para las editoriales cuando suben la información al a red sin importar si tienen o no derechos de autor, el libro físico como lo conocemos quizás en unos años ya no será tan importante, quizás lo veamos con más nostalgia. En lo personal yo siempre trataré de comprar textos por el trabajo artesanal, armado de un libro, así como por las personas que colaboran en esa hazaña.
Recalcó que para las personas que les gusta leer el precio de un libro no significa «un gasto innecesario», sin embargo, hay individuos que están adentrados a este hábito y por condiciones económicas no pueden tener una publicación a su alcance: «Un libro posibilita otras herramientas, te abre para otros espacios de trabajo».
ÁRBOL
La niña de las botas fijó la mirada en un su columna de creación -el patio trasero de la casa de la abuela, las agujetas de su primera bota o la planta vacía de tierra que se empeña en vivir- se fotografió a ella misma, en ese espacio dialógico. Se acerca al área en blanco, a la nada, a la imagen y lo utiliza para escribir algo.
Sus ojos son responsables de recrear sensaciones permeadas en la realidad, ejercicio poético y narrativo que surgió de un acto irrepetible: «Disparar, matar a tiros todo lo que no soportas».
Victoria Sáenz nació en 1990 en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Ha participado en diversos encuentros literarios como en el Mesoamericano de Poesía, Nacional al Sur de la palabra, Nacional de Cuento Brevísimo y la Segunda Muestra Internacional del Libro Chiapas-Centroamérica Unach. También ha participado en talleres de creación literaria con el escritor Óscar Palacios, en seminarios de literatura hispanoamericana con el escritor y editor Gonzalo Celorio en la Universidad Nacional Autónoma de México, así como con la escritora y ensayista Eugenia Revueltas y en el taller de Producción y Dirección cinematográfica y Técnicas Creativas para Afrontar la Era de la Narrativa Transmedia en la Unach. Actualmente trabaja en el proyecto editorial «Lengua de Colibrí».