La fotografía ha sido muy importante en los últimos 10 años para Adriana Ramos Zepeda. Su importancia tiene que ver con el impacto directo que ha tenido en su propia vida, ya que la fotografía ha estado presente en la intimidad de las personas que han sido o son parte de su existir en este planeta.
Ella inició en la fotografía, debido a que su madre siempre le gustó hacerle retratos desde que era pequeña.
“Registraba a dónde íbamos, lo que comíamos, mis cumpleaños… todo lo que vivíamos juntas. Empiezo con esto porque para mí ese fue mi primer encuentro con la fotografía: un acto amoroso entre mi madre y yo. Mi segundo momento importante fue en la universidad, ahí tuve mi primera oportunidad para poder manipular una cámara reflex. Ese aparato tan sofisticado me generaba asombro y me motivaba a observar todo lo que fuera posible a través de la lente. Después conocí al fotógrafo José Ángel Rodríguez en un Taller de Fotografía que impartió en la UNICH; con él conocí sobre la cámara estenopeica y el revelado en el cuarto oscuro”, refiere la fotógrafa.
Y es que, a través de esta herramienta visual, ha podido confrontarse, verse, saber del amor y reconocerse; además de verse reflejada en los o las otras “y poder mantener una memoria visual de lo que ahora han definido algunos de mis proyectos fotográficos”.
Si bien, la fotografía es escribir con la imagen, Adriana ha procurado narrar la manifestación amorosa a través del reencuentro con las mujeres de su vida.
“Ese lenguaje amoroso que logramos desde/con nosotras, desde nuestros cuerpos y transmitirlo en la imagen ha sido lo que me ha definido a mí como fotógrafa, mujer y también, cómo feminista. Me es importante que la fotografía pueda generar desde su discurso, un encuentro con quienes alcancen a mirarla, un diálogo y reconocimiento”, menciona.
En tanto, los temas que han definido su trabajo son el cuerpo, la enfermedad, la vulnerabilidad, el paisaje, el amor y las mujeres. Actualmente, sigue explorando sobre el cuerpo y la enfermedad, desde la experiencia de las mujeres. De igual forma, explora sobre algunos ejercicios en la ilustración y el video.
En cuanto a su proceso creativo es muy intuitivo. Respecto a esto, cuenta que “al principio quería hacer mi proceso más metódico y estructurado, sin embargo, me di cuenta que ese no era mi camino. Ahora mi ejercicio va al revés, ahora prefiero que mi proceso sea más espontáneo, sin preocuparme del error o de si a los demás les gustará lo que haré. Eso ha sido fundamental para poder crear y producir, sin ataduras y dejar que el proceso tome su propio ritmo. He descubierto que surgen reflexiones e imágenes interesantes”.
Adriana Ramos Zepeda ha expuesto en el 10° Festival Tragameluz, con una serie sobre mujeres indígenas de Zinacantán, Chiapas. También en la Galería Canthil 4, en la Exposición Colectiva «Todos los hombres… ¿Iguales?», con una serie titulada «Lasitud en azul», exposición organizada por Efraín Ascencio, Fabián Ontiberos y Leonardo Toledo.
Mientras que, en el 2017 coordinó la Exposición Fotográfica Colectiva «Transpasiones», la cual se presentó en la Enseñanza, Casa de la Ciudad. Algunas fotografías de esta exposición se publicaron en el dossier especial de los 15 años de la Revista LiminaR. Estudios Sociales y Humanísticos, del CESMECA-UNICACH.
En el 2020 participó en una exposición colectiva en Tabasco llamada «Revelaciones. Mirada y acción de mujeres artistas», organizada por el Colectivo Alquimia y también, en la Exposición virtual «Episodios 2020. Espacio, Cuerpo y Memoria», organizada por las fotógrafas Isabel Monzón y Lety Vázquez del Colectivo Miradas Divergentes.