La poeta chol Juana Karen Peñate, sueña dormida y despierta. Sueña con un mundo mejor, con un territorio libre. En un lugar donde las mujeres tengan una vida digna y, una vida mejor para los pueblos originarios; en un territorio en donde estén todas y todos.
Sueña también que la palabra y la literatura escrita en lengua indígena ingresen al mundo universal. Ya que no sólo escriben para ellos sino para todo el mundo.
“Mi sueño es que mis hijas y mis nietas, así como la generación que viene continúen fortaleciéndola y viviéndola con felicidad y con la justicia que nos han arrebatado”, comparte desde una llamada por WhatsApp.
Juana Karen Peñate es escritora, docente y traductora mexicana. Licenciada en Derecho por el Centro de Estudios Superiores de Tapachula CEST, Chiapas. Obtuvo el tercer lugar del concurso de cuento Y el Bolom dice, y el Premio de Poesía Pat o’tan.
Se le escucha contenta y emocionada, como esa golondrina chiquita y discreta que podría darle una corporeidad a su lengua chol, o como esa mariposa que extiende sus alas y se detiene en las flores del campo.
Habla en español sobre su lengua para llegar a más oídos. Habla de ese pueblo donde es una integrante más. Del pueblo es y será hasta el día que el universo la lleve. A través de su voz se dibuja: sencilla, tímida, hogareña y rebelde. Evoca la comida y la música tradicional del lugar en donde habita. Aunque recalca que escucha diferentes estilos musicales como la trova, el reggae y el jazz. Asimismo, aprecia las obras de arte producidas desde su pueblo o desde otros espacios.
Sin embargo, la creación poética, el chispazo de luz, la necesidad de evocar la condujo a escribir en chol el poemario Danza de la lluvia, con el que ganó el premio de Literaturas Indígenas de América 2020. Para esta convocatoria se recibieron alrededor de 60 propuestas poéticas provenientes de nueve países.
Sin embargo fue Juana Karen, con su cultura chol, la que obtuvo esta distinción y la escuchamos como mujer, como poeta, como madre, hija y hermana; como aquella ave que canta en su idioma, y tiene eco y se le escucha.
Ella tenía un objetivo al participar: que su lengua estuviera presente. A demás, de tener la responsabilidad de invitar a los niños y a las niñas a seguir fortaleciendo la lengua.
“El premio conquista el espacio a nuestra lengua y todo lo que somos como culturas indígenas. Ahora se está dando esa oportunidad a nosotros los hablantes de la lengua indígena. Sólo así generando esa consciencia con nosotros mismos, podemos generar consciencia con la población no hablante. Que ese racismo, clasicismo, esa discriminación no estén y se pueda tener la esperanza de vivir en armonía y con la poesía. Somos un país multilingüe y multicultural. Este premio viene a decir: aquí estamos los choles, estamos escribiendo, danzando, estamos en las artesanías y en la gastronomía”.
La lluvia danza, dice. Es una metáfora de vida. La lluvia es libre, triste, curiosa, dotada de ritmo y musicalidad. Es la entrada a este universo: la lengua se esconde, fluye al aire, al viento.
Por tanto en esta propuesta dividida en cinco partes, habla de la madre que busca incansablemente a su hijo e hija desaparecida, asesinada, secuestrada. Habla de esa abuela que evoca desde los cerros y habla con Dios por la madre que está sufriendo del misterio de la muerte. Del joven que migra para conseguir mejores condiciones de vida, pero que regresa al pueblo en un ataúd. De la mujer sumisa que recibe la violencia de su pareja.
“Que la poesía sirva para denunciar, no sólo para hablar de amor, sino de lo que pasa en el pueblo de Chiapas. Este libro viene a ser una cohesión en la vida social, la realidad de lo que estamos viviendo. Surge a partir de la realidad y de lo que nos duele tanto”, destaca.
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Ella vive este género con pasión. La poesía vive en su piel, en su corazón. Dice que no puede hablar de ella si no es con poesía.
Galeno con la poesía social, Walt Whitman con la fuerza de su palabra y Sor Juana Inés de la Cruz, son algunos de los autores y autoras que ha leído, “tenemos que conocer la literatura universal».
“Mi lengua es extraña. En el libro del Corazón de la Selva digo que la lengua chol es extraña: tiene esa musicalidad, tonalidad, cuando vivimos completamente. En nuestra lengua encontramos esa metáfora por sí sola. Esa poética que nuestros abuelos nos heredaron. Nos decían que la lengua se come, se viste, se habla con el corazón, porque si no es con el corazón, la lengua no se puede entender y pronunciar”, comparte.
Sin embargo, la lengua chol considerada la tercera lengua indígena más hablada tiene poca visibilidad en Chiapas.
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El chispazo de luz, esa necesidad de evocar y escribir surgió desde cuando era niña y le gustaba recitar poemas de otros autores. De niña Juana Karen estudiaba en una escuela multigrado. Recitaba poemas, le gustaba darle sonido a las palabras. El maestro le llevaba poemas para alimentarle el gusto por la lectura y hacerle brotar la vena literaria, esa que ahora es una raíz que da árbol a muchas sombras, a sueños, a justicias, a la vida.
Pero en quinto año de primaria, refiere, se traslada a la cabecera municipal de Tumbalá. Ahí, cuenta, estaban inscritos niños que no hablan ninguna lengua indígena.
“Entro a la escuela con todos mis errores en español. Mis padres no sabían hablar español. Mis compañeros se burlaban de mi español, pero mi maestro monolingüe, me consideraba. Me gustaba mucho la poesía, en eventos culturales me proponían para que declamara. Me dijo: vas a concursar en Yajalón, Chiapas, el centro comercial de la regiòn chol. Entonces, se me vino la idea que no quería llevar poemas de otros autores y dije voy a escribir mi propio poema, y que el maestro me lo corrija. Desafortunadamente no tengo el poema completo, lo titulé Mujer. Lo llevé al concurso y gané el segundo lugar. El maestro estaba contento de que gané el segundo lugar. Nunca imaginé que me dedicaría a esto», menciona.
La poeta, cuenta que en ese momento no tenía la idea de escribir poemas, ni en su lengua. Hablaba la lengua pero no la escribía. Además, tenía necesidad de trabajar a partir del bachillerato. Buscó al INEA para ocupar una plaza bilingüe. Es así como empezó a formarse. Luego, un grupo de músicos la invitaron a San Cristóbal de Las Casas, para ser la traductora.
Ahí, en la ciudad coleta, conoce a gente del Celali, instancia donde fue becada para escribir poesía en lengua. Fue en 1998-1999, cuando comenzó a concientizar en escribir en su lengua y la importancia que tiene. Mediante la beca escribió un trabajo poético que le entregó al Celali. Nunca fue publicado.
Posteriormente, la invitan a formar parte de un laboratorio de poesía que coordinaba José Antonio Reyes Matamoros.
“Terminamos el curso cinco personas. Formé parte del libro, resultado del taller. Comparto esa publicación con Ruperta Bautista. Luego me inscribí a un diplomado de creación literaria. Cursé la carrera en Derecho”, destaca.
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-¿Cómo vives tu lengua?
-Pensando en fortalecerla todos los días, hablándola con mi familia, con la gente, con mi pueblo.
-¿Y la poesía?
-No podría hablar de mí si no es con poesía, no podría hablar de mi lengua si no es con poesía, no podría hablar con mi cultura y de mi cultura si no es con mí poesía. Juana Karen lo vive de diversas formas que la vida le va presentando: con dolores, alegrías, melancolía… La poesía es mi vida, igual que la promotoría cultural: es mi todo.
Juana Karen Peñate está contenta. Se le nota en la voz, en lo que dice y cómo lo dice. A través del teléfono la encuentro. Actualmente, trabaja un proyecto documental en su pueblo sobre la desaparición de la flauta de carrizo, mediante el curso de Polos Virtuales. Asimismo, un libro de poesía titulado Lagunas del tiempo.
“Ojalá y con la esperanza en el corazón y en la mano, termine pronto todas estas violencias, desapariciones, conflictos en las comunidades, para poder disfrutar de las pocas oportunidades que se tiene para ser feliz», puntualiza la poeta.