San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.- De niña, sus profesores de primaria le decían que mejor no llegara a la escuela, la reprobaron porque tuvo una crisis y no pudo asistir a presentar exámenes; su familia le recomendaba que no siguiera estudiando o que se dedicara a un oficio. Hoy, Elizabeth Patricia Pérez Sántiz, con su discapacidad visual, es maestra en Inteligencia Emocional, ha cursado diversos diplomados, domina el inglés, escribe para dos medios de comunicación, fundó Grupo Visión y es activista en busca de que las personas con discapacidad se les integre en la sociedad.
A Eli se le ve constantemente en público, micrófono en mano, explicando y defendiendo la situación que muchxs por ignorancia o desinterés no entendemos, que es la experiencia cotidiana de las personas sin visión. Eli habla en general de la discapacidad y hace énfasis en que ésta no sería ningún problema si la sociedad estuviera preparada para integrar a las personas con alguna discapacidad en todos los planos: laboral, cultural, político, escolar.
Ella lo sabe mejor que nadie, pues su experiencia de vida no ha sido fácil, de niña padeció la discriminación (¿falta de sensibilidad? ¿de preparación?) por parte de sus profesores en el nivel de primaria ante su escasa visión y los diferentes tratamientos que ella tenía que enfrentar. “Lxs maestrxs eran muy tajantes: si estás enferma no vengas, me decían y me reprobaron un año porque no fui a presentar exámenes ya que estaba pasando por una crisis”, cuenta.
Originaria de esta ciudad, de padre y madre de Huixtán, todos los estudios los realizó en San Cristóbal. Siendo la segunda de 4 hermanos, hija única mujer, su padre y madre se dieron cuenta al año y medio de nacimiento que padecía un degeneramiento en las córneas. A pesar de ello, Eli jamás se dio por vencida y en su decisión de estudiar nadie la detuvo.
“En la secundaria también padecí la falta de sensibilidad de lxs maestrxs hacia mí, me preguntaban qué iba yo a estudiar, porque estaría bien que me dedicara a un oficio. Como que se tiene muy estigmatizado que las personas con discapacidad sólo servimos para un oficio”, dice con esa seguridad que la caracteriza.
“A finales de la secundaria empecé a perder más la visión. Al presentar el examen del Cobach no alcancé a ver, no había quién me leyera las preguntas y las letras eran en azul. Tuve que entrar a una prepa particular y yo le comenté a lxs maestrxs que necesitaba que me fueran leyendo y sí, ellos aceptaron y me apoyaron”
“Mi familia en cierto momento no confiaron en que pudiera seguir estudiando, mi papá me dijo: después de la prepa hasta acá. Estuve una semana en incertidumbre, veía que mis compañeros platicaban sus planes y yo no sabía qué hacer.
“Mi hermano me apoyaba, él copiaba los apuntes de otros compañeros y al final no salí tan mal de la prepa. En la clausura, el director me dijo: nos vamos a volver a ver. Al día siguiente me llaman, y me informan que salí con uno de los mejores promedios, por lo que me daban una beca con la condición de aprender braille para desarrollar mis propias herramientas”.
Elizabeth Patricia Pérez Sántiz escribe semanalmente su columna “Desde otra mirada” en esta revista digital. Fotos: Valeria V.
Tiempo de autodidacta
Como su intención de seguir estudiando estaba más viva que nunca, Eli decidió ir a México para conseguir un punzón, un bastón y un abecedario en braille. “Fui muy auto didacta, en menos de un mes lo aprendí practicando mucho, empecé a buscar textos en braille y fui a decirles que ya sabía”.
Fue así como inició la carrera en Sicología en modalidad semi escolarizada al principio, pero luego buscó estar en el escolarizado y “aunque fue más responsabilidad y chamba” ella estaba feliz porque era lo que había elegido.
Su madre fue pieza clave en ese entonces porque le leía sus apuntes y libros, mientras que ella grababa las clases. Para entregar sus trabajos se esforzaba porque no podía hacerlo en braille ya que nadie de sus maestros tenía el conocimiento por lo que usaba el braille sólo para sus apuntes personales en clase. Recuerda que su agenda diaria estaba a tope: “De 7 a 8 de la mañana a inglés, de 9 a 2 en la uni, y en las tardes, las prácticas. Era maratónico, pero era lo que yo quería”, dice mientras sonríe.
Finalmente en el año 2008 terminó la universidad, “el último semestre me vuelve a dar un opacamiento en la cornea y por un momento pensé en que no podía terminar pero me comprometí a mandar mis tareas y trabajos, y ellos (profesores) fueron muy sensibles. Tenían una perspectiva muy humanista” dice, refiriéndose a lxs profesores de la Universidad Maya.
Respecto a su familia comenta que “no se distingue de ninguna otra familia con personas con discapacidad, en algún momento me dijeron hasta aquí, no sé si porque no había recursos o porque no confiaban. Sin embargo cuando me dan la beca, mis papás me preguntaban ¿vas a poder? Y yo les decía no sé, pero con ayuda quizás.
Les pedí que me apoyaran y empecé a aprender la palabra humildad, para pedir apoyo cuando se requiera, les pedí que me apoyara con las lecturas y sí, me leyeron durante toda la carrera. Pero ya en los diplomados, cuando ellos me dijeron hasta acá, fue como picarme el ego; les voy a enseñar que sí puedo, me dije y me las arreglé como pude”.
El nacimiento de una activista
Su esfuerzo dio fruto ya que una vez graduada la invitaban a dar pláticas, asesorías y talleres sobre situaciones de discapacidad, siendo su fuerte la discapacidad visual. En el 2013, empezó a dar cursos de movilidad con bastón apoyada por los clubs de Rotarios. Fue en el segundo taller cuando conoció a la pintora Kiki Suárez. “Me acerqué y le pregunté ¿usted es casi ciega? platicamos y organizamos una reunión para ver cuántas personas ciegas somos y qué podíamos hacer en conjunto”, recuerda.
Resultado de esa reunión, el 8 de abril se apertura Grupo Visión que está integrado por personas con otras discapacidades como fibromalgia, esclerosis múltiple, parkinson y personas que sólo tenían la intención de saber y apoyar.
A la par, retomó sus diplomados de Tanatología y en 2014, la invitaron a ser docente en el área de discapacidad visual a la ciudad de Tapachula. Llegó la oportunidad de cursar la maestría en Inteligencia Emocional, para la cual tuvo que conseguir una beca.
Elizabeth actualmente escribe para dos medios de comunicación, uno en línea y otro impreso; se mueve en las redes sociales y lee mucho. Esta presencia lo ha logrado gracias a su descubrimiento de la tiflotecnología.
“En 2008, empecé a investigar con personas del DF qué había aparte del bastón y el braille y me encontré que había algo q se llama tiflotecnología, y un programa que se llama Jaws, lector de pantallas para ciegos. Lo instalo y empiezo a tener el acceso a redes sociales y a descargar libros que es lo que más me gusta. Me ponía como meta leer un libro a la semana. Me tengo que actualizar, investigar, documentarme para Grupo Visión. Es un gusto también”.
Recuerda que la primera vez que empezó a escribir fue en el 2011 en la revista Liliana de Liliana Penagos. “Pero luego desaparece y conocí a Paty Chandomí y me invitó a escribir para su blog, y luego Carlos Herrera y ahora también en Eneheduanna”
Reconoce que no le gusta escribir sólo de discapacidad, para que no se le etiquete, por lo que ya está explorando escribir sobre otros temas como desarrollo humano, de lo que somos y no somos, menos de política y religión. “Aunque he participado en política, con Morena, y su forma de hacer política me gustó mucho. Nos tuvimos que ir a caminar, me encontré con una familia con un chico con parálisis cerebral.
Recientemente, como parte de la lucha de Grupo Visión, se logró un área de libros en Braille en una biblioteca del DIF donde ella está colaborando. Este logro muestra que sí se puede hacer muchas cosas por lo que asegura, continuará proponiendo proyectos de inclusión. “Si hay programas para madres solteras o de la tercera edad por qué no para personas con discapacidad”, se cuestiona Eli la incansable.