Hay personas que suelen dibujarse con el sonido. Sueltan una palabra y después otra y otra hasta edificarse. Para quien escribe teatro, las palabras son más que signos asignados con mucha meticulosidad, son un ornamento que traza una vida distinta, aquella que nace de un papel y se extiende. Por tanto, “escribir se convierte en un acto de revelación para sí misma”.
Ese es el caso de la dramaturga Laura Jiménez Abud nacida en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, quien su historia con el teatro inició incluso años antes de que naciera, años que pueden rastrearse desde su bisabuelo materno Luis Archila, un hombre que escribía comedias en Parral, Chiapas para el Día del Seminario o para la feria del pueblo; mientras su abuela actuaba en las obras.
Fotografía: Andy Castro.
Incluso este designio se conjuga con el trabajo que tuvo su padre en la ciudad de Toluca, en donde laboró como asistente de un teatro. Y su mamá, fue actriz de teatro en la preparatoria. Sin embargo, cuando aprendió a leer, en una de las visitas a la casa de sus abuelas, encontró un libro de teatro diseñado en un formato de enciclopedia. Lo primero que leyó fue Noche de Epifanía de Shakespeare.
—Estas historias no tienen nada que ver conmigo, pero luego resulta que las historias están entrecruzadas, conectadas —, dice a través de una llamada telefónica la dramaturga, que está próxima a estrenar la obra «Manual para bañar al gato», una obra que habla de las segundas oportunidades.
La teatrera, del otro lado del teléfono móvil, usa la voz para trasladarnos de manera instantánea a todos los escenarios donde ha estado. Desde aquellos en donde declamaba y participaba en oratoria, durante el periodo de estudio en la Secundaria del Estado; o con los pasos de cuadros de danza folclórica con el grupo Coyatoc; o desde que formó parte del grupo teatral Expresión Juvenil, en el Cobach 13.
Fotografía: Andy Castro.
Posteriormente, cuando estudió Lengua y Literatura Hispanoamericana en la Universidad Autónoma de Chiapas, integró el grupo universitario “Letra y movimiento” que dirigía Eduardo Marcial y William Ordóñez; después era parte del elenco de Vámonos Teatreando con Jorge Escobar; y desde hace tres años ha venido trabajando con Telar Teatro de Carlos Ariosto Alonzo.
Laura Jiménez Abud, es investigadora, dramaturga y docente. Doctora y Maestra en Estudios Humanísticos con Especialidad en Literatura y Discurso, por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, campus Monterrey, becaria CONACYT, de programas inscritos en el PNPC.
Sus investigaciones se centran en Estudios Teatrales mexicanos contemporáneos y Estudios Culturales con relación a estudios de género y a procesos identitarios de comunidades del sureste mexicano y de la frontera sur mexicana.
Fue ganadora del premio estatal de dramaturgia “Luis Alaminos” en su primera edición en 2017, con la obra “Un vodka para Janis Joplin”. Su obra “Cronotropo”, fue seleccionada en la Muestra Estatal de Teatro y Muestra Regional de Teatro, región sureste, 2018, por lo que fue acreedora a representar a la zona en la 39 Muestra Nacional de Teatro, celebrada en la CDMX en el mes de noviembre.
Fue becaria PECDA 2019, en la categoría Jóvenes creadores, disciplina teatro-dramaturgia, con el proyecto: “La enredadera de mis abuelas”; también en 2019, “Un vodka para Janis Joplin” y “Cotton Candy”, participaron en la Muestra Estatal de Teatro, obteniendo con la primera, el segundo lugar; en diciembre de 2019, “Cotton Candy” fue seleccionada para participar en el IV Festival Urgen Musas; en el marco del programa federal “Contigo a la distancia”, se estrenó “Ellas, escrúpulos y cenizas” de la que es autora y en la que participa como actriz.
¿Por qué escribir teatro?
—Escribo teatro porque mi cabeza funciona en términos de teatro. Porque cobra vida, porque tiene que ver cómo las palabras materializan el amor, el odio y la mentira, por ejemplo. Es un encuentro de subjetividades, que encarna sentimientos, emociones y deseos, todo al mismo tiempo, en el mismo momento. El arte mueve los espíritus, su función es estar vivo y presente.
A Jiménez Abud, actualmente es beneficiaria del Programa Jóvenes Creadores en la disciplina Teatro, de la especialidad Dramaturgia del FONCA. Le gustan los discursos disidentes a partir de lo cotidiano. Afirma no buscar crear un lenguaje poético como tal. De tal forma, le gustan las imágenes, las emociones, y cómo en lo cotidiano pueden encontrarse “con algo tan banal, como aquello que me permite habitar el mundo”.
En tanto, una de las razones que la arrojan a escribir es que, hay elementos que le llaman la atención y no pude dejar de pensar en ello. Actividad que realiza por las noches, mientras bebe agua y come manzanas, luego de traspasar apuntes que hace en una libreta en donde plasma ideas, garabatos, que después se adhieren a la obra. Ella escribe lo que sueña, sueña con el teatro, tiene sueños vívidos.
—Ser mujer no es difícil, es difícil que te respeten tu condiciòn. Es difìcil no ser un hombre blanco y poseer una cantidad de dinero, ser heterosexual, guapetòn, es difìcil para todxs. Para nosotras las mujeres dramaturgas es importante mantener una red. Para mí ha sido un camino descubrir cuàl es mi red de apoyo, en personas de la diversidad ètnica, sexual y lingüística. Lo diverso me atrae, y es en la diversidad en donde podemos reconocernos como habitantes de entornos naturales. Mis redes de apoyo, son mi madre, mi abuela, mi hermana, mis tìas, mis amores, mis compañeros de trabajo, de escena. No lo digo de forma jerárquica, sino como una forma sus redes de colaboración.
La dramaturga no ha tenido problemas con la temática que está presente en su obra, ya que tiene carácter homosexual. Una de sus propuestas es la universalización de los sentimientos y emociones. No busca que se vean como una pareja homosexual, sino que se acompañen. Por ello, habla sobre la búsqueda de la libertad.
En el teléfono surge el silencio y la pausa, algo parecido cuando la luz del escenario se esfuma. Al colgar la llamada, se cae el telón, la dramaturga se desvanece.