Por Frida Cartas
NOTA: El presente artículo lo escribí originalmente en diciembre de 2013. Hoy para celebrar 3 años, lo he reeditado, corregido y aumentado, porque “envrizta foreba wee”.
¿Hombres feministas? ¿Qué coño es eso? Por favor, ¡eso no existe! Ser hombre es incompatible con ser feminista. Siempre que digo lo anterior vienen los insultos y las dos grandes e infalibles etiquetas de “feminazi y misándrica”, no fallan. Me imaginan corriendo detrás de ellos con cuchillo en mano para rebanarles el pene (como si todos los hombres tuvieran pene, ¿no?). Y la verdad es que no les culpo, tales imágenes son las que les han posicionado bastante bien para detractar los feminismos.
Pero lo sostengo: ser hombre es incompatible con ser feminista. Y aunque estoy tan cansada de tener que argüir una y otra vez esta aseveración, hoy me decidí dejarlo por escrito, sólo porque estoy de ánimos decembrinos, y porque a ver si dejándolo por sentado en un texto, les hace un poquito más de eco, y dejan de insultar por insultar, o alardear por alardear. Así que aquí voy. Si han llegado ustedes hasta este renglón, ya han pasado lo más “duro y recalcitrante” del artículo, jaja, lo demás es pan comido. Verán.
El sólo hecho de nombrarse hombre en este mundo social, heteropatriarcal y capitalista en el que vivimos es en sí ya un privilegio, un símbolo de poder (sí, sí, sí, aunque ellos digan que rechazan ese privilegio, pero se da de facto y eso es innegable). Cuando alguien dice “yo soy hombre y soy feminista”, inmediatamente vienen para él los adjetivos de “hombre bueno, hombre solidario, gran hombre, un verdadero hombre, un hombre que respeta a las mujeres, un caballero, un hombre consciente”, etcétera.
En cambio, cuando una mujer dice “soy feminista”, la idea generalizada es que se trata sólo de una mujer insumisa, liberada, ¡que al fin abrió los ojos y se dio cuenta que tenía derechos! ¿Ven? Y eso es lo más propio, porque la mayor de las veces la idea generalizada se reduce a que son simples mujeres amargadas en contra de los hombres, horda de viejas argüenderas, marimachas, locas, que no tienen qué hacer. “Desde el respeto” (y para darles un poquito de status social) a veces también les llaman mujeres empoderadas (igualito que los hombres en el espacio público, que ellos ya estaban así de empoderados desde siempre, faltaba más). Estas mujeres feministas hasta tuvieron que sentarse a leer para llegar a ese punto de emancipación y defensa de su propio cuerpo, su vida, su sexualidad, y sus derechos (dejaron de ser tontas, pues, entiéndase). ¡Que atrevimiento!
Este es a grandes rasgos el discurso sórdido, misógino, detrás de la bonita fotografía de las que son feministas y el acompañamiento que los “hombres feministas” hacen junto a ellas; bonita postal regalo del mundo -repitamos- social, heteropatriarcal y capitalista. Parece ser que nadie está viendo o queriendo ver detrás del fotoshó de la cursi imagen. Y sí reproducir en cambio mil millones el vídeo de Emma Watson, porque siempre es mejor negar la realidad o disfrazarla, claro. Y porque para eso los Estados-Nación han invertido mucho dinero en la ONU lanzando campañas pop.
Pero en este nuestro mundo social que habitamos, el que hemos (mal) construido, nombrarse mujer no es ningún privilegio, es arriesgar la vida misma; tener un cuerpo feminizado es enfrentar por ejemplo el acoso, la violación y el feminicidio, hasta sin salir de casa, cada minuto. Es también para la gran mayoría un daño psico-emocional que repercute en la salud física, sexual y social. Esto para quien me diga que si ellos no pueden nombrarse hombres, ellas tampoco pueden nombrarse mujeres (vaya, vaya). Ser mujer es asumir una categoría cimentada en lo inferior y luchar por reivindicarla, es necesario seguir tomándola para combatir este sistema. No se puede anular algo que jamás ha estado visibilizado y respetado por mucho nihilismo de género, radicalidad o teoría queer que haya hoy en día. Y aunque en esa posición y adopción de tomarla para reivindicarla, se tenga que redefinir constantemente, y se incluyan todas esas otras construcciones del ser mujer, o del no serlo, hay que tomarlo y hacerlo. En cambio hombre es una categoría que no tiene reivindicación porque nunca estuvo por debajo, nunca estuvo silenciada, a lo mucho podría deconstruirse en algunas funciones o roles. Y eso ya sería un mínimo logro. Lo que queda es destruírla, (y no hablo de genocidio, hay que ser inteligentes por favor).
Eso es lo incompatible con ser hombre y ser feminista, porque feminismo es tomar conciencia del sistema de opresión, dominación y domesticación que nos han impuesto. Así, los feminismos luchan por erradicar estas estructuras de poder y abuso, estos esquemas de superioridad, todas estas construcciones simbólicas creadas y socializadas violentamente desde el heteropatriarcado. Y hombre es una categoría de poder, so sorry. Por lo tanto, hombre que se asuma “feminista”, tiene que hacer mucho más que enunciarse, tiene que radicalizarse, tiene que soltar privilegios, tiene que desmontar sus roles de género tanto como pueda, tiene que salirse de estos esquemas y construcciones simbólicas. Los feminismos, pues, no luchan contra las personas que tienen un pene, sino (entre otras cosas) con las construcciones que se han hecho alrededor de ese rasgo biológico y todo el escencialismo, naturalidad y normalidad que emanó después de ahí.
Las personas con un pene puede ser feministas, pero tendrán que abandonar figuras jurídicas, sociales, culturales, y genéricas, como esta de “ser hombre”, que es el mayor símbolo de superioridad en el mundo (va de nuevo para no olvidarlo) social, heteropatriarcal y capitalista. Ese es el primer privilegio a soltar. ¿De qué sirve por ejemplo que un hombre sea tan solidario y “feminista” con su pareja, amigas o familia, pero al salir a la calle le siga mirando el culo libidinosamente a las otras mujeres “que al cabo no son cercanas”? ¿Para qué queremos hombres “feministas” que sólo lleguen a nuestros espacios, luchas o marchas, a ver que ligan o llevarse el halago y la heroicidad, y a la menor provocación te acosan o te hacen un poema machirulo pero con letras bonitas porque te quieren “linda, libre y loca”?
Otro ejemplo, es el de los “hombres feministas” que ¡hasta cuidan de los hijos y cocinan! ¡Cuánta solidaridad, pol dió! Que me parto. Es decir, que preparan una pastita a la bologñesa los domingos (día en el que ellos han decidido, para no variar, que sus mujeres descansen un poco), y que cambian un pañal y dan palmaditas a sus nenes en la espalda, durante las dos o tres horas que les cargan y les duermen.
Cuando es evidente hasta para mí, que soy daltónica, miope, y con maculopatía serosa, que cocinar es mucho más que guisar, es invertir tiempo en planear lo que se va a preparar, en salir a comprar los ingredientes y administrar los gastos, es trabajo físico frente a una estufa; y no termina ahí, es más tiempo después en limpiar, y lavar lo que se ensució. Y no tiene fin, porque de ahí es volver a empezar este círculo. El trabajo del hogar es un trabajo, y es el primer eslabón de la cadena económica en el mundo, el que no tiene remuneración porque “para eso se casó, es mujer o esposa”, ¿cierto?
Y en ese supuesto cuidado de lxs hijxs por los hombres, es el mismo retoque fotográfico. Pues cuidar es mucho más que cargar durante dos o tres horas a un chilpayate, y quitarle un pañal lleno de mierda. Es dedicar tu cuerpo, tu energía, y más de la mitad de tu tiempo a alguien. Por darle “frutos del amor” a tu pareja (WTF?).
Nuevamente bajo este esquema misógino, los “hombres feministas” ayudan (léase AYUDAN) en las tareas (ay tan bondadosos ellos), pero continúan sin hacerlas suyas, sin hacerlas propias, porque es obvio que esos roles son exclusividad del ser mujer, ¿no? Son naturales. Lógicamente es el único quehacer que tienen ellas. Es decir, que nunca realizan estas actividades bajo el entendimiento de que también es su casa, y también son sus criaturas. ¿Dónde queda entonces el asumirse hombre y feminista al mismo tiempo? ¿De qué feminismos cacareamos? ¿Estas personas que se definen hombres están realmente cuestionando su posición privilegiada? Hablando en el solo caso de hombres heterosexuales, eh.
Por otra parte, todos los días las mujeres están arriesgando su vida y su cuerpo, y los hombres sienten que por llorar en el parto ya acabaron con el patriarcado. Se vuelven virales. Y esto es un insulto, una ofensa a las miles de asesinadas, de desaparecidas, a las víctimas de violación cuando gobiernos toman países y usan la agresión sexual como estrategia de desestabilización. A muchas mujeres en muchos países al sólo nacer con un clítoris se los cortan en una ablación. El cuerpo de las mujeres es sobreexplotado, utilizado, y desechado para la política, la economía, la cultura, el llamado arte, el fanatismo religioso, y demás. Ojalá lo entendieran ya.
Y para los listillos que dicen que a los hombres sólo por ser hombres los mandan a la guerra y mueren más, quiero decirles que se recuperan bien pronto de esta “opresión de género” que dicen vivir, violando niñas, mujeres y ancianas, justo ahí en la guerra.
Pero retomemos, los “hombres feministas” al jactarse con estos dos conceptos así en conjunción, se llenan de aplausos generosos, de reconocimientos sociales. Y de hombres buenos no les bajan. ¡Hasta cogen mejor! Les hacen hecho la fama. ¿Exagero? ¿Quién ha dicho para ellos que se trata de hombres empoderados, argüenderos, locos, maricones, emancipados? ¡Ah!
“Yo soy hombre y soy feminista”, ¿por qué anteponer primero la categoría social genérica antes incluso que su propio nombre? Cuando se puede decir: Soy Pedro y soy feminista, soy Octavio y me gustaría ser feminista. Y no estoy hablando de una simple forma en el lenguaje. Esto es un asunto de forma y de fondo, porque el lenguaje es lo que construye mundos sociales. Con el lenguaje, con ese nombrar las cosas y a las personas, con el socializar la lengua que hablamos, es con lo que levantamos este mundo social tan descompuesto y podrido que nos oprime día a día. Con el empezar a nombrar diferente, es con lo que lograremos construir otro nuevo, y más libertario. No hay otra.
Y ya de que estos esquemas de “ser hombre” se reproducen hasta en los gays (porque género y orientación no es lo mismo ni van ligados, y porque como dice una gran y sabia amiga “lo joto o lo puto no quita lo macho”), mejor ni ahondamos porque además de misándrica también me van a señalar de homofóbica, y porque la verdad ya no me da el ánimo para seguir argumentando, por más decembrino que esté el ambiente y mi mamá ya haya puesto el pino.
Mejor dejo acá un resumen: Los feminismos no necesitan de hombres, sino de hombres que dejen de ser hombres, y necesitan dejar de decir que también sufren violencia de género porque no, no sufren, algunos pueden sufrir violencias que atraviesan los estereotipos de género, pero por su sola categoría de género, no, ni de coña. Su cuerpo no es motín ni campo de batalla. El mundo es androcéntrico.
Y también dejo algunos ejemplos simples para dejar de reproducir roles y estereotipos de género que les hacen el caldo gordo al sistema:
– Deja de sentarte con las piernas abiertas al grado de invadir el espacio de la otra persona, y como queriendo enfatizar que te cargas unos testículos de melón. Falocéntrico, ridículo.
– Deja de sentir que el espacio público es tuyo, que lo «conquistaste», porque eso es mentira, te hicieron creer que es tuyo; deja de salir a la calle sintiendo que todo te pertenece y tienes poder para poseerlo o tocarlo.
– Deja de «admirar» la «belleza femenina»; nadie está pidiendo tu juicio, las mujeres no se visten para tí. Deja de acosar.
– Deja de ser caballeroso y poeta, e intelectual, excusándote en la educación, los buenos modales, la ciencia, la academia, las artes, blá blá blá; nuevamente: Deja de acosar.
– Deja de acosar. Por si no te queda claro, repito: Deja de acosar sexualmente.
– Deja de «ayudar» a las mujeres en casa; es tu casa también por lo tanto tu deber y tu responsabilidad, deja de sentir que con tu dinero tienes el mando.
– Deja de ver a las mujeres como cuidadoras, educadoras, las que TIENEN que ocuparse de las familias, hijxs, y su enseñanza, etc… sólo porque es «lógico», ¿no? A las mujeres se les hizo creer y se les obligó a que tenían que “educar y cuidar”, no es lógica, se llama patriarcado.
– Deja de despreciar, menospreciar y minimizar la feminidad, haciendo «chistes, bromas, juegos, comentarios, y excusándote con un no es en serio», eso es misógino y lo sabes. Los gays también saben que lejos de “homenajear” la feminidad, la ridiculizan. Y eso también es misógino.
-Hazte la vasectomía, ¡a ver! Sin sentir que te quitan la hombría o te mutilan y libera así el cuerpo de las mujeres de tanta intoxicación anticonceptiva. ¿No que como “hombre feminista” te preocupa mucho el cuerpo de las mujeres? Demuéstralo con hechos no con tuits o posts.
– Asume que no toda las mujeres tienen que relacionarse sexo-afectivamente con hombres. Es más, asume que algunas ni quieren ser mujeres, y eso no es para que tú lo «comentes» y te pongas hacer disertación. Ssshhhhh. Calla.
– Asume que de las que sí quieren relacionarse contigo o con otros hombres, no es que se «hagan del rogar», un NO es un NO, ¿estás sordo, eres idiota? Un no quiero, déjame, no me interesa, no insistas, no te me acerques, es un no. Un NO es un NO.
– Deja de sentir que en una relación sexual todo gira en torno a tu pene. El placer sexual no es falocéntrico, eh, tú sí. No todo es mete y saca, saca y mete, y no todo lo que se puede meter es un pene, hay que desgenitalizar el sexo y desagenciar el cuerpo. Para luego no estar mamando con que el aborto se evita con anticonceptivos.
– Deja de pensar que las mujeres son máquinas de producción de bebés, e iguales a hormonales, lágrimas, llantos, sensibles, difíciles, no se entienden, objetos de divinidad, no hay que entenderlas sino amarlas, y que tienen que ser delgadas, blancas, güeritas, rubias, lampiñas, suaves, tersas, y TAAAAAANTA mierda machirula y estereotipos violentos, carcelarios.
– Deja de opinar sobre el cuerpo y decisiones de las mujeres. Deja de opinar en sus luchas haciendo evaluaciones, juicios… Deja de opinar minimizando sus acciones porque tienes «más experiencia, eres estudiante de posgrado, doctor o te dices especialista», o lo que sea, deje de «opinar», sí entre comillas, porque no opinas, das órdenes, impones, así que deja de opinar, deja de opinar, deja de opinar, deja de opinar, deja de opinar, deja de opinar…
Tu categoría de género hombre no la constituye el escroto o centímetros que tanto presumes en erecciones, ni la constituye masculinidades, viejas o nuevas, pirateadas dicho sea de paso de las teorías feministas hechas por mujeres, tu categoría la forman los roles que ejerces y cumples socialmente como se te interiorizó, educó, enseñó y se te dijo. Así que autocuestiónate solo, por allá, lejos de los espacios feministas, sin venir a querer ocupar espacios que no te corresponden, y sin esperar que te aplaudan o feliciten por hacerlo. No estás haciendo favores ni generosidades. Es lo mínimo que podrías hacer dado que es tu género y tu figura, la imagen del opresor, la que mata a diario a las mujeres física y socialmente.
Y si quieres más ideas o sugerencias, échale ganitas y piénsalas, porque para trolear o agredir si sacas el ingenio. Ahora es cuando también puedes ser creativo y no sólo otro hombre macho por ahí.