Por: Morgana
Platicar y escribir podría resultar para muchos, prácticamente lo mismo pero no lo es, uno dice pendejada y media cuando conversas con los amigos que creen que las ocurrencias de una, podrían interesarle a alguien y aquí me tienen, tratando de redactar un texto sin tener una idea precisa de qué estoy haciendo.
La culpa la tienen mis brujas de cabecera, el mezcal y una luna azul que se presentó esa noche sin ser invitada, testigo irrefutable de mis exabruptos y del hechizo del que fui objeto por parte de ellas.
Escribiré desde el anonimato porque la fama y el dinero no me interesan (jajajajajaja), soy sencillita y carismática y mis ocurrencias, me queda claro, no van a cambiar al mundo; así que de entrada me presentaré de una forma poco ortodoxa para una revista con perspectiva de género: no soy feminista y tampoco lo contrario, simpatizo con diversas causas pero no me ubico en un sector en específico.
Me encanta la gente, porque aprendo constantemente de ella y entiendo que todos los seres humanos tenemos infinidad de virtudes y defectos y que el chiste radica en equilibrar nuestra obscuridad y la luz que todos llevamos dentro, así de difícil.
Por ejemplo, el padre de mis hijos me puso el cuerno, como dicen vulgarmente y no lo odié por eso, claro que la tierra bajo mis pies se sacudió y vino el enojo, grité, lo corrí e hice lo que tenía que hacer, finiquitar casi once años de mi vida de un momento a otro, bueno, relativamente rápido porque se negaba abandonar la casa por diversas causas, en especial la económica así que terminé yéndome con mis dos pilares a reconstruir esta mi nueva vida.
Pero debo ser honesta, sentí un gran alivio al abandonar la casa en la que ya no era feliz, porque secretamente llevaba tiempo deseando la separación no porque fuera un mal hombre, sino porque a su lado mi vida se detuvo, no avanzaba por más que me esforzaba y conseguía incluso lo necesario para alcanzar alguna meta en común, él decía que no se podía, que no teníamos el dinero suficiente, que lo que planteaba era muy difícil y así se me fueron los años tratando de motivarlo hasta que me aburrí y dejé de intentarlo casi dos años antes de la separación. Así que agradezco a la mujer que se cruzó en su camino porque sin ella, seguiría inmersa en una relación que había dejado de satisfacerme tiempo atrás.
Hoy, a más de un año del rompimiento, me veo logrando metas consecutivamente y realizando actividades que me llenan de satisfacción, por lo que me queda claro que uno es responsable de su felicidad y que la vida es toda una aventura que nos pone pruebas para que podamos evolucionar, de otra manera me queda claro, no lo conseguiríamos.
P.d. Uno elige el papel que desea desempeñar en esta vida, pero de eso hablaré más adelante.