Hace un año los medios reportaban las osadas acciones de estudiantes de prepa y universidad que en diversos espacios escolares realizaron Los Tendederos del acoso, donde ellas de manera personal y anónima, escribían brevemente en una hoja o en cartulinas su experiencia de acoso dentro de las escuelas.
Las historias que se podían leer eran espeluznantes: no sólo sus maestros las acosaban, sino sus compañeros de clase, el encargado de la biblioteca, el portero, el chofer del bus oficial, los vigilantes, etc, Claro que los que llevaban las de ganar eran los docentes ya que haciendo uso de su posición jerárquica no sólo las hostigan verbalmente de forma grotesca en todo momento, sino que las amenazan con no pasar la materia sino acceden a sus chantajes sexuales.
Foto: Rosa Vásquez
Estudiar en un ambiente así es claro que no resulta sano, sin embargo es lo que las mujeres hemos tenido que vivir desde que tenemos derecho a la educación universitaria y aún desde niveles anteriores. Pero por muchas circunstancias habíamos callado, incluso nos daba vergüenza hablar de esa situación porque seguramente no nos creerían o nos echarían la culpa por “provocar al profe”.
Fotos: Rosa Vásquez
Por ello, que en el 2020 las universitarias tuvieran el valor de organizarse y ponerle nombre y apellido al acoso fue un enorme paso para la vida universitaria y escolar en general. Que este 2021 ellas paren sus facultades para pedir #JusticiaPorMariana y frenar la violencia institucional es histórico, sólo miremos a las 10 colectivas hoy organizadas. Que sus autoridades no se estén portando a la altura es decepcionante.
Al ser el acoso y hostigamiento sexual un problema que se vive dentro de los muros de las universidades, me di a la tarea de indagar si las instituciones de Educación Superior en Chiapas (3) existía algún protocolo de atención a la violencia de género y encontré lo siguiente: la única que cuenta con uno es la UNACH, pero está incompleto y a decir de las universitarias en resistencia, es necesario un revisión porque no es suficiente para resolver los problemas de violencia que viven las alumnas.
Tomado del Face de Colectiva Rosa Luxemburgo
En el caso de la UNICACH, se me informó que la Dirección de Derechos Humanos y Género se encuentra trabajando en la construcción de uno; mientras que en la UNICH, las autoridades afirman que sí cuentan con un protocolo pero seguramente lo tienen muy bien resguardado ya que en su página institucional (donde debería de estar) no se encuentra.
Ante ello es importante exigir a las autoridades universitarias todas que si en verdad les importa las vidas de las estudiantes, echen a andar este mecanismo para que se sientan acuerpadas por su universidad pero sobre todo porque se vaya construyendo un espacio donde no se permita el acoso y se castigue severamente a alumnos, docentes y trabajadores que usan esta arma de dominio hacia las estudiantes.
Hay que señalar también que desafortunadamente la violencia de género se extiende a las trabajadoras de las universidades: docentes, administrativas y personal de limpieza. Muy seguramente si se realizara un tendedero por parte de las trabajadoras saldrían a relucir los nombres y apellidos de sus acosadores hombres.
Al ser esto una realidad cotidiana es importante señalar que el Código penal de Chiapas en sus artículos 237 y 238 aparece tipificado como delito el hostigamiento sexual, por parte de docentes y funcionarios públicos así como la sanción correspondiente.
De igual forma, se encuentra el Pronunciamiento de Cero Tolerancia a las conductas de hostigamiento sexual y acoso sexual de la Secretaría de la Función Pública; el Protocolo para la prevención, atención y sanción del hostigamiento sexual y acoso sexual; y la Ley de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia. Los tres documentos nos amparan para levantar una denuncia formal ante la CEDH y, en Chiapas, se puede acudir a la Fiscalía especializada de Derechos Humanos.
A las docentes nos toca acuerpar a las estudiantes, creerles, animarlas a organizarse y no dejarlas nunca solas. A las Universidades toca, entre muchas cosas más, como señalan las propias estudiantes de la Unach: capacitar y sensibilizar al personal docente y administrativo sobre la violencia de género, para que no sea un acto repetitivo.
Tomado del Face Colectiva Rosa Luxemburgo.
Que el grito que hoy resonó en las calles de San Cristóbal, Tuxtla Gutiérrez, y en todos los municipios de este dolido México no se quede sin eco, que no nos afecten los vidrios rotos más que las vidas de las jóvenes. Ellas, todas, merecemos un espacio laboral y de aprendizaje donde la igualdad en respeto sea lo que atraviese nuestras relaciones.
¡No más violencias en las universidades! #JusticiaParaMariana