Foto principal: Karla Gómez
Para mi es muy significativo tener entre mis manos la obra de una chiapaneca editada por una editorial independiente del centro del país, interesada y ocupada en difundir el trabajo literario de mujeres y hombres que se expresen a través de la palabra escrita de forma original, una labor doblemente loable tomando en cuenta que las redes sociales han robado bastante terreno y por ser un trabajo independiente. Un reconocimiento a la editorial La Tinta del Silencio, que conocí gracias a Karlita.
Acompañara a Karla Barajas en su faceta como escritora literaria, es siempre un placer cerebral y emocional. Sus columnas semanales, publicadas por la revista digital Enheduanna y de manera impresa en el Semanario Mirada Sur que se distribuye en San Cristóbal de Las Casas, nos ofrece una visión híbrida de la periodista literaria que ella es. Sus columnas, son como la ventana que nos da una lectura distinta a la realidad. Karlita, imprime siempre en sus escritos semanales, una mirada humanista y feminista que ha ganado lectores en ambos espacios, quizá porque quienes escudriñamos en las revistas y periódicos, estamos ávidos de encontrar textos que alimenten de esperanza en este valle desolador que parece a veces la vida con tanta violencia e injusticia, particularmente hacia las mujeres.
Foto: Andrés Ramírez
Al leer Neurosis de Los Bichos, me parece encontrar no sólo a esa hibridez que mencionaba entre literata y periodista sino además encontrar el alma adulta y el alma de niña que caracteriza a Karlita. Me la imagino sentada en la banqueta de su casa, con las piernas cruzadas y el cuaderno entre sus manos, buscando con la mirada al próximo bicho que va a cazar para atraparlo en las palabras que escriba.
La veo junto con sus dos pequeños, Ian y Samantha agazapados en algún jardín, después de un día de lluvia, esperando la llegada de las sabrosas chicatanas que además de alimentar su estómago también alimentaron su inspiración para incluirlas en estas mini ficciones.
Es así como veo a Karla, asaltando siempre la cotidianidad, lo pequeño y casi invisible como son las hormigas para convertirlo en historias que, como fábulas, nos traigan alguna enseñanza, pero también viendo lo sucio, indeseable y hasta doloroso como pueden ser las moscas, los alacranes y las avispas, que los retrata cuando habla de injusticias, muertes violentas, o despedidas que duelen no solo a una persona, sino a una sociedad entera que ve cómo sus hombres y mujeres se desintegran en la migración. De todo eso y más nos habla Karla en sus escritos y en particular en Neurosis de los bichos.
Foto: Andrés Ramírez
A propósito, yo siempre he creído que a los bichos (y a los sapos) la creadora del Universo los hizo cuando estaba de mal humor, creo que por eso la asociación entre bichos y neurosis me parece muy acertada, porque al ser la neurosis la enfermedad de las emociones, díganme a quién no se le descompone el humor cuando ve a uno de estos pequeños seres?
Pero al parecer, Karlita sabe manejar muy bien este malestar, porque en esta obra compuesta por 10 mini historias, nos hace pensar en lo humano y en las enfermedades del alma que nos aquejan como por ejemplo la crueldad de la que somos capaces de ejercer hacia otro ser vivo, la peligrosa y mortal migración que es el pan cotidiano de muchas personas pero que nos negamos a ver por ser una realidad muy dolorosa.
También es capaz de retratar el símil de lo humano con lo animal, en donde las hembras son las castigadas por su líbido y explotadas a través de sus cuerpos, y nos recuerda lo efímera que es la vida humana, al igual que lo es la vida de una simple y asquerosa mosca.
Las mujeres están siempre protagonizando las ficciones de Karla, con el reflejo crudo de la realidad que en veces, es peor que la de cualquier insecto y más invisible que una luciérnaga en una noche de ciudad. Es así como retrata la penosa muerte de su comadre “La Luciérnaga” o aquella que acaba debajo de un zapato, que bien puede ser la descripción de un feminicidio cualquiera: un bicho indeseable para quien la vio tirada.
Cuando leía las historias de Karlita me convencía más y más sobre mi teoría de la creación de los bichos, pero a la vez descubría con horror que los humanos somos peores que bichos y tuve la sensación kafkiana de sentirme una cucaracha.
Foto: Andrés Ramírez
Sin embargo, saltaron a mi vista las hermosas y sabrosas chicatanas y sentí unas cosquillitas en mi panza como las florecitas aquellas que hablan de amor en plano parque central y sentí como el alma regresaba al cuerpo.
Y si, como se afirma, los bichos no tienen alma y yo humana sí la tengo, llegué a la conclusión que todos estos sube y bajas de emociones que experimenté en mi lectura de Neurosis de los Bichos, era justamente porque soy humana, tengo emociones, algunas sanas y otras enfermas, pero con la posibilidad de ser piadosa, amorosa y sororaria con las personas que me rodean.
Gracias Karlita, por hacerme sentir otra vez mi alma a través de tus palabras.
*El texto fue compartido en la presentación del libro de Karla Barajas, el viernes 3 de marzo pasado en la Galería Disner, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.