Por Cinthya Vasconcelos.
A los negocios que se solidarizaron:
Ya era hora. Mantengan su lucha contra la violencia de género y entonces les daremos las gracias.
En los primeros días de febrero de este 2019 y a raíz de que incrementaran en redes sociales como facebook y twitter denuncias sobre agresiones sexuales, físicas, verbales e incluso intentos de secuestro a mujeres y niñas en las calles de todo México y particularmente en el Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México, empresas locales, pequeños negocios y algunas franquicias se solidarizaron y ofrecieron públicamente su apoyo a cualquier mujer que se sintiera en riesgo en la vía pública.
A través de sus perfiles o fan page en facebook, negocios locales de diversas ciudades del país respondieron al incremento de las denuncias posteadas por mujeres, invitando a cualquier mujer que estuviera en una situación de peligro o en riesgo de ser violentada a solicitar apoyo, protección, acompañamiento o defensa con el personal encargado al interior de sus locales.
De inmediato, como suele suceder en redes sociales, las publicaciones de esta respuesta solidaria por parte del gremio comerciante y empresarial, se equiparó y superó a los post de las denuncias de violencia en vía pública. Y no, no es competencia, pero sí de pronto hay que detenerse a analizar todo, cómo y para qué se mueven los contenidos en internet y sus rincones. En cuestión de horas, y como nunca antes, muchísimos negocios locales de todo tipo, estaban muy interesados en ayudar en este tema de la violencia de género callejera.
En lo personal creo que nos superó el miedo, ganó el pánico, nos metió zancadilla el hartazgo y claro, para algunos fue una excelente oportunidad de publicidad que no iban a desaprovechar. Desde lo político, tengo un poco de esperanza que después de visibilizar la violencia a la que estamos expuestas las mujeres a diario y en cualquier espacio, finalmente está haciendo eco en la ciudadanía y que si no dejamos que se enfríe el tema, podremos comenzar a presionar para que por fin se tomen decisiones al respecto (me refiero al Estado) y la sociedad decida creernos cuando denunciamos, además de deconstruirse, darle la espalda a la violencia contra las mujeres y así, vivamos todas en paz.
Pero mientras descubrimos si todo resulta “llamarada de petate”, cuestión de algoritmos, mercadotecnia vil, otra lastimosa forma de cosificar a las mujeres y sus circunstancias o un cibermovimiento a favor de los derechos de las mujeres, considero que la opción inmediata es que las mujeres les tomemos el ofrecimiento de apoyo y, en caso de necesitar ayuda y no tener más opción, recurrir a los negocios que salieron del closet de la participación ciudadana.
¿Cómo saber si el sitio que ofreció apoyo en redes sociales es seguro?
Aquí es dónde pueden dejar de leer mi texto y pensar: “¡qué tipa!, mejor hubiera colgado memes o rolas rebeldes pero bonitas”. O pueden seguir leyendo y puede que de algo les sirva. Gracias. Es porque me importan.
COMPAÑERAS: NINGÚN SITIO ES SEGURO PARA NOSOTRAS LAS MUJERES. NINGUNO.
Ni el hogar, ni el trabajo, ni donde nos divertimos, ni la escuela, ni la parcela, ni el mercado, ni el centro de negocios, ni la elegante plaza comercial, ni la iglesia, ni el transporte, ni nuestro auto, ni el parque, ni las calles; la violencia de género es la manera favorita del sistema para oprimirnos y manipular a sus sanos hijos.
Bajo esa premisa, y lo sabemos como mujeres porque llevamos siglos viviendo así, todo es un riesgo que hay que asumir para vivir porque no nos vamos a inmovilizar por miedo, recluirnos, dormir todo el día, vivir en una burbuja blindada o pagar seguridad privada, tal vez unas pocas sí.
Y en situaciones de riesgo permanente, hay que tomar medidas preventivas y de seguridad. Ya tenemos que es un hecho real que nos pueden violentar de muchas formas en todo espacio, pero supuestamente hay algunos en los que sus responsables nos aseguran que no lo harían, que por el contrario van a ayudar aún cuando llevan años en la vía pública y jamás lo habían externado. Iniciemos dándoles el beneficio de la duda como última opción de salvación temporal.
La decisión de pedir ayuda a un negocio depende mucho del contexto local. La mayoría conocemos nuestras ciudades, municipios o localidades en donde nos movemos cotidianamente, esa es una ventaja. Si con anterioridad has pasado por esos negocios y te sentiste incómoda por su fachada o interiores (nuestro sentido de alerta no falla), o te acosó alguno de los empleados, descártalo por completo como refugio. Ninguna violencia es menor, puede crecer y derivar en la peor en cuestión de segundos.
Si sabes o puedes ver que sólo atienden hombres (ya sé, no todos violentan, pero sí todos pertenecen al género que violenta y que nos está matando de a nueve mujeres diarias en este país; y, en manada son peor), casi siempre está cerrado, hay poca iluminación, te insisten en que entres aún cuando sientes que no hay riesgo latente, es notorio que están consumiendo algún tipo de droga, al interior hay ruido estridente, no ves alguna cámara de vigilancia al menos a la entrada o cercana o no hay clientela, no entres. Si puedes seguir en busca de otro espacio, hazlo. Puedes hacer llamadas, mensajear, no dejar de correr, pedir apoyo a otra mujer que encuentres en la calle, gritar y seguir corriendo, hasta sentirte segura.
Mapear sitios seguros debería ser ya una medida preventiva para todas las mujeres, lamentable sí, y nada digno porque esta situación es resultado de la indiferencia del Estado hacia nosotras, pero nos queda organizarnos y dar batalla, no la van a tener nada fácil a partir de hoy. ¿Cómo puedo hacerlo? Si tengo acceso a internet, puedo revisar las publicaciones de los negocios que están en mis rutas cotidianas y que han ofrecido apoyo.
Si han posteado contenidos discriminatorios, machistas, sexistas, misóginos; en los comentarios hay quejas de mala atención o acoso a mujeres, o si su publicidad cosifica a las mujeres, no es una opción segura. Es un filtro garantizado ya que obviamente no entenderán que no “por tu ropa, por la hora, por ir sola, por guapa, por ir ebria, ni por puta, mamá luchona”, etcétera, sino porque uno o varios hombres decidió violentarte, terminaste pidiendo apoyo. Es decir, puede que no encuentres empatía ni apoyo realmente solidario, y termines doblemente violentada.
Si son espacios dirigidos por mujeres, con trabajadoras mujeres, en los que sabes que en la clientela puede haber mujeres, me parece que podemos confiar un poco más. Sí, las mujeres podemos ser machistas, sexistas y un poco culeras entre nosotras mismas, pero no nos estamos asesinando unas a otras, tenemos que alimentar esta confianza entre congéneres. Y al menos yo, veo cada vez más sororidad y respaldo entre nosotras en situaciones de violencia. Esto se puede saber también a través de sus redes sociales, preguntando con conocidas, amigas, vecinas de ruta o darse una vuelta por la zona para constatarlo.
Tengo especial escepticismo por “la solidaridad” de los negocios que ofrecen servicios o productos para varones, por los bares y por todo sitio comercial en el que el tema de la masculinidad está presente en más de un 50 por ciento. Igual, hay excepciones, si las conocen, podrían recomendar a estos sitios que sí podrían funcionar como un espacio seguro en lo que recibimos otro tipo de ayuda. En estos casos, sugiero esperar en la recepción, lobby, sala de espera, en el mostrador más cercano al acceso principal o en la puerta de entrada, pedir que salga alguien a ayudar, o acercarnos con alguien de vigilancia, si de plano no hay una mejor opción de auxilio.
En fin que, con un mapeo de estos sitios, armada al menos con un objeto filoso o con punta, gas pimienta, el teléfono a la mano y con suficiente carga y de preferencia acompañadas entre nosotras, tenemos que darle la vuelta al miedo y dejar salir la rabia. No nos van a enclaustrar como respuesta a su violencia porque eso es lo que buscan, porque obviamente, en lo privado parecemos (no lo somos) más controlables y mejores víctimas. Y recalco, en los espacios privados tampoco estamos a salvo mientras compartamos con gente machista, sobre todo si son hombres, específicamente si son hombres. Ok, incomódense, con cualquier hombre pues, a menos que ya haya pasado todos los filtros y el compa en cuestión sí sea bien empático y respetuoso de una y nuestro género. Quiero pensar que sí los hay, regados y haciendo lo propio contra el machismo. 🙂
Diantres, esto iba a ser un decálogo, y ya es una gran novela corta. Si siguen leyendo. Gracias.
Concluyo.
Ningún espacio es seguro para nosotras.
Si en el espacio hay uno o varios hombres, no se confíen del todo.
Si el espacio tiene antecedentes de actitudes misóginas o de violencia hacia mujeres en sus empleados, desconfíen plenamente.
Si hay una o más mujeres presentes, puede ser seguro.
Necesitamos hacer un mapeo de negocios seguros tanto para consumir como para apoyarnos.
Mujeres: empecemos a organizarnos, a movernos en manada, juntas.
Salir armadas, alertas y preparadas.
Nunca miedosas, siempre rabiosas.
Y no, no necesitamos que nos cuiden, exigimos que nos dejen de violentar.
Por último: hagamos lo posible para que niñas y niños siempre estén junto a una adulta o adulto (si no hay de otra) de confianza y capaz de brindar ayuda.
La calle es nuestra. El mundo es nuestro.