Imagen y texto de: Yenifer del Carmen Méndez Jiménez*
Las Margaritas Chiapas.- En el municipio de Las Margaritas, Chiapas, las mujeres ya no tienen miedo de alzar la voz: “Antes tenía que pedir permiso con mi esposo para opinar en las reuniones o en cualquier espacio público, pero empecé a informarme más y ahora ya siempre digo lo que pienso sin esperar la aprobación de nadie” son afirmaciones que se escuchan recientemente en las reuniones y pláticas informales.
El empoderamiento de la mujer es una lucha que ha llevado mucho tiempo y con distintos obstáculos, se debe visibilizar el esfuerzo que hay detrás de cada mujer y cuál ha sido el proceso que ha tenido que dejar a lo largo de su camino y cuando se consigue empoderar obtenemos armonía, paz y sobre todo seguridad.
Las mujeres siempre han vivido detrás de la sombra de alguien o de un hombre en específico, lograr ser visible y tener presencia en la sociedad, participando en la vida pública y conseguir el respeto de otros miembros de la comunidad es parte del empoderamiento social, todo esto sirve para terminar con las creencias equívocas que los hombres o grupos de personas que llevan transmitiendo a lo largo de mucho tiempo, este comportamiento crea reacciones dentro de la sociedad que permite que las mujeres se sientan menos y no se sienten seguras de tomar sus propias decisiones, también crea el miedo de ser criticada.
El miedo de alzar la voz
Melvi Hernández Pérez, trabajadora administrativa en de la Universidad para el Bienestar Benito Juárez García en Las Margaritas, comentó entrevistada que “la discriminación existe desde el momento en que las simpatías políticas son distintas a la de otros, a pesar de los grandes esfuerzos y avances que se tiene muchas veces no somos escuchadas de la misma forma que un hombre y nuestro punto de vista no es tomada con seriedad”.
Sin duda alguna el miedo de alzar la voz tiene como raíz la discriminación, en espacios públicos nos sentimos excluidas cuando escuchamos la opinión de muchos hombres y las mujeres calladas, repartiendo boletines, comidas, arreglando cosas, cuando deberíamos ocupar un espacio dentro de ese ámbito para que así más mujeres se animen a alzar la voz, decidir por ellas mismas y sobre todo conseguir el éxito con su propio esfuerzo.
El proceso largo, pero con resultados
«No dejes que tus sueños sean silenciados, esta vez que todo el proceso que se haya recorrido valga la pena y lograr tomar el control de nuestras vidas, es un proceso mediante el cual se desarrollan capacidades, recursos, para controlar la situación cotidiana de nuestras vidas, actuando diferente y consiente para que se logre una transformación en nuestro entorno».
Patricia del Carmen Rodríguez Rodríguez, Promotora Supervisora del Programa de Apoyo a la Educación Indígena, en el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI) explicó que “en la institución donde trabajo va dirigido para pueblos indígenas, las comunidades no les parece que una mujer llegue y haga observaciones a sus actividades, es notorio que prefieren en este ámbito el trabajo de un hombre”
En las comunidades de Las Margaritas es más difícil trabajar en el empoderamiento porque se vive con la idea de que el rol de las mujeres es únicamente en el hogar y si no es eso, escuchan la participación de las mujeres, pero no son tomadas en cuenta, sin embargo, muchas han decidido emprender un camino largo pero buena aceptación para su proceso de dejar de tener miedo y empoderarse.
El empoderamiento digno de todo esfuerzo
“Vivo en una comunidad llamada Guadalupe, municipio de Las Margaritas, los hombres opinan por nosotras o no toman en cuenta lo que decimos todas las mujeres de allá siempre dependen de sus esposos, no tienen negocios ni nada con que ayudarse. Yo empecé a leer y a informarme, desde hace mucho que me separé y tomo mis propias decisiones, tengo mis negocios chiquitos, pero me dejan algo con que vivir y he aprendido a salir adelante y a disfrutar de mis triunfos” cuenta Rosbi Guadalupe Rodríguez Rodríguez, alumna del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA).
Según el reporte de ONU mujeres «la participación de las mujeres en la fuerza laboral sigue siendo significativamente desigual en comparación con la de los hombres (47% frente a 72 %15). Si todas las condiciones continúan siendo las mismas, cerrar por completo la brecha de género en la participación económica de las mujeres le tomará al mundo alrededor de 81 años».
Es una historia muy parecida a muchas de las que siempre he escuchado en los transportes públicos o leído en páginas de internet, donde las mujeres sufren de discriminación, abusos psicológicos de parte de sus familiares. El no poder conseguir trabajo fácilmente como los hombres desmotivan a las mujeres que llevan largo tiempo luchando para alcanzar a mejorar sus posibilidades
Según la revista de ciencias sociales Aposta: las mujeres indígenas son objeto de discriminación por motivos de sexo, que provoca la limitación de sus derechos; la existencia de una cultura machista, la división del trabajo según el sistema sexo-género han obstaculizado el avance a favor de las mujeres.
El empoderamiento de las mujeres debe ser una lucha adoptada para todas y todos, para logar el incremento de las participaciones en todos los aspectos de nuestras vidas, nos hagamos dueñas de nuestras vidas para asociarnos con la igualdad en la toma de decisiones y el acceso al poder.
*Estudiante de la licenciatura de Comunicación Intercultural de las Unich, sede SCLC.