Por Frida Cartas
¿Y qué es el feminismo? Dice el título de una clase online que imparto. Y la curiosidad no se ha hecho esperar. Montón de emails preguntando de qué se trata o qué temas se tocan, que qué bibliografía hay o uso. Y es lógico que siempre queramos saber con peras y manzanas qué es tal o cual cosa, por ese daño terrible que nos hicieron en casa comprando los 12 tomos de enciclopedia Larousse (o cualquier otras) que nos decía sin más y de forma cuadrada qué era tal o cual cosa. Educación le llamaban.
Pero en realidad el título es un ardid publicitario. Yo de ninguna manera voy a decirles qué es feminismo, y no porque no tenga capacidad de análisis ni experiencia, sino porque estoy convencida que ninguna ni nadie puede decir qué es feminismo, porque al feminismo se le nombra en plural, porque es praxis, por lo mismo, ¿quién podría determinar mi actuar y ejercicio? Si feminismo en su esencia es autonomía, y por lo tanto conlleva libertad en la práctica.
Hay quien dice que feminismo es movimiento, y lo es. Hay quien dice que es práctica y lo es. Hay quien dice que feminismo es radicalidad y lo es. Hay quien dice que feminismo es prosex y lo es. Hay quien dice que es interseccionalidad y lo es. Hay quien dice que es decolonialidad y lo es. Hay quien dice que el feminismo es activismo académico y lo es. Hay quien dice que es reivindicación del devenir trans y lo es. Hay quien dice que el feminismo es un posicionamiento político-lésbico y lo es. Etcétera. Por ello, repito, el feminismo se nombra en plural: Feminismos.
Y en esa pluralidad es vital dejar de anular otras tantas acepciones y praxis. Porque feminismo se trata también de sumar, no restar. Los feministómetros sobran donde las realidades arrojan feminicidios a diario, y violencias sinfín a corporalidades feminizadas y femeninas.
Lo que si podemos decir en la clase con toda certeza es que feminismo no es sinónimo de igualdad de género, ni mucho menos de humanismo, como tanto se parlotea y vende por ahí. Y lo discutimos. Lo desmenuzamos y lo argüimos. Que quede claro. Bien claro.
Lo que vemos también es que el feminismo es una lucha de mujeres, no de hombres, y ellos pueden acompañar pero jamás protagonizar, menos ser feministas.
Y sobre todo analizamos en grupo cómo el feminismo es además de sumas, de prácticas, de aportaciones de mujeres, un hacer que tiene su epicentro en la construcción social del género y todo lo que de ahí se desprende, y es además una lucha anticapitalista que aterriza su consumo y rentabilidad simbólica-cultural en la diversidad de cuerpos, y por lo tanto en la diversidad de la identidad sexual de cada uno.
Por ello la clase magistral online que imparto puede ser tomada por mujeres u hombres, cis o trans, jóvenes o adultos, “principiantes o avanzados” en el tema, pero donde no habrá videos de Emma Watson ni teorizaremos, eso sí, ¡el feminismo a la calle!