MATERNIDAD, ¿OPCIÓN O DESTINO?
Por: Constanza Leyva
Para Irma, Mónica y Marissa, por la firmeza con que hacen valer su decisión
Presentación obligada
El jardín de las luciérnagas (bichos de luz) es un espacio de luces, de esas que se convierten en esperanza en medio de la oscuridad.
Cada idea, cada experiencia, cada conocimiento que nos aportan las mujeres se vuelve una luz. En este jardín reflexionaremos sobre diversas problemáticas que enfrentamos las mujeres desde una perspectiva incluyente, respetuosa y plural.
Somos parte de un proyecto que con este número ve la luz. Enheduanna es cultura, es feminismo, política, poesía, es música, pero es sobre todo el compromiso de las personas que cobijadas por este espacio, estamos aquí compartiendo y aprendiendo; un proceso infinito que a lo más que nos va a llevar es, parafraseando a Sor Juana Inés de la Cruz, a ignorar menos.
Larga vida y mucha luz para Enheduanna, nuestra casa.
Bicho de luz 1
Uno de los mandatos sociales que más pesan sobre las mujeres, en general, sigue siendo la maternidad.
Aunque es un ritual que se repite cada año, siempre resulta interesante observar el comportamiento de quienes el 10 de mayo se vuelcan en esa celebración un día al año, y olvidan que el ejercicio y la exigencia de la sociedad es cotidiana y muchas veces de 24 horas, lo cual en los hechos significa para las mujeres cumplir hasta tres jornadas de trabajo.
En cumplimiento a los roles y mandatos vigentes en nuestra sociedad, a las mujeres se les sigue formando para ser madres, es decir, la maternidad como destino.
Aún cuando las estadísticas señalan que cada vez es más alto el número de mujeres en la educación superior, en los hechos sigue sucediendo que si al formar una familia una de las personas de la pareja tiene que sacrificar su carrera, esas son invariablemente las mujeres, porque fueron formadas en la idea de que primero está el cumplimiento de su papel histórico: la reproducción.
El mayor problema entraña particularmente para las mujeres que apropiadas de su cuerpo deciden sobre su posible maternidad y se atreven a decir NO.
Porque es cierto y real, que cada vez hay más mujeres, que por diversas razones muy suyas, deciden no ser madres y ahí empieza la cadena de presiones, descalificaciones y discriminaciones.
Mujeres transgresoras que deciden hacer de su cuerpo territorio libre y autónomo, que lo viven, que lo disfrutan, que posesionadas totalmente de él lo exploran y si es su gusto, lo comparten con quien o quienes ellas deciden, pero que al concebir (linda palabra) la maternidad como una opción, resulta que no es elegible para ellas.
Pues bien, son estas mujeres contra quienes se enfilan las baterías de instituciones como la familia y la iglesia, para recordarles que en una sociedad patriarcal como la nuestra, el papel principal de las mujeres sigue siendo la reproducción, porque podrás ser muy exitosa en todo, pero si no eres madre, no eres nada.
Vivimos en una sociedad que no acepta que las mujeres decidan sobre lo único que realmente les pertenece, que es su cuerpo.
Entendidas que la maternidad es opción y no destino, tendrán que soportar cualquier clase de argumentos descalificadores: que si no pueden, es decir que si son “estériles”; que si no tienen un hombre que les haga el favor; que si no tienen miedo de llegar solas a viejas, sin nadie que les acerque un vasito de agua y luego la petición: que tengan, por favorcito, aunque sea un hijo, aunque no se casen.
Ya no digamos cómo se da la situación contra las mujeres que con convicción, aunque no sin dolor, optan por interrumpir su embarazo, poniendo la mayoría de las veces en riesgo su vida y su salud emocional, pero ese será tema de otra luciérnaga.
Difícil transitar estos procesos para quienes han tomado una decisión y la hacen valer.
En este tema, no podemos dejar a un lado la forma como la Iglesia impone algunos de sus dogmas, lo que también provoca sufrimiento en las mujeres.
En pleno siglo XXI, ¿por qué las mujeres tendríamos que seguir aceptando que la única y más importante misión que tenemos es dar vida?
¿Por qué tenemos que aceptar que otros decidan por nosotras?
¿Por qué tenemos que vivir con culpa y sentimiento una decisión tomada desde el fondo de nuestra conciencia y del corazón?
No todas nacimos para ser madres y eso no nos hace menos mujeres.
Y esto es solo el principio…