Un cuento para despertar
Por: Constanza Leyva*
Fotografía: Cortesía Marcela Laguna
Para Marcela, su convicción, su decepción y su maravillosa terquedad.
Bicho de luz 2
No es hora de dormir, pero iniciaré contando un cuento:
“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.
Desde hace años, el microcuento de Augusto Monterroso se ha convertido en la mejor y hasta literaria manera de describir el escenario político que ocurre en México después de sus procesos electorales, excepto en la engañosa pausa del año 2000.
El 8 de junio nos volvieron a contar el mismo cuento.
Cientos de letras se han escrito respecto a este proceso llamado intermedio, en el que se disputaron dos mil 179 cargos de elección popular: 500 diputaciones federales, nueve gubernaturas, 993 ayuntamientos, 20 juntas municipales, 641 diputaciones locales y 16 jefaturas delegacionales en la Ciudad de México.
En Chiapas sólo acudimos, quienes tuvimos la convicción o compromiso, éste último de cualquier tipo, a elegir a las personas que ocuparán las 12 diputaciones federales, y aquí es donde el tema comienza a ponerse interesante.
Como en los mejores tiempos del PRI y los peores de Chiapas, aquí hubo carro completo para la alianza PRI-PVEM o PVEM-PRI; de las 12 diputaciones, todas se las llevaron sus muy afortunados candidatos.
Serán nueve señores y tres señoras que “representarán” al pueblo de Chiapas en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión; el 25 por ciento de los escaños fueron para las mujeres, con todo y el boom del tema del empoderamiento y de la paridad.
¿Qué representa esto para las mujeres?
Según mi opinión, nada y lo mismo de siempre.
La mayoría de las mujeres que han obtenido algún cargo de elección popular responden, aunque no estrictamente en este orden:
1.- A los intereses de su partido (que más a fuerza que de ganas tuvieron que cumplir con la postulación de mujeres a que les obliga la ley).
2.- A los intereses de la élite de poder que las impulsa; así presenciamos el arribo de las esposas, amigas, asistentas, madres y hermanas de los que sí se consideran políticos y que en sus propias palabras, confiesan que las tuvieron que ir a sacar de la cocina porque no hay mujeres que quieran participar.
3.- A sus intereses muy personales (legítimo su derecho de estar).
Aunque muchas de ellas en su vida jamás han tenido algún vínculo o compromiso con los movimientos y demandas de las mujeres, usan y abusan del discurso de la igualdad y la protección de los derechos de las mujeres, porque eso siempre vende y porque es políticamente correcto.
A nivel estatal, tuvimos 48 candidatas para elegir y sólo tres fueron favorecidas por el voto ciudadano (en el mejor de los casos, en caso contrario perdón por el candor).
Las cifras que reporta el Instituto Nacional Electoral para Chiapas nos indican que la participación ciudadana alcanzó en promedio el 46 por ciento y en distritos como Tuxtla, la capital del estado, literalmente a penas, fue de 29 por ciento, es decir, gana de manera indiscutible el abstencionismo.
Hasta el momento, arrojan más de 84 mil votos nulos, numero considerablemente superior a los sufragios obtenidos por el Partido del Trabajo (40,051), Movimiento Ciudadano (25, 990), Nueva Alianza (29,745) e incluso por el PRD (79,646).
¿Por qué la indiferencia ciudadana que sugiere el porcentaje de abstencionismo?
No hay que ir muy lejos por la respuesta, las razones sobran: la poca credibilidad en el proceso electoral, que se traduce en total desconfianza; las condiciones que les toca vivir a los miles de jóvenes para quienes sería su primera vez, sin trabajo, sin escuela, sin proyecto de vida; la situación económica del país cuyo reflejo es puntual en los bolsillos de la gente; la presencia imparable de la delincuencia organizada en diferentes regiones del país; el hecho de que nos sigan faltando 43 y +; las casas blanca de las gaviotas que llegaron para hacer verano y así…
La poca o nula confianza que la ciudadanía tiene en las y los diputados, explica por sí sola los resultados que arrojaron las urnas el domingo 7 de junio.
Y va un dato que ayuda a comprender.
En su ranking de calificación de confianza en las instituciones 2014, Consulta Mitofsky señala que los niveles más bajos los tienen los diputados (5.4) y los partidos políticos (5.1), aún por debajo de la policía, que calificó en 5.8.
En contraparte, los resultados más altos obtenidos son para la Marina (8.3), el Ejército (8.0), las Universidades (7.7) y la Iglesia (7.5).
Por supuesto que la calificación de los diputados y los partidos no es gratuita, hay un divorcio claro entre la ciudadanía y quienes se dicen representarlos, especies que aparecen sólo en periodos electorales para prometer, prometer y prometer, dejando como constancia de su presencia miles de gorras y playeras que servirán para vestir a la miseria que deambula en los cruceros y en las calles, pidiendo dinero para comer, limpiando parabrisas y vendiendo chácharas.
Pero aún hay más: nunca se tuvo información suficiente sobre el hecho de que las personas electas para las diputaciones federales, ya podrán en el 2018, optar por la reelección aprobada por la Reforma Electoral.
Con saldo rojo sobrevivimos al tan amenazado proceso del 7 de junio, sin que se viera la convicción social por defender el voto como una institución legal, democrática y pacífica. El nivel de abstencionismo muestra así, el hartazgo, desconfianza y enojo de un muy buen segmento de la sociedad.
Falta todavía conocer las triquiñuelas, engaños, trampas y demás prácticas que se resisten a morir y que se presentaron durante el día de la elección.
En Chiapas tuvo lugar un ejercicio sin igual de observación por parte de 30 mujeres indígenas en municipios como Chenalhó, Larráinzar, Zinacantán, San Juan Cancuc, Venustiano Carranza, San Cristóbal de Las Casas, Tenejapa y Ocosingo, entre otros.
Con más voluntad que recursos, la Red de Observadoras Electorales que coordinó la doctora Marcela Laguna fue, observó, se decepcionó y registró las irregularidades, para decirnos que aquí el tiempo no ha pasado, que Chiapas sigue siendo una flor al viento.
Las admiro y me enternece su compromiso, aún con el riesgo de lo que puede significar para ellas romper los paradigmas de su comunidad, pues no es nada fácil oponerse a los usos y costumbres que durante años han negado para las mujeres el derecho a hacer, a pensar, a sentir, a actuar, a decir: ¡aquí estamos!
No sin tristeza, sus primeros apuntes dan cuenta de la utilización de las mujeres por parte de los partidos políticos, de cómo se aprovechan de la necesidad de ellas y de sus familias, de la presión que tienen de parte de las y los responsables de los programas sociales para que con su voto favorezcan a determinada candidatura.
Triste panorama para las mujeres de Chiapas.
Las elecciones del domingo 7 de junio fueron también una lección.
Bien por la ley que establece la paridad, pero ya quedó demostrado una vez más, que el problema de la falta de representación de las mujeres es mucho más complejo, es estructural y pasa necesariamente por la posición secundaria que ocupan en la sociedad.
Mientras sigamos pensando que la participación de las mujeres en la vida política del país es una concesión, y no un derecho, las cosas difícilmente cambiarán.
Queda esta historia, que no es cuento, como invitación para despertar…
* La única responsable de este Jardín es mera chilanga. Por cuestiones del amor y el desamor llegó huyendo a Chiapas, donde para su fortuna encontró su lugar en el mundo. Estudió Ciencias Políticas en la UNAM y otros condimentos relacionados con el género, las políticas públicas, comunicación y más política. Se declara feminista y no manifiesta ninguna curiosidad por saber si el término ha pasado de moda, porque está convencida por sobre todas las cosas, que quiere seguir siendo dueña absoluta de su cuerpo y de sus decisiones. Formada por la generación del 68 en la UNAM, también quiso cambiar el mundo y a la fecha vive agradecida de que el mundo no la cambie a ella.