Cuentos infantiles en sus versiones originales capturaban la naturaleza humana con sus múltiples matices, la crueldad, la violencia… también la ingenuidad, la fantasía, e inocencia en niños y niñas. Sus finales en versiones antiguas, cuando el imperativo no era dar lecciones morales eran crudos. A mí me tocaron adaptaciones depuradas y fue hasta ver “El Orfanato” que descubrí a Peter Pan como el ángel de la muerte, y que los niños perdidos no crecían porque estaban muertos.
En la actualidad, a través de la mirada del cineasta mexicano Guillermo del Toro, realizo un regreso al mundo mágico desde la visión del adulto, desde el horror psicológico del mundo adulto hacia el infante, en esos cuentos de mi niñez: Hansel y Gretel en Mamá (2013), el ratón de los dientes en No tengas miedo a la oscuridad (2011), entre otros.
Las historias tienen en común la ruptura de niños y niñas con el vínculo materno, paterno o ambos, a causa de conflictos de época, que van desde la posguerra Civil Española que dejó sin padres a cientos de niños y niñas; hasta la actualidad en Nueva York donde ambos padres trabajan, se separan y el niño o niña tiene se adapta a vivir con uno de los dos y su nueva pareja. El director y productor analiza estructuras específicas de ideas, valores, creencias, así como su evolución con el paso del tiempo.
La orfandad y la soledad son temas recurrentes en niños y niñas que a pesar de contar con la tutela adulta (ya sea de vivos, muertos o strigois) tienen dificultades para aceptar la figura de madres y padres sustitutos, que en algunos casos se tornan violentos, tóxicos, pero finalmente representan el apego indestructible de niños con su familia.
Sally, en No tengas miedo a la oscuridad, consume medicina para calmar su ansiedad al comenzar a vivir con su papá y su novia; Tomás era un niño con capacidades diferentes y malformaciones que sufrió discriminación acoso por parte de niños y niñas de un orfanatorio. Los niños y niñas en su conjunto buscan siempre el amor, aprobación y cariño de sus adultos. La figura maternal y paternal busca comunicarse, entender y finalmente se sacrifica para que niñas o niños vivan.
Los finales recuerdan a versiones antiguas. Infanticidios constantes, orfandad y soledad no como hechos dispersos, su comprensión requiere abordar distintos aspectos de una realidad social y relacionarlos para comprenderlo, y él lo hace de manera extraordinaria mostrando sin emitir juicios morales, las múltiples capaz de quienes asesinan, sea la mamá, la madrastra o el padrastro…
A veces los niños y niñas se mueren o deciden suicidarse o los matan. La muerte, el maltrato, la violencia es siempre una posibilidad. Ese terror psicológico de verse sociedad cómplice estremece en sus múltiples trabajos cinematográficos, literarios y televisivos, es una tomografía que muestra el punto enfermo de la sociedad, donde niños y niñas son las víctimas, y lo único que nos salva de tirarnos a llorar cuando la película, serie o libro termina es la fantasía.
Hitler prohibía las lecturas de cuentos fantásticos, hadas, piratas y princesas porque sabía que en esas historias quedaba salvaguardada parte de la inocencia, de la fe y de la magia, “sin magia, sin fantasía, los niños comienzan a fantasear con otras cosas como asesinar o secuestrar” me decía Hugo Montaño.
Ofelia muerta vuelve como princesa, los niños perdidos obtienen una madre a través de su suicidio, la madre suicida recupera a su hija al llevarse a una niña de carne y hueso, al más allá. Si a la niña Ofelia, en El laberinto del Fauno (2006) le hubieran quitado sus cuentos de hadas y princesas no habría soportado la realidad. A veces, es bueno vivir un poquito la fantasía, de todas maneras nos llega de golpe la realidad.
Espero la versión de Guillermo del Toro de La Bella y la Bestia; y Pinocho en las salas cinematográficas ofrezcan un ambiente menos nocivo para la formación de niños y niñas en esta mi imperfecta realidad.