“El hombre violador no es un hijo enfermo del mundo, es un hijo sano del patriarcado”
La tercera condición que pidió el padre de la niña de 17 años violada en Veracruz para no denunciar penalmente a los cuatro violadores de la menor es que recibieran apoyo psicológico, que fueran a terapia.
En una extensa carta que hace pública y es dirigida a los padres de los cuatro violadores –los llamados “porkis”-; el padre de la niña hace referencia a diferentes textos en los que señala que los violadores son personas que “a veces” por el influjo del alcohol o drogas atacan sexualmente.
Está casi insistencia del padre de la niña por tratar a estos sujetos como enfermos mentales que pueden ser curados con apoyo psicológico y la corrección de sus padres me recordó un artículo escrito por Malena Pichot en el que dice:
«El hombre que viola no es un enfermo mental aislado, no debe ser comparado con un paria, un psicótico que ha quedado fuera de las normas de la sociedad. El hombre violador no es un hijo enfermo del mundo, es un hijo sano del patriarcado.
“Vivimos en una cultura que le avala al hombre una actitud de dominación sobre el cuerpo de la mujer en toda instancia, y por esto, un pibe que jamás cometió ningún tipo de delito o locura puede, envalentonado por alguna circunstancia grupal, convertirse en un monstruo”.
El uso de las drogas, el alcohol y hasta una rara locura temporal son algunos de los pretextos absurdos que se usan para “justificar” la violencia contra las mujeres.
Resulta ser que el tipo alcoholizado, drogado o “loco temporal”, le da por violar mujeres o golpearlas; pero por una “extraña” razón cuando está en esa situación no le da por tirarse al mar, pegarse un balazo, retarse a golpes con una persona más fuerte físicamente que él o comer su propio excremento, nada de eso le ocurre. Lo que se le da es por violentar a las mujeres.
¿Sabe por qué hace esto? Porque no está enfermo, está muy sano, es un “hijo sano del patriarcado” a quien se le ha enseñado a tratar a las mujeres como objetos; como personas que no son sujetas de derechos; consideran la violencia en contra de las mujeres como un asunto privado que no merece ser castigado.
El mismo caso de “los porkis” de Veracruz demuestra una vez más cómo la violencia contra las mujeres –física y sexual- se trata como un asunto que debe ser castigado en lo privado: “me comprometo a castigar a mi hijo” como que si lo que hubiera hecho fuera haber roto el cristal de la ventana del vecino mientras jugaba pelota.
¿Cuántos casos conocemos de padres que llegan a “hablar” con los esposos violentadores de sus hijas para arreglarse que ya no haya más violencia? Como que si el asunto fuera cosa menor, como que si la mujer violentada no tuviera ningún tipo de derecho.
La violencia en contra de las mujeres está, desgraciadamente, tan naturalizada que lo vemos como un asunto posible en cualquier circunstancia.
María Pipher –según una cita de Pichot- decía: “Los jóvenes deben ser socializados de tal manera que la violación sea considerada un acto tan impensable como el canibalismo”.
Que los violentadores sean castigados. Que ninguna mujer sienta vergüenza por denunciar un acto de violencia. “Que la violación sea una acción tan impensable como el canibalismo”.