POR:Aranzazú Ayala Martínez/ Lado B
El dolor de la impunidad se ha vuelto tan común en la realidad del país que pocas veces sorprende. Pero “Tempestad”, documental de Tatiana Huezo que se exhibió en Puebla como parte de la gira Ambulante 2016, es un viaje silencioso y poético al corazón de la violencia, que desencadena empatía y sentimientos encontrados en quienes lo observan.
Para filmar el documental, Tatiana y su esposo, director de fotografía, junto con el resto del equipo, estuvieron 12 semanas viajando. Recorrieron poco más de 2 mil kilómetros, recreando el camino que tuvo que recorrer Miriam Carbajal cuando fue llevada del aeropuerto de Cancún, donde trabajaba, al penal de Matamoros, acusada de tráfico de personas. La misma travesía la vivió Miriam dos veces: una para ser privada de su libertad y encerrada en un infierno y la otra para volver a Tulúm, donde vivía, a aprender a vivir después del horror.
Nicolás Celís, de Pimienta Films y productor de la cinta, describió “Tempestad” como un documental creativo porque no hay entrevistas a cámara. Son las voces de las dos mujeres que cuentan de manera paralela dos historias de terror y realidad. Las narraciones son acompañadas de paisajes de la vida diaria: rostros anónimos en autobuses, en centrales de camiones, en retenes militares a mitad de carreteras que se han convertido en tierra de nadie.
La otra historia que se cuenta es la de Adela Alvarado, mujer de circo, cuya hija desapareció hace una década, secuestrada por hijos de policías judiciales. Después de vivir oculta en el miedo, Adela finalmente sale en “Tempestad”, cuyas imágenes comparten la cotidianidad de su vida en el circo.
Algo que une a las dos historias es el clima. La constante lluvia, los tonos grises, los rostros silenciosos de personas desconocidas que atraviesan el país de punta a punta sin decir nada, sin ruido: sólo las voces de ambas mujeres compartiendo sus tragedias.
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