Por Frida Cartas
Aprovechando el revuelo que ha causado en redes sociales el tema de aborto tras los casos de Irlanda (donde 63% de la ciudadanía dijo sí en un referéndum para reformar la constitución y permitir la legislación de éste) y Argentina (donde 159 diputados votaron en la cámara a favor de un proyecto de ley), quiero dejar aquí tres cortos pero precisos comentarios, dirigidos principalmente a otras compañeras feministas.
1.- El aborto no es ni se vuelve un derecho humano cuando una sociedad, país o cámara dice sí, vota o da su consentimiento, eh. No hay que perder de vista este vital detalle por la alegría y festividad del avance en el tema. Los Derechos Sexuales y Reproductivos de las mujeres son derechos humanos con o sin ley. No se someten a consulta o plebiscito, no se negocian ni se votan. Se dan de facto al nacer y todas las mujeres los tienen y pueden ejercerlos cuando sea y elijan. Aunque para que todas sepamos que los tenemos y no necesitamos permiso de nadie, haga falta aún más un trabajo de concientización e información como el que hemos venido realizando más visiblemente en las últimas 2 décadas las activistas feministas.
2.- Desde luego que el que haya una ley de aborto en cualquier país es muy importante para que una mujer haga uso de un servicio de salud público y gratuito, y también para que sea lo menos perseguida y encarcelada que se pueda (y digo lo menos posible porque acá en la Ciudad de México donde radico, a pesar de los 11 años que lleva la ILE en la ley, siguen habiendo persecusiones, violencias médicas, malos tratos del personal en los pocos hospitales donde abrieron la demanda del servicio, y desde luego una complicidad entre gente que está en contra del aborto y las directivas de los centros y hospitales que les permiten a los primeros poner afuera sus stands llenos de criminalización, amenazas, mentiras y coerción. También a pesar de que existen desde hace muchos años leyes de aborto en todo el territorio mexicano, en un número grande de estados las mujeres son todavía encarceladas hasta por abortos espontáneos, y a pesar de que la ley misma permite el aborto en casos de violación, por mera misoginia y machismo de quienes la aplican nunca se les considera víctimas de este delito y los litigios que emprendenlas mujeres violadas suelen acabar con el embarazo a término y la maternidad forzada en el mayor de los casos).
El que haya leyes de aborto en cualquier país es muy importante, pero no debe ser la única vía para las mujeres, pues precisamente hacen falta opciones, más opciones, así que tampoco hay que perder de vista que el aborto en casa con medicamento o con hierbas hablando de comunidades donde llevan siglos en armonía y conocimiento con la naturaleza, son otras dos opciones que pueden ser (y de hecho son) muy seguras. Porque lo que ha matado (o enfermado) a miles de mujeres en la historia por recurrir a un aborto clandestino o a escondidas, no es técnicamente el aborto en sí, sino la gran falta de información sobre cómo realizarlo con las medidas de cuidado, monitoreo y protocolo adecuados. Y que no contaban o no habían tantas redes y alianzas entre mujeres y colectivas, como ahora las hay. De modo pues que aunque festejemos y pugnemos por una ley de aborto, no hay que olvidar que las leyes no son precisamente un asunto de justicia y menos para las mujeres, sino las leyes son un asunto de poder a fin de cuentas. Y el poder (androcéntrico y patriarcal) es lo que nos ha jodido.
3. Y ya por último, en este trabajo de incidir por los derechos humanos de las mujeres, acercar y cuidar la información, hacer alianzas, y seguir principalmente organizando la rabia y defendiendo la alegría, ¿por qué agradecerle al Estado las leyes de aborto? No es un favor el que hacen (ni él ni sus funcionarios e instituciones), están obligados. ¿Por qué gastar esa energía que tanto necesitamos en organizar la digna rabia y crear espacios seguros, en la gente antiaborto, que no providas? Las providas somos nosotras que trabajamos y hacemos por la vida de todas y cada una las mujeres (incluyendo a aquellas que nos agreden y le siguen el juego a quienes nos nombran feminazis).
No tenemos porque darles argumentos a esa gente (ni aunque sean “amigos o familiares”), que se pudran, que se queden hablando solos. No les debemos explicaciones ni justificaciones. Por estrategia sólo hay que darles tales cosas a los congresistas. A la gente en las calles y contactos de facebook no les vamos a cambiar las ideas y las mierdas machistas y misóginas. ¡Necesitamos esa energía y capacidad para nosotras!
A la sociedad y sus personas no les vamos a educar, pienso (y menos si llegan hablando por el odio a la libertad de las mujeres y tratando de despolitizar nuestra praxis), porque nosotras somos prioridad y deuda histórica, hoy es el momento.
Enfrascarse con esta gente que repito, no son provida como se les ha llamado sino profetos, antimujeres, promisoginia, antiderechos, daña y merma la salud. Nuestra salud pisoemocional. Y necesitamos estar sanas. Mejor es silenciarlos con la indiferencia, ignorarlos, dejarlos en visto, bloquearlos. No hay un sólo “pensamiento, idea, opinión, comentario” que esta gente pueda soltar sin estar meramente anclados en un juicio de órden moral, una falsa defensa y libertad de expresión. Y en ideas absurdas de creencias espirituales y romanticismos telenoveleros sobre el ser mujer como sinónimo de madre, y los estereotipos y clichés que romanticismos conllevan. Seamos más inteligentes y estrategas que ellos. Podemos. Hoy es el momento.
Finalmente esta gente detractora no «defiende la vida» ni les importa ningún «bebé», lo que no soportan es que una mujer decida, elija y se apropie de su propio cuerpo, más cuando desde su misoginia la consideran «puta e irresponsable» por ese embarazo, y por reapropiarse autónomamente de ella misma y todo lo que es y puede con su cuerpo. Que se queden hablando solos. Nosotras tenemos todavía que caminar mucho como para enfrascarnos con ellos.